60 Volver a caer

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60 Volver a caer

La música suena distante a pesar de que llevo puestos los audífonos y el volumen está casi al máximo, a estas alturas no sé cuál de mis muchas listas de reproducción está sonando, hace mucho me desconecté de la realidad y no he parado de darle vueltas al asunto una y otra vez. Aprieto más la almohada contra mi pecho y me estiro para alcanzar el portarretrato en la mesita de noche.

¿Por qué lo hiciste, Gabrielle? ¿Por qué?

Me quedo viendo la foto familiar y de forma inconsciente sonrío, mi mirada analiza a cada persona en la imagen hasta que se detiene en ese chico al que Ariaelle le está poniendo un par de cuernos sobre la cabeza sin que él lo note, su sonrisa es genuina y sus ojos mantienen el mismo brillo de inocencia que estaba ahí la primera vez que lo vi y que continua estando a pesar del tiempo y todo el daño que le ocasioné. Deslizo los dedos sobre el cristal frío que protege la fotografía, dibujo su diminuta figura y siento una dolorosa punzada atravesarme el pecho.

No debiste hacerle esto a ninguno de los dos, no debiste caer, sabias que estaba mal y aun así lo hiciste, no pudiste detenerlo a tiempo, o mejor dicho, no quisiste pararlo.

Pongo mis manos sobre las suyas que se encuentran cubriéndome los ojos, doy pasos cortos y temerosos, no sé a dónde me lleva, confío en él pero eso no evita que sienta temor por mantener todos mis dientes en su lugar y no reformarme la cara contra el suelo. Al escuchar una música suave y sentir un leve mareo sé que estamos en un elevador. Que me esté cubriendo los ojos resulta innecesario, porque de igual manera desde que salí de mi casa hace un rato los traigo vendados con mi bufanda, pero él no cree en mi sentido de la honestidad y no me da oportunidad de hacer trampa.

Aunque admito que la curiosidad me está matando y llevo rato intentando ver al menos una pequeña parte de mi regalo por nuestro primer mes como novios. Yo soy un grinch y detesto este tipo de cosas, bueno, propiamente no las "detesto", simplemente mi concepto de celebración no incluye regalos materiales, me gustan más los planes que me permitan conectarme con la otra persona o que me regalen un recuerdo lindo para atesorar el resto de la vida.

Pero en fin, me gusta estar con Adam y valoro que haya hecho a un lado su ajetreada vida laboral por mí, en las últimas semanas hemos logrado encontrar un punto de equilibrio entre su trabajo, mis estudios y nuestro noviazgo, no todo es perfecto porque así no funcionan las cosas, pero lo estamos intentando.

— ¿Ya casi llegamos? — Escucho unas llaves sonar e intuyo que estamos en su casa, — ¿Adam? — Siento como aparta las manos y luego suelta venda, — Oh, mierda...

El lenguaje, bruta.

— ¿Esto lo hiciste para mí?

Sí estamos en su lugar de residencia, el área del comedor está decorada con globos plateados y fotos nuestras, sí, soy intensa y he tomado muchas. Me acerco y puedo apreciar mejor la decoración de la mesa junto con la cena que está servida.

De haber sabido que tendríamos algo tan formal hoy, no me habría vestido con todo lo más feo y menos sexy que encontré en el armario.

—Por los dos, — sonrío al escucharlo, — Aria me ayudó, a ella se le dan mejor estas cosas que a mí, yo sólo le di el dinero y ella se encargó de todo.

Me giro, me paro en la punta de mis converse y lo beso, sus manos se acomodan en mi cintura y me acerca más a él. Sé que lo he dicho mucho, pero Adam besa de maravilla, con sólo unos segundos logra robarme el aliento y hacerme sentir de nuevo como esa niña que lo observaba desde la distancia y que se intimidaba con su presencia.

El Hermano de mi ExWo Geschichten leben. Entdecke jetzt