Capítulo 23

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Abrí los ojos, sintiendo un dolor de cabeza muy fuerte.

Seguía en aquel edificio abandonado, lo reconocí por el maltrato de las paredes.

Estaba muy mareada, ignoré cuánto tiempo habré estado desmayada. Me levanté apenas del suelo teniendo una vaga y última imagen de Dominic Stevens antes de noquearme, y ante mis ojos ahí estaba, con un pedazo de tela blanca amarrada alrededor del muslo izquierdo, donde alguien lo habría herido. Me devolvió al piso de una sola bofetada.

― ¿No que muy valiente? —me desafió ante mis vagas y débiles fuerzas— ¡Levántate, estúpida! —me dio una patada en la mandíbula—. ¡Te convertiste en un fastidio desde el principio! —me tomó del cabello con brutalidad— ¡Le dije bien claro a Storm que se deshiciera de ti, pero al parecer la mano le tembló mucho!, ¿pero sabes qué?, ¡a mí no me tiembla nada! —me lanzó con fuerza.

Lo hice tropezar con mis pies y lo mandé al piso, pero yo seguía sin fuerzas, no podía defenderme.

Me golpeó más hasta que me puso de pie y me impactó contra la pared.

Empezó a asfixiarme.

― Una bala solo sería darte el gusto de la muerte —continuó—, y yo prefiero que disfrutes cada segundo de ella. Saluda a tu padre de mi parte...

Entonces fue arrastrado lejos de mí desde la parte trasera de su camisa y cayó al piso de un solo golpe en la mandíbula. Yo caí sin fuerzas también.

Forcejearon más hasta que Stevens quedó inmóvil.

― Cassandra... —era su voz, la de Bryan—, mi amor... —apartó el cabello de mi rostro y me tomó entre sus brazos—. Amor, reacciona, dime algo...

― Bryan... —me aferré a su abrazo.

― Ven, tenemos que salir de aquí —dijo, conteniéndome y arrastrándome lejos del cuarto—. ¿Tienes el chip? —busqué rápidamente en mi pantalón y no había nada. Negué con la cabeza, volvió al cuarto a registrar la ropa del inconsciente Stevens.

Aparecieron más hombres en nuestro piso junto a un McGregor agitado. Ambos estábamos demasiado golpeados y cansados, aun así, debimos sacar fuerzas para defendernos.

Entre los golpes rodé por escaleras, esquivé y desvié disparos, intenté, además, volver a subir, pero la pelea me llevó dos pisos abajo, cuando finalmente eliminé a los que me perseguían.

Pude retomar el camino de regreso, solo pensaba en sostener la mano de Bryan. Aquel pensamiento se clavó en mi mente con ahínco, eso fue lo único que me motivó en ese instante para continuar. Su mano era su compañía, tal como la rosa su amor, era lo que necesitaba para dejar todo esto atrás, desactivar la bomba e intentar formar una vida juntos, lejos de este trabajo tan arriesgado.

Lo necesitaba, comprendí su sacrificio, mi corazón no tenía nada que perdonar, debió mentir para sobrevivir y ayudar a su familia, lo hizo de nuevo para salvarme después. Todo estaría bien, solo debía sostener su mano...

― ¡Bryan! —lo alcancé a mitad de las escaleras, se desplomó débil.

― Debes irte... —susurró.

― No, no... —su abdomen sangraba mucho—. ¿Qué fue lo que pasó?, ¿son disparos?, ¿son cortes? —podía deducir superficialmente que eran ambas, heridas de navaja probablemente e impactos de balas, no estaba segura de cuántas.

― Tienes que irte...

― Llamaré a Bruce, él conseguirá ayuda —aplasté mi oreja y no sentí el auricular, se me habría caído en algún momento. Sentí una punzada de nervios, ¿cómo pediría ayuda sin contactar a Bruce? Bryan no resistiría, necesitaba actuar inmediatamente.

Mis cicatricesWhere stories live. Discover now