La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional

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Parte K


Una semana después de que el grupo de profesores llegara a la posada, Hennig entró con aire severo a la habitación donde Rustam y yo dormíamos. Mi amigo del ejército no estaba, así que podíamos hablar a solas.

El doncel se sentó cerca de mí y suspiró.

—Einar... —dijo en voz baja—. ¿Tú crees que los donceles puedan estudiar en una escuela como la que hay en Neilung?

Sonreí sin siquiera darme cuenta.

—Por supuesto que pueden, Hennig —contesté con entusiasmo—. El único problema es que parece que no se les permite.

Él bajó la mirada unos momentos y suspiró.

—Confío en ti, Einar, no conozco la razón exactamente. Decidí hablar contigo hoy porque necesito que alguien me escuche, y creí que tú lo harías... —Tomó aire—. Quiero ir a Neilung, a estudiar. ¿Crees que pueda hacerlo?

Quise gritar de la emoción. Sentí la misma dicha que tuve cuando Tarrant me llevó al castillo del rey Gunnar.

Había más personas con grandes sueños en Valkar, y aquello me hizo sentir muy feliz.

—Yo no soy quien debe contestar esa pregunta. Si lo que realmente anhelas es estudiar en Neilung, de seguro podrás hacerlo —respondí, tratando de no estallar de alegría—. Lo primero que tendrás que planear es cómo vas a llegar allá; debes tomar en cuenta que en las escuelas más especializadas no se permiten mujeres ni donceles.

—He pensado en eso los últimos días. El segundo problema no será tan grave mientras no parezca que soy un doncel, y tengo un plan para llegar a Neilung: hablaré con los varones que conocí hace unas semanas y les pediré que me lleven con ellos.

—Más vale que les digas lo antes posible, pero es importante que sepas que no será fácil convencer al grupo entero para que te lleve con ellos. No todos los varones son tan accesibles; si ese primer plan no funciona, tendrás que encontrar otra manera de llegar a Neilung.

El doncel se quedó en silencio unos instantes.

—Pensaré en esas alternativas cuando llegue el momento. Siempre he anhelado poder viajar por todo Valkar, así como lo hacen los huéspedes que llegan a esta posada; quiero recolectar mis propias historias y experiencias maravillosas. Pase lo que pase, será toda una aventura. ¡Tal y como las de los libros!

—Tal vez incluso mejor.

Hennig me miró con ojos brillantes y una sonrisa que se borró inesperadamente.

— ¿Cómo le diré a mi familia que quiero irme? —se preguntó con evidente preocupación.

—Tal vez eso sea lo más difícil —contesté, sin saber qué decir.

—Mis padres no necesitan mucha ayuda aquí, realmente —reflexionó en voz baja al notar que yo no podía contestar su pregunta—. Ellos pueden darle mi trabajo a alguien más y no se notará mi ausencia. Los extrañaré muchísimo si me voy, pero jamás he salido de Frizgal, y de verdad quiero ir a Neilung.

—Que vayas a estar lejos de tu familia no significa que no volverás con ella. En Valkar puedes enviar cartas desde casi cualquier parte. Lo primero que debes hacer es explicarles a dónde vas y por qué.

—Puedo no decirles hasta justo antes de irme —murmuró Hennig, sin imaginar que yo lo había escuchado.

Recordé las cartas que había dejado en casa antes de partir hacia el castillo y enlistarme en el ejército. Yo tampoco había avisado a mi familia que me iría y, hasta ese momento, todo estaba yendo de maravilla...

DornstraussWhere stories live. Discover now