ᴄᴀᴘ 42: ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ

128K 10.9K 7.4K
                                    

Aisa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aisa

Agarrados de la mano, Zac y yo entramos al recinto funeral donde se lleva a cabo el velorio de Amanda. Tengo el alma destrozada y estoy llena de miedo. No quiero ver el ataúd donde yace mi amiga, no quiero comprobar que la he perdido para siempre... no, no quiero aceptar que nunca más volveré a verla. ¿Por qué debo seguir perdiendo a la gente que amo? El universo debería hacerme pagar a mí y dejar de meterse con mis seres queridos.

Al hacer acto de presencia, los llantos, los murmullos y las miradas acusadoras se hacen notar. Todos me miran con ojos de reproche, continúan pensando que debí ser yo; todos desean que sea yo, para que todo esto pueda terminar.

Zac aprieta mi mano en muestra de apoyo, tomo valor, e ignorando las miradas, caminamos hacia el féretro; está cerrado, ya que el cuerpo de Amanda quedó tan destrozado que dijeron que era mejor que no lo viéramos.

La angustia y el dolor arremeten contra mí cada que pienso en la cruel muerte que tuvo. Su voz aterrorizada sigue haciendo eco en mi cabeza: clamaba por ayuda, y yo no pude hacer nada...

Unos cuantos pasos antes de llegar, Zac nos detiene. Entonces noto la presencia de Jared, que está sentado junto al ataúd. Tiene la cabeza hundida entre sus manos y parece estar llorando. Eso termina por desbaratarme. Lo que sería una bonita historia de amor terminó de esta manera tan horrible por mi culpa.

—Pobre Jared... —Intento acercarme a él, pero Zac tira de mi mano.

—No te le acerques. —Su mirada y su voz denotan cierto recelo que me desconcierta.

—¿Por qué no?

—Parece querer estar solo, déjalo en paz.

—Pero...

—¡Aisa! —Me giro al escuchar mi nombre en boca de la señora Soto. Se acerca a mí a grandes pasos y con una mirada enardecida. No tengo tiempo de reaccionar, ni de decir nada cuando mi rostro se gira de una fuerte abofeteada—. ¡Vete de aquí!

—¡Señora Soto, ¿qué hace?! —Zac me hala hacia sí, para cubrirme de la madre de Amanda.

—¡Lo siento, Zac, pero no la quiero a ella aquí! ¡Por su culpa mi hija está muerta!

—¡¿Pero qué dice?! ¿Cómo puede culpar a Aisa de algo que no cometió?

Con la mirada humedecida, miro a la mujer frente a mí. Queda claro que está siendo consumida por el dolor, la ira y confusión. Sé que una parte de ella cree que no es mi culpa, pero hay otra que busca de manera desesperada una razón válida para que su querida hija ya no esté, aunque no la hay, y saber que soy yo el blanco del asesino la motiva a descargar su furia contra mí. Lo entiendo, yo también hago lo mismo.

—L-le dije que se alejara de ella, que no era seguro que siguieran viéndose, pero no me hizo caso. Te eligió a ti y por eso está muerta. ¡Deberías largarte y no volver nunca más! Así ese asesino nos dejaría en paz.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora