Capítulo 26

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Sentí como si me hubiera sacado un mundo de los hombros.

De verdad me sentía muy sola. Bruce estaba trabajando todo el tiempo y no era lo mismo solo tenerlo por teléfono. Por eso sentí la necesidad de buscar a la madre de Bryan, quería darle la noticia y en secreto esperaba sentir algo de cariño, y efectivamente lo encontré a montones.

Conocí a Howard y me recibió muy contento, de gran altura, contextura mediana, de entradas pronunciadas en su poquito cabello blanco, de sonrisa amable y ojitos brillantes azules. Le gustaba mucho usar camisas con tirantes. Estaba tan feliz que incluso sugirió que me mudara con ellos. Sentí que abusaba de su confianza, así que rechacé la oferta, apenas me conocían y no quería incomodar la convivencia que ellos ya tenían.

Me dieron su apoyo y la señora Miller era la más empeñada en saber si tenía todo lo necesario para el bebé. Aún faltaban algunas cosas, pero estaba manejando todo con tranquilidad.

Debía buscar la primera ropita del bebé, artículos de aseo básicos y un bolso solo para sus cosas. Lograría completar todo hasta cerca de su nacimiento.

Me sentí muy a gusto con ellos, fueron muy cálidos y cariñosos todo el tiempo. Lo mejor era que, entre mi casa y la de ellos, no había gran distancia, y nos podíamos visitar seguido.

Los últimos meses del embarazo resultaron más relajantes, aunque se suponía que serían todo lo contrario, sin embargo, a veces me ganaba la tristeza. Reflexioné mucho, aprendí a aceptar mis cicatrices, las que me llevaron a buscar venganza, no confiar en nadie y a ser fría ante el amor. Las dejaría en paz.

Me lamentaba mucho, preguntándome cómo hubiese sido todo si tan solo hubiera cedido un poco más ante sus galanterías, pero al instante me arrepentía, no había nada que pudiera hacer, era mejor aceptar lo que fue y abrazar los momentos más dulces e intensos en mi memoria, al y al cabo cada una de mis acciones y decisiones las tomé pensando en que era lo correcto en su momento, no había forma que pudiera saber lo que ocurriría después, al menos no era algo que pensé que sucediese así de pronto, realmente pensé que lo resolveríamos como equipo y saldríamos todos sanos y salvos.

Y es que, pensando en él, fue que decidí dedicar parte de mi tiempo a escribir todo lo que viví, y si repasaba las hojas de este cuaderno, me resultaba curioso que no faltara el nombre del padre de mi bebé en ninguna página. Llegué a encontrar una técnica en la que cada línea era cómplice de mis pensamientos.

Hasta que finalmente fui a parar al hospital.

La señora Miller y su marido Howard me apoyaron mucho durante todo el proceso. Todos estábamos nerviosos y sentíamos miedo, pero estábamos juntos y eso eliminaba cualquier duda, definitivamente, todo estaría muy bien.

Fue una corta jornada, menos mal, al natural y con mucho dolor, mi pequeño nació y una parte de mí al verlo, sintió que el mundo cabía en un pequeño ser, capaz de llenarme de luz y fuerza.

Quedé exhausta y pude conocerlo y tenerlo entre mis brazos por unos pequeños instantes. Luego se lo llevaron para bañarlo y vestirlo. Nos reencontraríamos después en la habitación de reposo.

Diana y Howard estaban encantados y profundamente enternecidos por mi pequeño dormilón, en sus pijamitas color amarillo.

Bruce usó el jet de la agencia para regresar desde Dubái y verme, inclusive Fox vino desde Londres.

― Me hubiera gustado que me lo comentara, agente Williams —noté un dejo de recelo en la grave voz de Fox.

― Tenía pensado decírselo cuando regresara a la agencia a presentar mi renuncia formal —acunaba a mi bebé en brazos. En pocas horas nos darían el alta para regresar a casa. Tenía la habitación llena de globos de helio, peluches y algunos arreglos con pañales y dulces, la mayoría eran de Bruce.

Mis cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora