56 Te quiero

368 48 14
                                    

56 Te quiero

Día tres desde que cometí la peor brutalidad de mi existencia, el sujeto en cuestión continúa sin dar señales de vida, ya me harté de respetar su espacio y de dejarlo procesar mi error. Lo hecho, hecho está y no puedo quedarme una eternidad esperando a que lo procese, pero eso no cambiará el hecho de que escribí ese mensaje y que dije lo dije.

En conclusión nada va a cambiar lo que hice y no puedo seguir retrasando las consecuencias de eso. Crecer y madurar también implica asumir mis errores como la adulta que ahora pregono ser.

Dejo de estar dando vueltas en el corredor y me planto frente a su puerta, vuelvo a acobardarme y no soy capaz de tocar el timbre. Paso alrededor de diez minutos debatiendo con mi yo inexistente y termino tocando.

Por favor que esté, que madrugar no haya sido en vano y pierda este impulso.

Para eso debiste llamar antes de salir como loca de la casa.

Escucho pasos y voces al otro lado de la puerta, cruzo los dedos para que sea Adam quien me atienda, pero quien abre es un sexy pelirrojo con cara de mal humor porque lo acabo de despertar, su cabello revuelto y las marcas en sus mejillas me hacen saber que lo interrumpí en la mejor parte del sueño.

—Hola, — ni mi sonrisa le hace cambiar esa cara malhumorada, — ¿Está Adam? — Se hace a un lado y me deja pasar, — hola, Cass.

Mi amiga me sonríe y regresa a la habitación de su lo-que-sea-que-TJ-sea-de-ella. El par de pelirrojos desaparece y me quedo sola en la sala, me fijo en el pequeño árbol de navidad que pusieron y en los regalos a su alrededor. Uno de los planes de Adam era darle a Alex una navidad normal para que no le afectara el cambio, hace un año estaba aquí y con sus papás siendo pareja, ahora debe acostumbrarse a tener padres separados y a tener dos casas.

Yo mejor que nadie sé lo complejo del asunto y por eso le aplaudí el esfuerzo.

Dejo de perder el tiempo como forma de retrasar lo inevitable y me obligo a ir hacía su habitación. Estar aquí me recuerda lo que hicimos hace unas semanas, las imágenes de nosotros regresan a mi memoria y no puedo evitar que me ardan las mejillas.

Enfócate, Gabrielle, a lo que viniste, no te distraigas.

Toco un par de veces pero no obtengo respuesta, por eso me tomo el atrevimiento de entrar sin ser invitada. Al hacerlo me quedo como estúpida viéndolo dormir junto con su copia en miniatura y dos de sus tres bestias.

Cierra la boca, vas a inundar el lugar con tus babas.

Me acerco con cuidado y llego hasta el lado de la cama en que se encuentra él, pongo la mano sobre su brazo y lo sacudo suavemente para que despierte. Está durmiendo sin camisa y es inevitable que mis ojos se desvíen hacia su pecho y luego hacia su abdomen.

Confirmo que tiene un cuerpo de infarto.

No voy a mentir, Adam me gusta, estaría loca si no lo hiciera, a su lado me continúo sintiendo como esa niña con una fijación poco sana por él, pero no todo se resume a lo físico, también siento un cariño especial por él y todo lo que ha hecho por mí me ha enseñado otra versión de él que no conocía y que también me gusta. Hace unos años era raro que habláramos, a veces ni siquiera me saludaba y solo me ignoraba, pero lo entiendo, yo era una pulga intensa y él era un adolescente, obviamente jamás me iba a voltear a ver.

Y ahora que te vio tienes dudas, vaya que eres rara, Gabe.

—Adam, — lo sacudo de nuevo, — Adam, despierta, tenemos que hablar.

Abre los ojos e intenta enfocarme, le sonrío en cuanto noto que lo logra y se sienta. Bien, Gabrielle, ahora a lo que viniste, a ser sincera.

—Me quedé esperándolos anoche, — me siento al borde de la cama y le entrego el par de regalos que les compré, — feliz navidad, espero que les gusten, Sav me ayudó a elegir el suéter para Alex y tu cartera la eligió mi mamá, tienen muy buen gusto, nada que ver con el mío.

El Hermano de mi ExWhere stories live. Discover now