Capítulo 11

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Hubo más después de ese. Tuve que contraatacar, de pronto todos los presentes sacaron armas, teniendo un solo objetivo: matarme.

Un auto negro frenó bruscamente fuera de esa casa y escuché más disparos estruendosos.

― ¡Bruce! —grité y corrí a esconderme detrás del mesón de la cocina y seguí disparando en cada oportunidad que tenía.

― ¡Cassandra, Bryan está en el sótano, tienen que salir de ahí! —Bruce se desesperó.

― ¡No hay tiempo, sal como puedas! —no fue claro, pero era probable que Storm estuviera lidiando con alguien por los jadeos de su voz.

Me era difícil mantener la concentración en la conversación, el ruido del lugar me lo impedía.

― ¡Maldición! —me escabullí hacia el jardín, tuve que sacarme los tacones para mayor agilidad— ¿Storm, qué pasa? —vociferé al escuchar el estruendo de varios disparos en mi auricular.

― ¡Bryan, tienes que salir! —gritó Bruce.

― ¡Demonios, ya lo sé! —replicó el mencionado.

― ¿Dónde estás, Cassandra? —preguntó Bruce.

No pude responder más, porque una de las mujeres me tomó por sorpresa y me quitó el arma. Tuve que encargarme de ella a golpes.

― ¡Cassandra! —volví a escuchar a Bruce.

― ¡Diablos! —Storm se quejó.

― Minuto, treinta segundos y contando —dijo el técnico.

Grité, mientras luchaba con esa mujer y por lo poco que escuchaba ya, Storm seguía en la misma situación con alguien.

― ¡Maldita zorra! —vociferé, mientras le di una patada en el abdomen.

― ¡Chicos, no queda mucho tiempo, aléjense de ahí de una vez! —Bruce gritó.

― ¿Qué? —no entendí lo que dijo.

― ¡Que se vayan! —escuché un disparo más en mi auricular.

― No puedo...—jadeó Bryan.

― Un minuto y contando. ¿Storm, cómo que no puedes? —replicó Bruce.

― ¡Oh! —se quejó de nuevo mi compañero— ¡No puedo moverme, el maldito me disparó!

― ¡Demonios! —dejé noqueada a esa tipa al fin— ¡Entraré!

― ¡Esto va a volar en pedazos, Cassandra, vete! —Storm me advirtió.

― Cuarenta segundos... —dijo Bruce.

― ¡Tenemos tiempo! —agregué.

― ¡No, no hay, mujer, no vengas! —Storm insistió.

De pronto aquel auto de antes avanzó y me visualizaron en el jardín. Más disparos fallidos llegaron hacia a mí y me impidieron llegar a la puerta.

― Treinta segundos... —siguió contando Bruce—. ¡Storm, intenta salir!

― ¡No me dejan entrar! —vociferé.

― ¡Cassandra, aléjate ya! —me dijo Storm.

― ¡No voy a dejarte atrás! —repliqué.

― ¡Es que no te lo estoy pidiendo! —escuché de nuevo a Bryan— ¡Vete de una vez!

― Veinte... —oí a Bruce.

― ¡Bryan! —me desesperé—. ¡Tienes que salir! —los tipos me seguían disparando.

Mis cicatricesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum