Capítulo 4

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Tal cual, como había indicado Fox, al poco tiempo recibí el mencionado maletín como un servicio a la habitación, disimulado en un carrito de comida, con cartuchos de balas, armas y un celular exclusivo de la agencia para las misiones llevadas a ejecución.

Al revisar los archivos descubrí que la misión estaba relacionada con «El Sol» y de inmediato sentí emoción, podría vengarme y hacer mi trabajo al mismo tiempo, eliminando aquella gente basura, o al menos a las cabezas más pesadas.

No había sentido tanta ansiedad por un caso desde que había egresado de la academia y pude convertirme en agente. Por fin el INA7 me daba la oportunidad de acabar con la fuente de todo mi rencor y resentimiento, por fin vería caer al líder de «El Sol» y a todos sus secuaces, aquellos que cubrían sus negocios sucios bajo marcas comerciales de prestigio, mientras nadaban campantes en dinero y mataban por obtenerlo.

Al salir de mi camarote vi a Alejandro Rogers, él era mi primer objetivo de manera oficial.

Logré acercarme lo suficiente para escuchar su conversación con Dominic Stevens sin que lo notaran. Hablaban cerca del balcón y me agaché doblando en una esquina.

― Ya todo está en marcha —decía Dominic con voz profunda.

― ¿Y qué hay de la chica?

― La mantienen vigilada. El halcón no hará ningún movimiento por ahora —así se referían al pajarraco líder de «El Sol»—. Todo va de acuerdo al plan.

― ¿Y en cuanto al águila? —esa ave era nueva para mí.

― Una vez activada la bomba, no nos servirá —me inquieté con la información.

― ¿Morirá? —preguntó ingenuamente Alejandro Rogers. Concluí que aquel principiante debió haber pasado la prueba de los noventa días que suele aplicar «El Sol» a sus miembros recién llegados, se trataba de ponerlos a cargo de extorsiones y estafas personalmente, sin intermediarios, hasta comprobar su lealtad y que no tuvieran ninguna conexión con la policía. Algunos terminaban muertos durante ese período por su inexperiencia.

― Exactamente.

― ¿Y qué hay del trato?

― Mi querido Alejandro —dijo exhalando un suspiro—, algo que debes aprender es que la compasión no está en nuestro vocabulario. Entiende que la chica es solo una forma de usar al águila.

― ¿Y si la chica se sale de control?

― No te preocupes, no pasará —respondió muy convencido.

Se vieron distraídos por una bandeja de bebidas ofrecida por un mesero. Se fueron y yo me vi sorprendida por el estorbo que tenía como compañero.

― Aún no es medio día y ya estás trabajando en la misión —dijo súbitamente sobre mi hombro.

― Storm... —me hizo dar un brinco—. Sí y me va bastante bien por mi cuenta —volteé hacia él y sonrió.

― Debo confesar que la Cassandra seductora era increíblemente irresistible, pero la Cassandra gruñona es bastante adorable.

― Oh, qué dulce de tu parte —emprendí el paso con dirección a mi camarote y me siguió— Pero lo que digas sobre mí realmente no me interesa.

― ¿Sabes? En las pocas horas que llevo conociéndote tal y cual eres, he llegado a la conclusión de que te alteras fácilmente.

― Qué intuitivo ¿Quieres una tarjeta de felicitación?

― Ya deja de estar tan a la defensiva, ¿quieres? Si seguimos peleando así, no llegaremos a ningún lado.

― Yo puedo trabajar muy bien sola.

― Pero no puedes hacer lo que quieras, estás estancada conmigo, debemos trabajar juntos.

― Sabía que debí haber apretado el gatillo cuando tuve oportunidad —discutíamos a voz baja.

― Te guste o no, ahora somos un equipo y tendremos que aprender a confiar el uno en el otro.

― Pues se me hace bastante difícil, considerando que nuestros encuentros previos no se deben precisamente a coincidencias.

― Es exactamente de lo que quería hablar contigo.

― Cualquiera pensaría que trabajas con ellos —tras llegar a mi camarote cerré la puerta.

― Bueno, tú tampoco estás libre de culpa, Williams.

― Tengo motivos personales para haberme involucrado antes de que me asignaran a esta misión.

― Yo igual.

― Cuéntame la historia —me senté en la cama, con las piernas y brazos cruzados—. A ver si de verdad no tienes algo que ver con ellos.

― Mi primera asignación al salir de la academia fue como agente de apoyo para la investigación de una posible infiltración de «El Sol» en nuestro departamento. Lo corroboramos, él fue capturado pero la organización era tan compleja que me sorprendió lo fácil que fue saber quién había sido el infiltrado, así que le propuse a Fox que siguiéramos la investigación y me sacaron del caso por «desacato de órdenes», pero eso no me detuvo.

― ¿Por qué no lo dejaste?

― ¿Tú lo hubieras hecho?

Hice un gesto vago con los hombros.

― ¿Y tú cómo sabes tanto de «El Sol»? —preguntó.

― Por casualidad descubrí unos archivos, el líder era un traficante de drogas, dueño de hoteles, casinos y restaurantes en todo el mundo —omití que entonces me enteré que fueron ellos, los infelices que mataron a mi padre—. Y aunque entiendo muy bien que la mafia italiana puede ser compleja, yo no fallo en mis misiones. Por eso los he estudiado por años.

― Bueno, entonces ambos tuvimos razones para estar en el club «Ice», la cafetería y el crucero.

― También te vi en el casino, Storm.

― ¿Tú eras la rubia?

― Sí.

― Sabía que me resultabas familiar —cruzó los brazos—. Parece que no seremos tan mal equipo, después de todo.

― Debemos continuar —me acerqué a mi computadora portátil—. Escuché a Dominic Stevens y al nuevo, Alejandro Rogers, hablar sobre una bomba.

― No precisamente es un explosivo. Recuerda que ellos usan claves.

― También mencionaron a una chica y un águila.

― ¿Un águila? —preguntó.

― ¿Crees que sea un alto socio del halcón?

― Es muy pronto para saberlo. Tendremos que averiguarlo.

― Separémonos —propuse—. Tal vez así consigamos más información.

― No me extrañes mucho, preciosa —me besó en la mejilla en un descuido y se fue.

― Ugh... —me quité su saliva con la mano.

Mis cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora