Capitulo cincuenta y cinco

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Mi madre solía repetir una y otra vez cuando indeseable yo era, el cómo mi vida se basaría únicamente en ser la segunda opción en todo. Solía decir que yo no era más que un ser creado para traer vergüenza y deshonor, la verdad es que nunca se equivocó. Después de lo que hice, apenas y lograba conciliar el sueño, su rostro siempre llegaba a mi repitiendo lo indeseable que yo era, mi hermana y mi padre también eran parte de eso sueño.

Un par de veces llegue a creer que los había visto, solía encontrarme con sus rostros a donde fuera, hubo un tiempo en el que creí que mi hermana, la nueva Bella, realmente seguía con vida, pero ese pensamiento nunca llego cuando se trataba de mis padres, al menos no una posibilidad real. Tantas veces creí verla y sentirla que solo deseaba saber si era real o yo simplemente había perdido la cordura.

Los dioses saben cuánto pedí por una respuesta que nunca llego hasta que años después conocí a una persona que me ayudo a aprender a vivir con mis demonios hasta tal punto, ellos se volvieron parte de mí. Esa persona a la que llame mi Ángel.

Pero si algo recuerdo de entre todas las palabras que una vez mi madre me dijo, de entre todas esa hirientes, una que siempre persiste es: — Cuando un alguien trate de atacarte, devuelve el golpe, no te quedes sentada ni les des la oportunidad de lanzar otro golpe, porque cuando lo haces, ellos lo toman como un incentivo —sus palabras me sonaron tan amables que me sorprendí al escuchar eso de su parte, aunque claro más tarde agrego: —. No seas una vergüenza mayor a la que ya eres —pero eso no significo que sus palabras no calaran dentro de mí.

Y ese era un consejo que había tomado, uno que llevo conmigo, aunque para ese momento, nunca lo seguí, sino hasta después de convertirme en lo que soy hoy en día. Cada golpe que recibo, sin importar de quien viene, incluso si es de alguien a quien amo, lo devuelvo, y si en mis manos está el que sea más fuerte, así lo hago.

La bruja sin rostro es alguien que me ha golpeado un par de veces, e incluso aunque no lo he notado, termine sentándome y esperar a que el siguiente golpe llegara, solo por tener mi cabeza en el lugar equivocado. El pasado. Porque el paso siempre termina siendo para mí un lugar equivocado, término quedándome en los recuerdos hasta estar completamente estancada, cuando debería seguir adelante y decirme a mí misma que el pasado es solo eso y que no tiene importancia, o no debería tenerla.

Pero me he cansado de eso, y me levanto dispuesta a devolver los golpes que no debía, en primer lugar, permitir ser lanzados.

La vieja iglesia se cierne sobre mí en sus tristes escombros, nadie se encuentra en las afueras de esta, y el desagradable olor que destilan las especias mezcladas con las plantas, podrían darme nauseas en cualquier momento.

El fuego brilla dentro siendo lo único que ilumina el lugar y siendo consciente de que no podre, entrar, decido golpear la desecha puerta, el eco que el golpe causa llena el silencioso lugar por un segundo. La voz de una mujer me deja saber que puedo pasar, y soy los pocos pasos que me mantenían fuera del lugar, Ricardo está detrás de mí sin decir nada y al igual que yo, se encarga de observar a todas las personas en el lugar, y de intentar buscar un rostro del pasado, pero nadie en la vieja iglesia llena ese espacio.

—Isabella —habla la anciana que se encuentra rodeada de su sequito de brujas y brujos—. Bienvenida a nuestro santuario. Has traído a alguien —asiente en dirección a Ricardo, la observo intentado encontrar algún recuerdo de su viejo rostro en mi memoria, pero nada llega porque nunca he visto a esta mujer, y mucho menos la había sentido, pues la anciana, tiene un aura tan normal como cualquier otra.

Maldigo sin entender en que me he equivocado una vez más, y comprendiendo que esa anciana, así como Dustin lo dijo antes de que saliera de casa, no es quien me ha perseguido por un tiempo, es simplemente una anciana más, igual de insípida y común como Magdalena.

Sangre Azul(Completa)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt