Capítulo 21

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Se escucharon varios disparos. La gente entró en pánico, muchos gritaron y salieron corriendo. Intenté sacar el arma escondida en mi muslo, sin embargo, para Storm fue más rápido sacarla de la cintura de su pantalón y disparar. La mía se había atascado y no logré fijarme que uno de los mafiosos me apuntaba a mis espaldas. Bryan me jaló del brazo y disparó.

Nos protegimos detrás de una columna y lancé un gruñido luego de sacar mi arma al fin.

― Cassandra, escúchame, no tenemos mucho tiempo. Tengo que decirte algo.

― ¿Están a punto de matarnos y tú quieres hablar? —vociferé. Justo una bala rozó la columna y di un brinco del susto.

― ¡Tienes que saberlo!

― ¿No puedes esperar? —volví a intentar con el técnico— ¡¿Bruce?! —el auricular estaba mudo.

― ¡No! —otra bala impactó el concreto y Bryan me atrajo hacia otra columna. En el movimiento se cayó una fotografía de uno de los bolsillos internos del traje. Se apresuró en tomarla del piso. Era la misma fotografía que había encontrado entre sus cosas aquella vez en el crucero. Esa chica de cabellos rojizos, con carpas y un ambiente polvoriento en el fondo.

― ¿Quién es ella?

― ¡Es precisamente de lo que quiero hablarte, Cass, necesito que confíes en mí y me escuches!

― ¡Storm, estás loco, definitivamente este no es el momento!

Entonces una élite de la policía local entró al lugar, teniendo así algo de respaldo.

Bryan insistió en hablarme, pero entre la bulla no podía escucharlo bien.

Entré en desesperación, porque se me acabaron las balas y no tenía tiempo para recargar el arma, la dejé tirada y saqué otra por debajo de mi vestido. Era más pequeña.

― ¡Cassandra!

― ¡Bryan, cállate, no tenemos tiempo para hablar, tenemos que salir de aquí! —lo jalé por un brazo y en nuestro intento por huir nos vimos acorralados.

No pude seguirle el paso y tuve que protegerme de los disparos. Storm debió hacer lo mismo pero un tipo lo sorprendió con un golpe, dejándolo inconsciente y se lo llevó.

Es que de pronto no solo era la mafia siciliana contra nosotros, sino también los que pensé que estaban de nuestro lado.

Corrí hacia una salida y enseguida contacté a Bruce por celular ya que no obtenía respuesta en el auricular, y esta vez sí contestó.

― ¿Bruce, qué demonios está pasando? —le dije completamente alterada.

― Cassandra, me dieron un golpe en la cabeza —dijo jadeante—, destruyeron mi computadora...

― No puede ser, ¿estás bien?

― Con dolor y mareado. Estoy revisando mi otra computadora con toda la información de respaldo, es una locura.

― Eres fuerte, Bruce, resiste, por favor, guíame —me subí en el auto y arranqué el motor.

― Por lo que leo, no podemos ir a Roma.

― ¿Por qué no?

― ¡«El Sol» nos busca y nos quiere eliminar! Ya veo por qué solo me golpearon, no tuvieron más tiempo y solo destruyeron mis cosas y se fueron.

― ¿Qué rayos...?

― Ya nos descubrieron. Saben que somos agentes, y no solo eso, ¡ahora Fox dio orden para capturarnos a los tres por presunta conspiración!

Mis cicatricesWhere stories live. Discover now