ᴄᴀᴘ 21: ᴢᴀᴄ, ᴀᴍᴇ́ʀɪᴄᴀ ʏ ᴀᴍᴀɴᴅᴀ

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Aisa

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Aisa

 Después de pasar casi todo el día dormida, finalmente despierto, y lo hago para encontrarme con habitación en total oscuridad; es de noche, pero no sé qué tan tarde es. Me muevo con la intención de sentarme. Un pequeño aullido de dolor escapa de mi boca al sentir un punzante dolor en mi estómago.

Tomo una profunda respiración y me reclino con cuidado sobre la cama. Tengo que morder mis labios, para evitar soltar una que otra maldición debido al dolor que me asalta. Enciendo la lámpara de noche y con cuidado subo mi blusa para comprobar que la herida no se haya infectado; la zona está entre roja y morada. Se ve terrible y duele condenadamente horrible.

—Eso se ve feo —se escucha de pronto la voz de As, proveniente de una esquina de la habitación, y me da un tremendo susto.

—¡As, me has asustado! No salgas así de la nada.

—No salí de la nada; he estado todo el tiempo aquí. Ha estado lloviendo, así que no me ha apetecido salir.

—¿Hay medicamentos para desinfectar mi herida?

—Aquí no. Si no te hubieras escapado, ya te habría curado como debe ser.

—¡Te recuerdo que fue tu culpa!

—Sí, claro...

—Maldición, duele demasiado.

—En cuanto amanezca iré por el medicamento —dice antes de salir de su escondite. Hace su conocida sonrisa y después sale de la habitación.

Vuelvo a cerrar los ojos con la esperanza de recuperar el sueño, pero me es imposible, ya que he dormido demasiado. El dolor de la herida se intensifica conforme pasan las horas y comienzo a sentirme muy mal. Me remuevo en la cama, incómoda, y con mucho frío. Me tapo con la cobija hasta la cabeza y me hago bolita.

Cuando logro dormirme no me dura mucho el gusto, ya que mi sueño es atormentado con recuerdos de la noche en que mi familia fue asesinada. Veo sus cuerpos bañados en sangre, sangre que se encuentra en todas partes. Puedo verme parada en el umbral de la puerta de la habitación de mis padres. Ellos apenas siguen vivos, y sus cuerpos están mutilados. Una sombra se aprecia al final del lugar, pero no alcanzo a distinguir de quién se trata. Solo veo su silueta acercarse a ellos para comenzar a destazarlos. Quiero gritar por ayuda, pero ni mi cuerpo se mueve ni mi voz sale; lo único que puedo hacer es observar... observar cómo mis padres son asesinados.

Abro los ojos de golpe y me reclino rápidamente sobre la cama, lastimándome un poco más. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que ha amanecido. Mi cabeza da vueltas, tengo náuseas y no hay rastro de As.

Trato de levantarme para ir al baño, pero no lo consigo, pues no solo mi herida duele si no que mi cuerpo está demasiado débil y mis piernas no me sostienen. También me doy cuenta de que mi ropa está empapada en sudor, tal vez provocado por la reciente pesadilla. Mi boca está seca y mis labios partidos; creo que me estoy deshidratando.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora