HashiMada VII.

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Hashirama observaba la lluvia caer en sincronía con los balbuceos de Izumi; era suave y envolvente. Se giró hasta ella que vestía un pequeño Kimono a medida de color blanco y descansaba encima del futón acompañada de su padre que también vestía un Haori oscuro.

— Ella realmente lucía hermosa en su presentación —comentó con una suave sonrisa, sentía su alma devastada a causa del tiempo que marcó fin a su estadía.

Madara asintió, aquel día fue el reconocimiento al nacimiento de su hija como única primogénita de Hashirama Senju. Había pasado solo una semana desde entonces y fue momento de presentar a la aldea uno de los próximos ninjas más fuertes de la historia, nadie tenía dudas sobre el potencial que tendría Izumi cuando creciera y demostrara firmemente que el poder se lleva en la sangre. Aquello creaba un sentimiento ambiguo en el Uchiha, sí, estaba orgulloso de tener a una niña tan hermosa y con un futuro próspero, pero dudaba de su propia resistencia al ver que aquellos momentos solo los podrá apreciar él.

Sin embargo, esa misma duda creaba un sentimiento de fuerza, de querer ser mejor para ella. Él era lo único que tenía en el mundo, su único ejemplo a seguir y la persona que más la va a amar hasta que sus días se marchiten.

Madara deseó una larga vida junto a Izumi.

—"La princesa Senju", le queda tan bien —sonrió acariciando su fino cabello.

— Ella estará bien en tus brazos, no me cabe la menor duda que serás lo mejor que ella tendrá. Harás un buen trabajo, amor mío.

Le observó desolado, notando su incomodidad a la impotencia que le carcomía mientras no dejaba de observar a su hija; estaba tratando de aferrarse de su delicada existencia, a lo más hermoso y especial que pudo alguna vez recibir. Él lo sabía, no podía permanecer en las sombras de la aldea y ver a lo lejos como su familia estaba rodeada de un entorno lleno de vida, por supuesto que su mayor deseo es que Madara e Izumi vivieran aquella utopía que deseó desde que se entregó a brazos abiertos a la muerte.

— No dejemos que estos buenos tiempos se vuelvan insoportables recuerdos, por favor —el corazón se le oprimió cuando le escuchó tan claro. Se levantó con desespero, tomando en brazos a su bebé en el proceso y tomó asiento a su lado.

El momento había llegado cómo una corriente eléctrica destrozándole el corazón, sentía la espalda fría y el estómago apretarse; acomodó a su niña en su diestra y entrelazó sus manos con las frías de su amado. Jamás pudo acostumbrarse a perder su calor y cómo le reconfortó la existencia en las interminables noches de invierno.

Buscó su mirada con un último intento, tal vez podría funcionar si tan solo hablaran claro, si tal vez este no era el final del camino, sino el nuevo comienzo de una vida. Tal vez, si no lo pensara tanto, dolería mucho menos de lo que ya hace.

— Me tienes temblando, maldición.—

Se le quebró la voz cuando vio como se dibujaba una diminuta sonrisa en el rostro lleno de agonía.

— Coincidir contigo fue el mayor de los placeres, nunca me había estallado el corazón de tanto amar —le acarició con parsimonia su mano y se agachó hasta Izumi— Tu existencia me esclareció la vida, permaneceré en tu corazón, en las noches oscuras y solitarias, cuando sientas el mundo ahogarte; jamás me alejaré de tu camino.

Observó los vidriosos ojos de su esposo observarle con desconsuelo, sin duda le extrañaría cómo jamás lo imaginó.

— No sé cómo explicarlo sin perder la razón; tu comprensión, tu seguridad, todas tus muestras sinceras de cariño me tienen elevado hacia las estrellas. No existen las palabras que describan todo lo que fue vivir a tu lado, y ahora, con nuestra hermosa niña. Quieres que sea una buena niña, ¿no es así?

— Por supuesto, Hashirama —se limitó a decir con un hilo de voz, la garganta le ardía y el pecho se movía como loco— Es imposible decirte adiós, porque todo lo que eres y lo que me has ofrecido quedará por siempre grabado dentro de mí.

Se levantó hasta quedar a su altura y besar su frente con los últimos extractos de vida, luego llegó hasta su pequeña y se quitó la Joya de Cristal de su cuello y lo colocó alrededor de ella. Le besó con dolor.

Vio como a su esposo se le humedecían los ojos y las lágrimas comenzaban a deslizarse como un río por el cause de sus mejillas. No era la primera vez que contemplaba como el mar se le desbordaba por la mirada, pero jamás le había dolido tanto, jamás le había quemado tanto.

De su cuerpo comenzaron a derrumbarse gradualmente partículas de polvo de aquel cuerpo recipiente, cerró los ojos por un momento y apoyó su cabeza en los muslos del Uchiha con una tranquilidad innata.

— Cuéntame la vez que nos conocimos.—

Madara sollozó.

— Era verano, las cigarras se escuchaban por doquiera que fueras. Traté muchas veces de hacer que la piedra llegara a la orilla, iba a rendirme cuando de la nada una piedra apareció a mi campo de visión y sí logró lo que yo no pude. Me giré y estabas allí, con ese maldito corte de cabello y una mirada llena de seguridad —mordió su labio al socorrer en la desesperación al ver como sentía cada vez menos el chakra de Hashirama— Por regla ninja jamás dimos nuestros apellidos, éramos muy pequeños para entender el cruel mundo que nos íbamos a enfrentar en un futuro cercano.

— Es parte del mundo shinobi...—respondió suave, melancólico— Cuéntame la vez que nos dimos cuenta que ya no podíamos estar lejos del otro.

Izumi gimoteó somnolienta.

— Éramos unos adolescentes, recién sanados de una masacre de clanes y con ideales claros. Nos escapábamos cuando la noche enmudecía y la luz de la luna era la única que nos delataría, en aquel río que nos vio crecer, vi a través de tus ojos que no tenías esa ambición de tu familia.

— Ni tu eras el monstruo que decías ser...—

— Eran besos simples, torpes y llenos de inseguridad; pero que realmente hacían que todo lo malo desapareciera. Jamás pude hablar con tanta sinceridad en esas noches que compartimos tu diminuta cama, no sé cómo lográbamos crear un mecanismo que no dejara abrir la puerta hasta que tu mismo ibas y lo hacías.

— Nadie debía interrumpirnos, era nuestro momento...—su voz se comenzó a apagar en lo que su cuerpo se reducía a polvo— Madara...—

— ¿Sí, Hashirama?

— ¿Puedes contarme la vez en que nos amamos por primera vez?


FIN

Somos energía, eso me queda claro.

Te percibo incluso en tu ausencia, te escucho en los silencios más profundos y puedo verte hasta en la penumbra más oscura de mis lejanos pensamientos. Ahora dime, ¿lo sientes?

Quisiera saber si tus sentimientos también se encuentran sincronizados con los míos.

Siempre a tu lado, Uchiha Madara e Izumi Senju.

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⏰ Last updated: Jun 12, 2021 ⏰

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Oneshot Mpreg.Where stories live. Discover now