Epílogo

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~22 DE NOVIEMBRE~

JOYCE, 6 años

NARRADOR OMNISCIENTE

-¿Por qué no pudimos dejarla en casa? Sabes que no me gusta involucrarla mucho con el trabajo...

-Lo sé, pero Dominique dijo que su hijo también estaría. –Sabrina frunció el ceño mientras que la pequeña Joyce seguía jugando con sus peluches en cada mano.

-¿Estás queriendo insinuar algo, Daw?

-¿Algo como qué? –Preguntó mirándola confundido.

-No lo sé, dímelo tú. Sonó a que intentáis emparejar a nuestros niños desde tan temprana edad.

-¿Qué? –A Dawson le cambió la cara al oír eso. –Ni en broma. Mi princesa no tendrá novio hasta los treinta. – Sabrina rodó los ojos por lo exagerado que había sido. –Ahora en serio, Sab. No creo que el pensamiento de Dominique sea ese. Además, también estará su otra hija. ¿Significa eso que también quiere emparejarla con ella?

-¿Quién sabe? –Ambos miraron a la niña totalmente ajena a aquella conversación que sus padres tenían. – Igual deberíamos de haber traído a Maddie también, ¿no? Sí Summer también estará...

-Mmm... Tal vez, pero creo que ella y nosotros estaríamos más cómodos de ésta manera. ¿Quién la miraría
mientras bailamos?

-Oye, así parece que es un estorbo...

-Claro que no. Mis hijas no son un estorbo, menos ella, que tanto la había deseado. Solo digo que...

-¡Mi muñeca! –Gritó Joy llamando la atención de ambos adultos intentando coger la muñeca que se le había caído.

-Espera, cariño. –Sabrina, la más cercana a ella, se agachó para devolverle el juguete a su dueña.

-¡Gracias, mamá! ¿Falta mucho para llegar?

-No creo, hija. ¿Rossi?

-Según el GPS, estamos cerca, señor. – Dawson asintió sonriendole a su hija antes de seguir hablando con su esposa.

•••


-¡Cariño, estamos aquí! –Le gritó su madre por encima de todo el barullo de las conversaciones y la música que sonaba en el gran salón de aquel hotel.

Joy siembre había sido una niña independiente y aventurera, por lo que no le había importado salir a explorar la sala en busca de un rincón tranquilo en el que jugar.

-¡La señora Lacitos y el señor Burdeos van a bailar un vals! –Pegó sus muñecos moviendolos al son de la música que aún se escuchaba de fondo. –Bailas muy bien, señora Lacitos.

-¡Usted también, señor Burdeos!Rió por lo bajo mientras que canturreaba una canción que tanto cantaban en el colegio.

Mientras tanto, al otro lado del jardín, los hermanos Reened corrian de un lado al otro huyendo una del otro.

-¡Byron! –Se quejó la niña mirando hacia atrás comprobando si su hermano menor seguía siguiéndola antes de tropezar con sus propios pies y caer al suelo.

-¡Summy! –El pequeño niño de tan solo cuatro años llegó corriendo hasta ella preocupado. –¡Lo siento! ¡No le digas nada a mamá!

Lazos De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora