Capítulo 17

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Llegamos a Venecia y rentamos un pequeño apartamento semi amoblado, esta vez pudimos encontrar uno de tres habitaciones. Nos tocaría esperar algunas horas antes de mi encuentro con Josh Jackson.

Hey... —Storm me sorprendió, mientras espiaba por la cortina por posibles sospechosos que nos estuvieran siguiendo. Observé, además, los canales de agua y toda la estructura veneciana que nos rodeaba—. Estuve pensando en lo que me dijiste en el tren.

― Bien, ahora podremos concentrarnos únicamente en la misión.

― ¿Te puedo besar?

Mi pulso cardíaco se disparó. Ni siquiera me había tocado, bastaron esas palabras para desestabilizarme. No entendía cómo era capaz de alterarme por ello, tampoco por qué pretendía jugar al caballero, pidiéndome permiso.

Tragué grueso.

Dudé más, de su mirada, sus intenciones, ¿qué pretendía realmente?

Lo vi acercarse lentamente a mi boca, y no sabía si salir corriendo, darle un empujón, decir algo para que quedara claro que aquello era un terrible error. Inconscientemente me estaba alejando de él, pero sentí una mano en mi espalda, apegándome a él y la otra sobre mi mejilla.

En un segundo me vi presa de sus labios.

Estaba envuelta, deleitada por su suave y, sin embargo, intensa caricia que me quemaba las entrañas. Mi corazón, mis nervios, mis pensamientos, todo era un desastre.

Se alejó despacio y quedamos con la respiración agitada, sin comprender lo que había sucedido. Se notaba un poco confundido, y probablemente mi expresión facial sería igual.

Decidí emprender la marcha lejos de él.

― Cass, no te involucres mucho con Jackson esta noche—me detuve, sin voltear—, es peligroso. Sé que puedes defenderte, pero no dudará en matarte si te descubre —Seguí el camino.

No volvimos a dirigirnos la palabra en las siguientes horas, sin embargo, no dejé de pensar en aquel beso y las emociones que me provocaba su cercanía. A Storm lo noté callado y reflexivo, por lo que tal vez pudiera haber estado perturbado como yo.

Sacudí esas distracciones de mi mente y me concentré al momento de la acción.

Vestí botas negras con tacones altos, un pantalón azul estilo capri y una blusa de mangas largas blanca.

― Llegó antes, viene hacia mí —lo esperé en la recepción.

― Bien, Cass —replicó Bruce en el auricular.

El gordito me reconoció sin problema, tenía la peluca y aquellos ojos en color azul como la noche anterior. Besó mi mano y le dijo algo al oído a uno de sus hombres. Luego de eso, me llevó a la suite.

― Espérame aquí, mi bella Giuliana —besó de nuevo mi mano—, no tardaré.

― Te esperaría toda una vida —sonreí, respondiendo en italiano. Quedé sola.

Se metió en el baño y aproveché en revisar entre las gavetas, tratando de encontrar algo interesante, una computadora o algo que nos guiara a un próximo movimiento de la organización con respecto al código. Hasta que me topé con una invitación a una gala benéfica, sería al día siguiente por la noche. De entre mis botas saqué una pequeña linterna con luz ultravioleta y lo pasé rápidamente por el papel buscando alguna marca fluorescente con el isotipo de «El Sol», solo así me aseguraría de que el resto de la organización iría. Sabíamos que ese era su método según la investigación que la agencia había realizado.

Efectivamente, encontré la cabeza del halcón.

― Ahora sí... —al oír que él regresaba, corrí hacia el borde de la cama, buscando una pose despreocupada y dejé que rozara sus labios en mi cuello—, solos los dos, bella.

Mis cicatricesWhere stories live. Discover now