Capítulo 19

5K 410 59
                                    

Pasado el mediodía, fue Bryan quién salió a comprar nuestros almuerzos. Nos ponía nerviosos el servicio de entregas a domicilio, siempre pensando que podrían intervenir nuestra llamada o al repartidor lo interceptarían, haciéndole daño, para llegar a nuestra dirección. Solo cuando lo considerábamos seguro hacíamos ese movimiento, de lo contrario, cualquiera se ponía una gorra, se vestía de negro e iba a en busca de la comida.

― Al parecer localizaron el parche de audio, porque desde hace quince minutos perdimos la señal —comentó Bruce, estirando su cuello. Nos encontrábamos en la sala de estar, él en un sofá y yo en otro al frente.

― Fox está enterado de la conversación en clave, seguro trabaja en ello también. Bryan pasará recogiendo los trajes que coordiné con la tienda hace un rato. Tenemos los equipos y el plan listo —suspiré, alejándome de la laptop—. Todo saldrá bien.

― Seguramente —asentía con la cabeza con determinación—. Estamos preparados —fijó sus manos sobre sus rodillas. Aunque lo afirmara, podía notar la duda en él.

― ¿Qué te pone nervioso?

― Que surja un imprevisto, Cass. Hemos analizado varios escenarios, pero casi siempre nos pasa algo que no prevemos.

― Lo resolveremos, Bruce.

― Está bien, está bien —suspiró e intentando alivianar el ambiente, cambió la dirección de la conversación—, porque me gustaría encontrar el amor después de esto, como ustedes.

Sonreí, me tomó por sorpresa, aunque al mismo tiempo me incomodaba que no hubiera tocado el tema, estaba en zozobra esperando que llegara el momento.

― No llevamos ni un día juntos, hablar de amor es una palabra que pesa mucho.

― Pero si lo aceptaste es porque algo sientes.

― Creo que siento todo, Bruce —sonreí para mí, agachando la mirada, tímida ante la explosión de latidos en mi pecho.

― Es un buen tipo debajo de esa fachada despreocupada, además muy listo, sabía que lograría la forma de llevarse bien contigo, lo que no vio venir fue el flechazo que le diste. Él muy campante, muy seguro, muy confiado que solo sería algo pasajero, y ahora con esfuerzo se despega de ti.

― Nos sorprendió a ambos.

― Estoy feliz por ustedes, de verdad. Me inspiran a buscar a alguien para mí también. Las pocas compañeras que he tenido me han dejado por decirles la verdad, pensando que en cualquier momento llegaría en un ataúd. Y a las que les mentí sobre mi trabajo, se cansaron de esperar por tanto tiempo, me han acusado de tener otra familia, de misterioso, de ser alguien poco confiable. He llegado a decir que trabajo en barcos, pero en el puerto nunca me encuentran. Y lo peor de todo, es difícil encontrar a alguien con quien compartir.

― Es una ocupación complicada, Bruce, puedo comprender tu situación; no sabía que habías tenido varias relaciones amorosas.

― Solo unas pocas como mencioné, tampoco es seguro que hablemos de ellas, pero a veces uno siente la necesidad de contar lo que ha vivido.

Tenía tanta razón. Vivíamos tanto, sentíamos tanto, y la mayor parte de nuestra vida se basaba en un profundo secreto y confidencialidad, mientras que la otra parte, la sentimental, casi siempre había que disfrazarla para cuidarla o simplemente nunca mencionarla.

― Si es algo que deseas —repliqué—, un día llegará esa persona para ti, te aceptará y será tu verdadero refugio cuando lo necesites. En mi caso, no lo busqué, hui por muchos años de esto, ya sabes cómo soy, construí una muralla entre las relaciones y yo.

― Y Storm fue muy hábil derribándola —sonreímos.

― Aún no lo proceso del todo, no entiendo cómo llegamos a esto. Tampoco tengo experiencia en relaciones adultas, no sé qué se supone que debo hacer.

― Solo sé tú misma, no hay un manual. Así como él te ha buscado toda la mañana, cual terrón de azúcar —sonreímos—, y te he visto algo incómoda, pero finalmente aceptas tímida, y lo entiendo, estás acostumbrada a los golpes y al desafío, que de pronto ya no sabes qué hacer ante la ternura.

― Me siento muy transparente ante esta situación —me tapé la cara un momento con las manos, intentando ocultar mi rubor natural.

― Es normal, Cass. Solo disfrútalo, no te cohíbas, vívelo tanto como puedas —y escuchamos de pronto la puerta abrirse junto a mi nuevo novio—. Y hablando del Rey de Roma...

― Llegué, chicos, vamos a comer.

Mis latidos aumentaron solo con verlo de nuevo, estaba fuera de control.

Entre varias fundas, hizo cambios de mano para dejar los trajes colgados en un porta abrigos y los empaques de comida sobre el pequeño comedor.

Y a su espalda, debajo del abrigo, buscó una dulce sorpresa que colocó de sopetón frente a mí: una rosa roja y fresca.

― Para ti, amor —espetó y me dejó un suave beso en la mejilla.

La tomé tímida, era la primera vez que alguien tenía un detalle así conmigo. ¡Y significó tanto!

También había sido mi decisión después de todo, me había encargado de poner mucha distancia entre los posibles hombres interesados en avanzar conmigo hacia una relación y mi corazón.

Apenas estaba abriendo la puerta otra vez, un poco oxidada, con telarañas y muy sucia, y ya recibía tremendo regalo, porque así lo sentí, como algo enorme.

Había pensado en mí, decidió hacerlo sin pensar si me gustaría o la arrojaría por la ventana, se preocupó por darme un regalo, esperando tal vez, sacarme una sonrisa.

Ahora entendía por qué muchas mujeres atesoraban cada mínimo presente.

No era una rosa, era su amor.

Podía imaginar muchas rosas después, esperaba que así sucediera. Las veía como representación de mejores días, unos brillantes, tranquilos, divertidos entre citas a restaurantes, viajes turísticos a diferentes ciudades del mundo, o caminatas en la playa, bajo árboles de cerezo, entre la bulla nocturna de la gente, o un momento entre el sofá y nuestra habitación.

Deseé un hogar para los dos, desayunos compartidos, tardes de películas, noches íntimas bajo la luna.

De repente lo quería todo, lo quería tanto que me apretaba el corazón.

Esta chispa de amor fue tan inmediata y adictiva que, aunque intenté bloquearla desde el principio, fue más poderosa, más intensa que cualquier mínima emoción que pudiera sentir antes por otro hombre.

Era una chispa que estaba haciendo un incendio en mi alma.  

Mis cicatricesOn viuen les histories. Descobreix ara