Lealtad (2)

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Parte B


Definitivamente, encontrar a Keon no había sido una casualidad.

Sin embargo, su fino rostro apareció frente a él en las peores circunstancias. Si Alvar no avanzaba hacia dentro de Valkar solo por evitar lastimar a aquel soldado, el plan de Elatha para ayudarle a recuperar su lugar en el reino se vendría abajo.

El varón, empero, temía que el precioso guerrero con quien se encontró aquel día fuese herido por su culpa.

Keon sostuvo la mirada de Alvar por un momento más, observándolo como quien mira a un fantasma. Pudo notar que el varón vestía un gambesón que en algún momento de la batalla fue blanco, además de unos pantalones resistentes y un buen par de botas. No cabía duda de que Alvar estaba preparado para luchar ese día.

¿Por qué el varón peleaba del lado de los Ferig? ¿Sería un enemigo, acaso?

Perdido entre mil especulaciones que aparecieron en su mente al mismo tiempo, Keon dejó de bloquear la espada de Alvar. Al hacer eso, el varón aprovechó para desarmarlo, soltar su propia espada y enredar una de sus piernas entre las de Keon para que el soldado perdiera el equilibrio.

El guerrero no tardó en reaccionar. A pesar de que Alvar lo sujetó entre sus brazos para que no se golpeara, cuando cayó al suelo Keon se revolvió con toda su fuerza, empujando con brazos y piernas para liberarse del varón que, evitando lastimarlo, se puso sobre él y recibió los golpes del doncel aparentando no sentir dolor alguno. Keon sabía hundir los codos y las rodillas en lugares donde el dolor calaba hasta el alma.

Inevitablemente la fuerza de Keon, que pretendía liberarse a toda costa, superó a la de Alvar, quien bajo ninguna circunstancia heriría al guerrero en ese momento. El doncel logró levantarse un poco y arrojar al varón contra el suelo; no obstante, antes de poder ponerse de pie y recuperar su espada, Alvar volvió a desestabilizar al doncel. Se puso sobre él una vez más, suplicando piedad por parte del otro, pues este había recordado que portaba una daga y estaba a punto de desenfundarla.

— ¡Keon! —Alvar atrapó el brazo derecho del doncel para tranquilizarlo y lo sujetó con tanta fuerza como le fue posible ejercer sin llegar a lastimarlo—. Escúchame, necesito explicarte algunas cosas.

Todavía batallando por liberarse, Keon oyó la voz de Alvar cerca de su rostro. Bochornosamente cerca. Entonces, dejó de atacar. Quiso responder con tanta osadía como confusión sentía en ese momento, pero la mirada preocupada de Alvar le impidió pronunciar palabra. ¿Qué tenía que explicarle el varón? ¿Por qué luchaba en contra del reino que, a su lado, se había molestado en conocer durante el primer mes de la primavera?

—Búscame al anochecer —terminó de decir Alvar, señalando con su cabeza hacia el bosque.

El varón rubio se puso de pie trabajosamente, aguantando el dolor que habían dejado en su cuerpo los fieros golpes de Keon. Este último tardó un poco más en incorporarse, todavía sintiendo el cosquilleo que la respiración de Alvar dejó sobre su piel; el doncel tomó su espada antes de levantarse, mientras observaba cómo Alvar se perdía entre la masa de contendientes en el campo de batalla.

DornstraussWhere stories live. Discover now