IzuTobi III.

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Fingió estar dormido cuando el mayor le cubrió con unas mantas sobre el amplio sofá de la sala de estar, se dejó querer al momento que sintió una mano cálida adentrarse por su camiseta. Tobirama acarició con lentitud el vientre notable de su esposo, había deseado tantas veces hacerlo y su propio orgullo le limitó a hacer tantas cosas, incluso al punto de negar a la criatura que crecía dentro de Izuna.

El trabajo lo estaba volviendo loco, llegando al punto de cambiarle las horas de sueño y la actitud a su amado esposo. No era capaz de hacerle daño, creía que nunca llegaría el día que volvería a ser el mismo hombre tosco y frío que todos conocían y es que aquella faceta, coraza la había quitado el Uchiha de rostro bonito, él había sido la luz al final del camino. Se despreciaba por darle un mal vivir, no tenía excusas por todo el tiempo que fue un hijo de puta junto a él, solo deseaba solucionar sus problemas y al fin estar bien junto a él.

Después de todo era su culpa lo mal que la estaba pasando Izuna.

- Cinco meses -su dulce voz embelesó sus oídos y levantó su mirada hasta la del menor, estaba cansado y aun así le espero- La doctora ha dicho que puede ser un niño.

- Un niño, ¿eh? -apoyó su cabeza con cuidado sobre el vientre, tratando de sentir lo más cerca posible a su bebé. Izuna le acarició con cariño su cabello, no lo merecía e igual aceptó el tacto- Creo que una niña estaría bien.

- ¿Eso crees? -sonrió con levedad, imaginando a Tobirama con su hijo en brazos hicieron que su corazón se emocionara- Con tal que esté bien, para mi está bien.

El Senju asintió, incorporándose para observar el rostro del cual se enamoró.

- Izuna, yo...

- Me amas, ¿no es así?

- Claro que sí.

- Entonces no necesito nada más -acarició su mejilla, comprensivo.

- Pero, Izuna...

- Solo calla, por favor, no quiero discutir más... -alejó su mano del mayor y la posó sobre su vientre- Hazlo por nuestro bebé, yo no importo, pero él sí.

- ¿Por qué dices eso?, sí importas -frunció el ceño ante su declaración, el Uchiha no solía ser así.

- No te importo, cariño, de hace mucho que lo sé -se puso en pie con cuidado, siendo seguido por el albino de mirada confusa- No me mires así, diablos, no puedo ser el único que se dé cuenta que nuestro matrimonio se fue al carajo desde que conseguiste el empleo.

- Ya veo, ahora te molesta que me vaya bien y pueda mantenerte, demonios -apartó la mirada, comenzando a irritarse por la actitud que odiaba de su esposo- Trabajo es trabajo, Izuna. Deberías comprenderlo.

El Uchiha se volvió hacia él, con los ojos llenándose de lágrimas y con los puños temblando.

- ¿Y yo qué soy?, ¿Es que no soy importante para ti?

- Izuna, basta. No comencemos otra discusión -agravó su voz, alejándose del menor e ir escaleras arriba a su habitación.

- Y ahora te vas, ¿es lo único que sabes hacer además de mandar a la mierda nuestro matrimonio?

- No seguiré hablando contigo, se acabó.

Cuando escuchó el portazo desde el segundo piso, cubrió su boca en agonía cuando sintió pequeños calambres en su vientre. Suponía que era todo el estrés innecesario que le advirtieron, aquello le hacía mal a la salud de la criatura y quiso llorar por no darle lo mejor aun cuando ni nacía.

Se dejó caer en el sofá, sollozando en silencio y tarareando una vieja canción de cuna que su hermano mayor alguna vez cantó para él.

Oneshot Mpreg.Where stories live. Discover now