Capítulo uno.

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La época se remonta a cientos de años atrás en una tierra habitada por demonios, donde el humano intentaba protegerse de los males que aún desconocía.

En un pueblo conocido por ser el protector de dichos males, un gran aquelarre era el responsable de esa protección y una familia en especial predominaban por el poder que cada primogénito estaba destinado a poseer.

Al cumplir la edad virgen el primogénito debería tomar su lugar como protector del pueblo antes ocupado por su procreador que seria sacrificado para tomar su lugar junto a los dioses.

Pero no todas las nacidas primogénitas habían tenido la dicha de tener el poder. La última nacida para ser llamada protectora no había recibido don alguno de los dioses.

Por años su madre y brujas del aquelarre habían creído que su poder se mostraría a una edad mayor, pero al llegar su décimo segundo cumpleaños el aquelarre y el pueblo entero desistió a la idea de tener una pronta bruja mayor o al menos no lo sería la primogénita.

La bruja mayor que para ese entonces protegía el gran pueblo había tenido tan solo dos hijas mujeres, la mayor quien su propia madre había despreciado y renombrado como Isabella y llamada deshonra, y la menor por solo un año que habían renombrado como la nueva Bella y futura bruja mayor.

Isabella sin embargo nunca se rindió en la busca del poder incluso cuando, a tan joven edad, había sido excluida por todas las personas del pueblo.

En un pueblo tan grande y de gran admiración como en el que ella habitaba, no tener amigos o alguien con quien hablar tan siquiera fue un golpe fuerte para la aún muy joven Isabella, su familia la rechazaba y despreciaba, las personas del pueblo y el aquelarre evitaban todo contacto con ella a pesar de ser la hija de la bruja mayor, ya que para todos no era más que una vergüenza.

Sin compañía o al menos una compañía no tan hostil, Isabella se refugió en los libros que el aquelarre guardaba, donde aprendió tanto como pudo de seres obscuros y seres de luz. También había memorizado cada hechizo que en los libros había encontrado, pero a pesar de eso, el poder nunca se reveló; el bosque que rodeaba el pueblo fue uno de sus refugios, donde intentaba hacer que su poder se mostrará, pero dicho deseo nunca se cumplió.

Su padre un cazador, como todos los esposos de las brujas del pueblo, fue quizás el más amable y hostil al mismo tiempo, al tratar a Isabella. Ella que para todos era una decepción, para su padre podía ser una bendición un día y al otro una total deshonra, Isabella apenas y comprendía la actitud de su padre, pero también agradecía su dureza.

Siendo algo muy claro el hecho de que su hija nunca llegaría ser la bruja mayor, o una menor, decidió criar a Isabella con rudeza enseñándole a defenderse y dándole la esperanza de convertirse en una cazadora, pero ella sabía que eso nunca sucedería puesto que su madre no lo permitiría.

Isabella era fuerte físicamente pero su corazón aún puro e inocente guardaba la esperanza de que en algún momento su vida tomaría el camino debido y los dioses se apiadarían del castigo tan injusto que le habían impuesto.

Cuando su décimo octavo cumpleaños, la edad virgen, se acercó los miedos de Isabella crecieron, pues aún pedía a los dioses cada noche que le quitarán tal injusto castigo, pero aunque lo intentará, Isabella seguía siendo Isabella al despertar, una deshonra.

La tradición, según su madre le había contado a ella y a su hermana, al acercarse la edad virgen el pueblo entero festejaba durante nueve días convirtiendo el día de la celebración de cumpleaños en el décimo y más importante día ya que daba la bienvenida a la nueva bruja mayor.

Sangre Azul(Completa)Where stories live. Discover now