Oneshot Mpreg.

KawaBoru III.

Las extravagantes luces y decoraciones envolvieron de asombro al rubio, su mirada no se despegaba de la llamativa arquitectura que poseía El País de la Luna.
Era un lugar turístico que recibía diferentes ninjas de sus viajes, ofreciendo una cálida y conmemorativa estadía.

Avanzó de la mano de su novio entre los transeúntes, ambos buscando un lugar para comer. Kawaki no estaba conforme con las provisiones que Boruto llevaba consigo ya que sabía de antemano que debía comer mucho más por el bebé en camino.

Se sentía un imbécil, tenía más que claro que no podía darle la estabilidad que necesitaba y merecíq Boruto. Y es que no tuvo que pensar mucho cuando se enteró que iba a ser padre, solo quiso huir junto a él y evadir toda la mierda que le recriminaría el Hokage.

No tenía nada para ofrecer a su novio, pero haría todo para que no se arrepienta de estar a su lado.

— ¡Por allá hay un almacén! —señaló el pequeño local a unos metros de ellos. Kawaki lo observó y mostró una mueca de inconformidad.

— ¿No prefieres ir al local de ramen que pasamos hace un rato? —sugirió, mirando al rubio que negó efusivamente.

— El dinero que gastaremos en una noche, equivale a comprar tres días de víveres —explicó, con un mohín en sus labios— De ninguna manera dejaré que desperdiciemos nuestro dinero.

— Boruto, ambos deben comer bien. No me importa gastar de más si se trata de ustedes, hablo en serio —el menor volvió a negar y jaló de su brazo hasta llegar al lugar y adentrarse.

Esta vez dejaría a Boruto a cargo.

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— ¿Estás seguro de que los viste?

— Claro, no vendría aquí a perder mi tiempo si no fuera por un tema que te concierne directamente. Creí que tenías bajo control a tu mocoso.

— Mierda, ¿qué haré con Boruto? —bufó enojado, revolviendo su cabello con frustración— No oye nada de lo que digo, demonios... pero ¿llegar al punto de irse con Kawaki sin avisar ni nada-ttebayo? —apretó sus labios en una línea recta— No lo sé, es raro, Sasuke

— De seguro son cosas de adolescentes —comentó, restándole importancia— Supongo que querer fugarse por algún tiempo fue una buena idea para reforzar la relación, no tengo idea.

— Hablas como si lo hubieras hecho —levantó una ceja con diversión.

— Digamos que una loca me siguió por mucho tiempo y accedí a estar con ella —negó con suavidad, recordando lo insistente que fue su ahora esposa— Pero no estamos hablando de mi, sino de tu hijo —apoyó su única mano sobre el escritorio, mirando al rubio de ojos azules— Te sugiero no calentarte la cabeza, deja que salga y conozca, pero cuando vuelva le das su merecido.

— Claro, como no es tu hijo —rodó los ojos con fastidio, echándose hacia atrás en su silla de escritorio.

— No sé qué tanto reclamas, si estuvieras más preocupado hubieras usado el modo sabio para encontrarlo.

— Hinata me matará, ¿lo sabes-ttebayo?

— Que suerte que no es mi esposa.