HashiMada II.

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*Los hechos están modificados a la estructura de la historia.

¿Guerra? ¿Bestias con colas?

Escuchó cada una de las angustiadas voces revolotear a su alrededor, eran como incesantes campanas que repetían lo mismo una y otra vez. Era como ver en cámara lenta su desesperada huida y dejar a los ninjas de los clanes más fuertes sacrificarse por la cobardía de los inútiles, quiso reír de rabia.

Se había desatado La Primera Guerra Shionibi entre las grandes naciones, desencadenando una serie de escenarios violentos que no se alejaban del campo de visión de Madara, quien resguardó la aldea junto a los ninjas sensoriales. Aún con su gran barriga a solo tres meses de dar a luz, utilizó sus reservas de chakra para evadir todos los ataques fatales.

Siendo su hermano menor, Izuna, él que le apoyó en cada momento mientras el clan Uchiha resguardó la entrada. Todo parecía bajo control, aún cuando estaba por invocar al nueve colas con lo desgastante y peligrosa que se tornaba la situación, vio aquella señal llegar en medio de una nube de humo y sintió cómo perdió la respiración, las piernas le temblaron y se le empañó la mente.

El halcón blanco solo volvía cuando la situación era crítica, cómo un grito de auxilio.

No explicó, no habló, no pensó. Solo siguió el ritmo de sus piernas correr lo más rápido que estas se lo permitían debido al gran peso de su vientre, golpeó a todo al que se le acercara para atacar y emprendió camino donde podía sentir el chakra de Tobirama pero no de Hashirama.

¿Por qué no podía percibir el chakra de su esposo?

— Es la única solución, ¿no es así? —apretó sus puños con impotencia, siendo reconfortado por las firmes manos de su esposo.

— Es mi deber proteger la aldea, así como también está la responsabilidad por tu parte en defenderla en mi ausencia —respondió suave, lamentando la disgustada expresión de Madara al negar su partida— Este es nuestro hogar, al único lugar donde podemos volver y ver a nuestro niño crecer.

Que será una niña, terco.

Hashirama rió, observando por última vez al azabache y acariciar su vientre con un suspiro escapando de sus labios.

La aldea está en tus manos, Madara.

El Uchiha asintió a regañadientes apartando la mirada, su bebé se movía constantemente y sabía que era por sus cambios anímicos bruscos.

— Ni se te ocurra titubear, ganarás esta guerra y volverás —declaró con voz firme, volviendo a mirar a los ojos a Hashirama. Quién, le sostuvo con fuerza entre sus brazos y proporcionó un suave beso sobre sus labios.

Te amo, Madara.

Cada paso que daba era una tortura para su abatido corazón, la armadura sobre sus hombros se sentía mucho más pesada que de costumbre y no le importó en lo absoluto avanzar entre los cadáveres de su gente, como también los enemigos.

No era un escenario desconocido, él mismo en el pasado lo había recreado. Sin embargo, jamás fue el culpable de derribar a quién alguna vez consideró su rival.

Las palabras se quedaron atoradas en su garganta cuando Tobirama le observó desesperado cubierto de sangre y sosteniendo el cuerpo de su hermano. Lo demás dejó de existir, los lamentos de los ninjas que aún sufrían a causa de las heridas no significaron nada al momento de observar el cuerpo de Hashirama tendido en el piso.

— Madara... —quiso hablar Tobirama, pero nada coherente salía de sus labios. Su mente no procesaba la repentina decisión de su hermano, no podía entender aquel jutsu prohibido.

Cayó de rodillas al piso frente a él, cerrando con fuerza sus ojos al sentir punzadas en su vientre y cómo su bebé no se dejaba de mover.

Acercó su mano tembloroso a su rostro que aún conservaba calor, estaba tibio y su expresión era tan calmada que hicieron su garganta picar. No entendía como podía lucir así después de abandonarlo.

— ¿Cómo...? ¿Qué fue lo qué...?

— Jutsu de Sellado. Eso fue lo que sucedió.

Las naciones no iban a mantener bajo control a las bestias con cola, no existía forma lógica a que ellos con un nivel de chakra inferior al que poseía Hashirama sucumbieran ante el poder destructivo de estas. Por lo que, Sellar su alma para procurar la unión de las naciones y la calma para el mundo shinobi, aquello fue la opción más clara.

Aunque le costara perder su vida junto a Madara y su hija.

El Uchiha derramó gruesas lágrimas entre sus escleróticos ojos, el mangekyou sharingan reluciendo como no lo esperaba mientras se aferraba a la diestra de Hashirama contra su rostro.

— Sé que no es el momento, pero comenzar una guerra en venganza por Hashirama es...

— Cierra la maldita boca, Tobirama... —masculló— A él jamás le hubiera gustado que comience una guerra después de otra, esto... no se trata de mi. No podría serlo porque mi vida cambió tanto cuando conocí el verdadero amor, aún menos cuando llevo a su descendencia en mis entrañas.

Oneshot Mpreg.Where stories live. Discover now