58 Señales

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58 Señales

Apoyo los codos sobre el escritorio y juego con la pequeña tarjeta blanca sin despegar la mirada del ramo de flores que llegó esta tarde y sin poder borrar la sonrisa gigantesca de mi cara, la misma que se dibujó en mis labios desde que vi mí nombre escrito en ese pequeño pedazo de cartón blanco.

A ti no te gustaban las flores, Gabrielle.

Tal vez esté cambiando de parecer y aprendiendo a controlar mis alergias al polen y a los detalles cursis, o tal vez sólo sea que me estoy ilusionando con Adam a pasos agigantados, pero cómo no hacerlo si él tiene esta clase de detalles y me hace sentir que esta es la relación más seria que he tenido en la vida — Jordan no cuenta, al final fuimos una farsa y a pesar de los sentimientos yo estaba ahí por otro motivo —, Adam no me hace sentir como una chica con el letrero de «follable» sobre la cabeza como lo sentía con Blake y menos como un objeto como lo hacía ese chico.

Adam es diferente... hasta ahora está siendo diferente.

Pero volvamos al tema de las flores, Adam no es del tipo que necesite motivos o una fecha especial para darte un presente, pero este ramo de rosas sí lo tiene, y vaya motivo el que tiene.

Hace unos días cuatro correos llegaron a mi buzón, los cuatro —sin abrirlos — lograron volarme la mente, pero así de rápido como apareció mi emoción también se esfumó. Al abrir el primero noté que me rechazaron de plano, por ahí ya empezamos muy mal, con la segunda me dejaron en lista de espera, en el tercero también me rechazaron y en el último también me dejaron a la deriva y sin una decisión de fondo. Según mi mamá y sus sabios consejos, no debo preocuparme, no es el fin del mundo y aún quedan opciones. El problema es que esas "opciones" no son las mías, de las mías quedan dos, una me dejó en lista de espera, la otra en la lista de espera de la lista de espera, es decir que en la primera espero que reevalúen mi caso, de apiaden de mí y noten que el dinero aquí no es el problema sino mi desastroso prontuario de calificaciones; en el otro dependo de que alguien de la lista de espera renuncie a su cupo para poder subir en el escalafón y tener al menos un chance de que sopesen la idea de aceptarme.

Tennessee me rechazó de plano, Asheville igual, Clayton me dejó en espera y Nueva York en espera de la espera, Así de patético y deplorable se ve mi panorama universitario.

Pero con eso no era suficiente para mí, así que no se lo conté a Adam, él seguramente debe estar creyendo que al igual que Aria pasé al primer intento y ya tengo asegurado un cupo, tal vez sea cobardía o vergüenza, no lo sé, pero simplemente no se lo dije. Esa es la razón para que me haya enviado flores, y me siento jodidamente mal con eso, pero me prometí que se lo diré en cuando regrese, su trabajo lo tiene fuera del Estado hace una semana. Es un hombre ocupado, pero me estoy adaptando al uso de la tecnología para hacerlo funcionar, los mensajes y las vídeo llamadas funcionan, al menos mientras nos conformemos con solo hablar y reírnos de mis estupideces, porque si queremos cambiar de base no sé si me anime a intercambiar fotos subidas de tono y a intentar el sexo cibernético.

No tengo en nada en contra de quienes lo práctica, pero me aterra pensar que ese contenido puede llegar a manos equivocadas, tal vez si me ahogo en tequila quizás me anime a enviar una fotografía como lo hice con Blake, quizás, no aseguro nada.

El sonido del teléfono me saca de mis divagues, abro el mensaje sin fijarme el número del que proviene. Mis ojos se abren de par en par al ver la fotografía, me giro de inmediato y veo al invasor de mi balcón miniatura en el que todo lo que cabe es una planta mediana, planta que dejé morir porque soy la irresponsabilidad hecha mujer. Me levanto tan rápido y de forma tan brusca que la silla se voltea y de paso también todos los cuarzos, hilos y broches que tenía sobre mis piernas caen al piso.

El Hermano de mi ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora