Capitulo 9 parte II

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-Para que todo ésto sea posible y por el bien del futuro heredero o heredera Marshall, usted debe casarse.

-¡¿Qué?! –Tanto Dawson, que se había mantenido todo éste tiempo al margen, como yo no pudimos evitar exclamar ante esa condición. ¿Qué debía qué?

-¿Pero qué está diciendo?

-Estás son las condiciones del señor Marshall, no mías, señorita Hamilton. –El abogado abrió el maletín que tenía sobre la mesa para sacar un sobre blanco antes de extenderlo en mi dirección. –Esta carta fue dejada para usted escrita de su puño y letra por Samuel Marshall. Tengo entendido que ahí explica porque dejó como su última voluntad todo ésto.

-Espera, espera. ¿Me estás diciendo que para que el bebé cobre la herencia debo casarme?

-Mmm... No sé si el señor Marshall quiso enfocarlo así, pero sí.

-Entonces no lo hará. –Dije decidida poniéndome de pie. ¿Pero que me estaba contando?

-No creo que esa sea la mejor decisión, señorita Hamilton. Le recomiendo que lea esa carta antes de precipitarse.

-Estoy de acuerdo con él, Sabrina...

-¿Pero os estáis oyendo? –Dije girándome hacia ambos. –¡Eso es una locura!

-Acepte la carta y llámeme cuando tome una decisión. –Lo miré mal cogiendo la carta que aún me tendía enfadada.

-¿Hasta cuando es el plazo?

-No hay plazo, pero le sugiero que entre más rápido tenga la respuesta, mejor. –Me quejé dando un puntapié en el suelo antes de salir del despacho enfadada.

¿Pero como iba a ser esto posible? ¿Qué tenía que ver un casamiento con el bebé? ¡Y todas esas cláusulas y ese dinero! Tenía que haberle dicho a papá que me acompañara hoy...

-¡Sabri! ¡Sabrina, espera!
Resoplé escuchando los gritos de Dawson a mi espalda. –Para estar embarazada, caminas bastante rápido...

-Idiota. –Dije antes de seguir con mi camino para salir de aquel bufete de abogados.

-¡Oye, espera! Recuerda que eres tú quien tiene que llevarme a la empresa.

-Con más razón para que dejes de molestarme si no quieres ir caminando...

-Sí, disculpa. –Asentí aceptando las disculpas en silencio antes de sacar las llaves del coche para quitarle el seguro. –¿Has pensado en todo lo de hace un momento?

-Mmm... No quiero ni pensarlo, la verdad. –Murmuré una vez ya sentada y con el cinturón de seguridad puesto para arrancar.

-Dime al menos que vas a leer esa carta.

-Lo haré. Es más, la leeré en cuanto llegue a mi casa.

-Por lo que supongo que no vas a ir a trabajar, ¿me equivoco?

-Sé que ésto no debería ser un impedimento para continuar en el trabajo, pero...

-No, no te preocupes, Sabrina. Estas son noticias fuertes para ti, por lo que ahora me dejarás en la empresa y regresas a casa ¿vale?

-Sí, gracias, Dawson. Y gracias por acompañarme hoy...

-De nada, y vuelvo a decir que no te preocupes por el trabajo. –Le sonreí a pesar de seguir con la mirada fija en la carretera rumbo hacia C&C Enterprise.

•••

Ya más relajada en casa y cómodamente sentada en el sillón tras darme otra ducha al volver, decidí abrir aquel sobre blanco en el que decía mi nombre en letra cursiva.

Como bien había dicho el abogado Miller, la carta estaba escrita y firmada por el propio Samuel Marshall. Ahora solo me quedaba leerla.

“Estimada señorita Sabrina Hamilton:

Si ésta carta llega algún día a tus manos, significa que yo ya no estaré.

Te preguntarás como es posible que hubiera hecho ésta carta, y la verdad es que yo soy así. Me gusta ir diez pasos por delante de todo y de todos, y eso significa que siempre estoy preparado para todo.

El abogado Miller ya debió de explicarte mis condiciones y voluntades que estoy seguro que te habrán sorprendido, pero ahora quiero explicar porqué elegí la condición de que compartieras tu vida con alguien.

No me gustaría que te sintieras obligada a hacerlo ni que pienses en que lo hago porque no confío en que tú sola puedas sacar al bebé ni mucho menos, porque estoy seguro que serías una genial mamá y papá para él o ella, pero sé por experiencia propia lo que es vivir sin padres y no quiero que el bebé corra con la misma suerte que yo. Me crié con mi abuela y no tengo ningún reproche ni mala palabra hacia ella, pero me hubiera gustado pasar al menos un momento de mi vida con mis padres. Por ésta razón, me gustaría que ese bebé creciera con una figura paterna a su lado que lo cuide y ame tanto como yo lo haría.

Tampoco sé si en tu mente estaba tener un futuro bebé o siquiera si estás de acuerdo con mantener al mío, por esa razón había dejado un punto bien claro en el contrato que habías firmado anteriormente. Éste bebé seguiría estando a tu cargo si algún día me hubiera pasado algo. No tengo familia, y para que se críe en un orfanato ¿qué mejor que hacerlo con su madre biológica?

Espero que entiendas que todo lo que hago lo hago por y para el bebé. Que mi apellido no sea un impedimento para que tu marido lo quiera y cuide como suyo propio, pero sobre todo, que tú puedas barajar las diversas opciones que se te estén pasando por la cabeza ahora mismo. Sea cual sea la decisión que tomes, será la correcta.

Gracias por haber querido ayudarme a poder tener descendencia a pesar de que no llegara a conocerlo o conocerla. Háblale de mí como aquella persona que le dió una parte de su vida, pero recuérdale siempre que padre no es quien te hace, sino el que te cría.

Mis más saludos cordiales para ti y para nuestro pequeño Owen o pequeña Joyce.

Samuel.”

Me limpié las lágrimas que sin querer se me habían escapado para volver a guardar la carta en el sobre.

Comprendía la postura y respetaba que Samuel Marshall quisiera que el bebé creciera con una figura paterna, ¿pero no iba a crecer sin una figura materna igualmente si él siguiera vivo? ¿O pretendía jugar a la familia feliz y que yo fuera parte de ella?

Habían cosas que aún no me cuadraban y no entendía, pero a pesar de todo, creo que muy en el fondo de mi corazón, ya sabía la decisión que iba a determinar mi vida a partir de ahora.

Lazos De SangreWhere stories live. Discover now