Capítulo 25

4K 399 143
                                    

Me fui lejos, tanto como pude.

Recorrí muchos lugares y para eso me tomé meses.

Mi corazón ya no pude entregarlo de nuevo, constantemente sentía cuánto amaba a Bryan y para eso tenía un recordatorio natural: todos los días veía cómo mi vientre crecía. Fue el hermoso regalo que él me dejó.

Empecé a tener nuevas prioridades y sin duda consideré no volver más a la agencia. Mi bebé merecía dedicación.

Fue una sorpresa que me llenó de dudas, ¿cómo lo iba a lograr sola?, ¿dónde podría criarlo?, ¿debía asentarme lejos de la agencia o tal vez cerca?, ¿debía pedir espías para nuestro cuidado?

Me sentí muy ansiosa durante las primeras semanas, además de tener síntomas que me desbalancearon anímicamente, entre mareos y vómitos.

Cada dos semanas saltaba a otra ciudad o país, buscaba huir del dolor que me causó la pérdida de Bryan, también buscaba un hogar, me preguntaba constantemente dónde estaría.

Cuando cumplí cuatro meses de gestación entendí que debía tomar una decisión y fue cuando me ilusioné con compartirlo con alguien y contárselo, de modo que llamé a Bruce.

Hey... —sonreí, con el teléfono en la oreja, en un campo de césped, mientras veía a la Torre Eiffel en un atardecer.

― ¡Cass, hola! —lo escuché agitado pero contento—. No hemos hablado mucho en estas últimas semanas, disculpa, ya sabes lo intensas que son las misiones. Apenas acaba de terminar un tiroteo, estoy con el corazón en la boca del susto. Pero ya terminamos y regresaremos a Washington pronto. Me muero por preguntar dónde estás, pero solo espero que te encuentres muy bien.

― Estoy embarazada.

― ¡Qué! —elevó la voz muy fina y reí por eso.

― Sí, es muy loco, y estoy muy ilusionada, ¿sabes?

― ¿El bebé es de...?

― Así es.

― Vaya... Seguramente está muy feliz y los cuida mucho desde donde sea que esté, Cass.

― Confío es eso también —tragué grueso, eliminando un doloroso nudo en mi garganta.

― ¡Qué emoción, seré tío! —reí otra vez— Por favor, encontrémonos, avísame y voy a verte.

― Te enviaré el detalle por la línea segura.

― Perfecto. Cuídate mucho, eh, nos vemos pronto.

― Adiós.

En un par de días llegó a París y nos vimos en una cafetería, él vestía gorra negra, camiseta azul y pantalones jeans de color café. Por mi lado opté por una blusa blanca un poco holgada para mi comodidad, shorts de color naranja y sandalias de plataforma baja. Pudimos compartir un par de bebidas y croissants al aire libre en una mesita. En realidad, comí más de un par.

― Estoy fuera de control, tengo hambre todo el tiempo.

― Estoy feliz, en serio, Cass, me da mucho gusto verte relajada, ilusionada, comiendo así, es maravilloso.

― Siempre me has conocido muy estricta, ¿no?

― ¿Quién soy para juzgarte? Solo me pone contento verte en esta faceta. Pero casi no se te nota.

― Es muy chiquito aún —sobé mi pequeño vientre abultado.

― ¿Y qué harás?, ¿qué pasará ahora?, ¿te quedarás aquí?, ¿residirás en otra parte?

Mis cicatricesWhere stories live. Discover now