HashiMada IV

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Madara observaba desconcertado la escena en frente. Hashirama había vuelto a la vida, a él, a su lado, con su bebé, pero no sentía que aquello duraría por un tiempo prolongado. Incluso podría decir que Tobirama aún no le contaba toda la verdad sobre ello.

— Demonios, yo esperaba un reencuentro más romántico y asqueroso, como ustedes —comentó Tobirama acercándose a su hermano y examinarlo de pies a cabeza— No veo nada extraño, es el mismo Hashirama de siempre.

— A excepción que está muerto. ¿Es que ahora tienes un fetiche con los muertos o algo por el estilo? ¿Te suena la necrofilia? —respondió Madara cruzándose de brazos, ganándose una carcajada de Hashirama.

— Omitiré esa ofensa vulgar. Sé que ambos tienen bastantes dudas respecto a esta técnica, honestamente yo también las tengo ya que las probabilidades de que resultase eran 50/50 —se levantó de hombros, restando importancia— Pero tuvimos suerte.

— ¿Suerte? ¿Hablas en serio...? —

El Uchiha avanzó con fuertes pasos hasta el Senju dispuesto a golpearlo, sin embargo aquellos ojos que alguna vez brillaron le hicieron detener de golpe cuando se posicionó frente suyo.

— Madara, entiendo cómo te sientes. Yo también estaría devastado si te hubiera perdido y de la nada llegas de la muerte, pero no quiero que nuestro reencuentro sea de esta manera —bajó su mirada hasta el voluminoso vientre que resaltaba debajo del Kimono azul que el Uchiha adoraba ocupar— El bebé puede sentir toda tu ira.

— Perfecto, desde pequeño enseñándole lo que es correcto —respondió, desviando la mirada avergonzado por lo suave que fueron las palabras del Senju. Siempre haciéndole entrar en razón, calmando sus demonios y demostrándole que el mundo no es tan malo como él pensaba.

— No creé esta técnica para tu goce, malnacido -comentó a regañadientes el albino a un costado de su hermano.

— ¿Entonces por qué lo hiciste?

Tobirama desvió la mirada por unos momentos y se alejó de aquellos para así darles la espalda, no dejaría que vieran aquella faceta suya.

— Por Hashirama. No había otra cosa que no hablara más que de la llegada de su hijo, siempre hablando de cómo le enseñaría técnicas, cómo le iba a transmitir todos sus sentimientos a la aldea para que sea alguien de bien. Supongo que también conoces esa estúpida cara ilusionada que pone cada vez que nombran a su hijo.

Madara observó a ambos con la garganta picándole en angustia.

— Su único deseo era conocer al niño que concibió contigo, no había nada más importante que ello y simplemente... dados los hechos con la guerra y tu profunda depresión, fue una motivación para hacer que Hashirama vea nacer a su único hijo.

Hashirama sonrió con nostalgia al escuchar a su hermano, sabía que a pesar de ese mal carácter que traía consigo había una persona amable; aunque jamás lo pareciera.

Con suavidad, alcanzó la cálida mano de Madara con la intención de caminar a su lado y al ver la temblorosa pero poco a poco confiada mirada que le dio, avanzaron hasta el Senju y le proporcionó un abrazo sobre hombros.

— Es bueno que muestres tu lado más humano, Tobirama —sonrió en grande, acumulando lágrimas en los bordes de sus ojos. Acción que sorprendió al nombrado.

— Solo lo haré una vez -le miró de soslayo con una diminuta sonrisa que pareció una mueca.

El Uchiha observaba firmemente como su mano se entrelazaba con la del Senju, era como recordar aquellos días de juventud cuando salían por el bosque a cazar, entrenar y demostrarse su amor a cada segundo.

Sin embargo, algo continuaba amargando su corazón.

Cada técnica impura tiene un modo de revertirse, ¿no es así? -observó a aquel par de ojos que se giraron a verle— Hashirama no puede ser eterno en esta forma.

Tobirama bufó.

— Hay dos formas en las que se puede liberar el alma; la primera es sellándola y la segunda es que se vea afectado de alguna manera emocional. Imagino que comprendes en qué momento sucederá y deberás prepararte.

— Tobirama, si lo dices de esa manera...—intervino Hashirama.

— No les voy a mentir diciendo que su historia de amor será eterna. Hashirama, debes permanecer escondido hasta el momento que Madara entre en labor de parto ¿lo entiendes?

El Uchiha desvió la mirada apretando con fuerza los labios, el agarre en su mano se intensificó y jadeó sorprendido cuando Hashirama lo atrajo contra su pecho.

— No son las circunstancias en las que hubiera deseado vivir en un momento tan importante, pero no podría negarme a una oportunidad como esta. Realmente prometo mantener la discreción, cuidar de Madara y mi hijo.

— Que será niña, maldita sea —masculló el nombrado, rodeando con lentitud y miedo el cuerpo de su esposo.

— Falta muy poco para saberlo, ¿cierto?

Madara asintió con un sabor amargo en la boca.— Dos semanas como mucho.

— Estaré todo el tiempo necesario hasta que mi alma pueda estar en paz.

— Hashirama, quiero que estés consciente de todos los riesgos y la complejidad del jutsu por el cual has vuelto. Pero, por sobretodo; quiero que seas feliz por última vez —declaró Tobirama a su costado.

Hashirama sonrió en grande sintiendo pequeñas lágrimas volviendo a acumularse en las esquinas de sus ojos y tomó de los hombros a su hermano para así atraerlo hacia él.

— Eh, ¿quién te dijo que quería un abrazo tuyo?

— Me extrañabas, ¿quieres otra explicación para que te demuestre mi cariño?

— ... No.

Madara observó al Senju, bufando en su cara al tenerlo tan cerca.

— Maldito loco, espero que todo esto valga la pena.

— Claro que lo hará, ¿por quién me tomas?

— ¿Enserio quieres que responda?

— Chicos, no empiecen por favor...

Oneshot Mpreg.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن