53 Crecer

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53 Crecer

OneRepublic continúa sonando en mis audífonos como lo ha hecho por un largo rato, abro los ojos y veo las luces navideñas que me ayudó a colgar Helena en el techo, prenden y apagan iluminando las estrellas que son los bombillos color azul. Me quedo concentrada viéndolas y me imagino estando en algún lugar a cielo abierto viendo estrellas reales y no unas hechas de cristal que brillan como producto de la electricidad, me imagino sintiendo la brisa nocturna en lugar del aire caliente del sistema de calefacción, escuchando el silencio de la noche y siendo testigo de los pequeños e insignificantes seres que somos en el universo. Por un momento puedo escuchar a Jordan contándome las razones por las que algún evento importante o algún héroe terminaron plasmados en el firmamento. Por algunos segundos me vuelvo a sentir como esa Gabrielle que se desvelaba por ver una lluvia de estrellas, un eclipse o sólo para escuchar de nuevo algún mito que justificará una constelación y su forma.

A veces cierro los ojos y me gustaría volver a ser esa Gabrielle, regresar el tiempo y hacer las cosas bien. Si pudiera volver al pasado definitivamente iría a ese momento de mi historia en el que fui cobarde, me callé todo y actué sin pensar, si pudiera hacerlo le diría a mi yo de ese tiempo que tomara mejores decisiones.

Si pudiera hacerlo no dudaría un segundo en pronunciar esas dos palabras.

Me giro sobre el costado izquierdo y quedo frente a frente con Adam, lo observo dormir y me tomo mi tiempo para detallarlo. Estamos muy, muy cerca — lo único que nos separa son ocho kilos de grasa, huesos y pelo que duerme en medio de nosotros, a Al no le importó que a nuestro huésped no le gustaran los gatos, él se acomodó en su lugar de siempre y se olvidó del mundo —, tan cerca que puedo ver a detalle cada parte de su rostro y entender por qué este chico me robó el aliento hace años cuando lo conocí.

Es obvio por qué mi yo de ocho años quedó flechada por él a primera vista.

¿Saben? Aun no logro procesar el tener a Adam conmigo y ser algo más que amigos, no es que no me crea digna de él o que me sienta poca cosa a comparación de las novias que le conocí o con la diosa que es la mamá de Alex, es sólo que no entiendo cómo pasó de ignorar mi existencia a notarla y gustarle, eso aún no logro entenderlo.

Si me pusiera a contar los cientos de miles de desplantes que me hizo cuando éramos vecinos probablemente me quedaría semanas recordando cada una de las veces en que quede como una tonta por su culpa.

Tomo a Al y lo abrazo como si fuera mi muñeco de felpa, cierro los ojos e intento conciliar el sueño, cuando estoy empezando a quedarme dormida siento a Adam abrazándome, eso es lo último que siento antes de dejarme seducir por Morfeo.

Antes de ir a tocar el timbre me miro en el reflejo del cristal de la ventana, me acomodo el cabello — que me pasé una hora alisándome porque Helena no me quiso ayudar y Savannah no estaba para ir a mi rescate —, saco del pequeño bolso que cuelga a mi costado el labial rojo y me retoco los labios, luego tomo el rímel y hago lo mismo con mis pestañas, por ultimo saco los polvos compactos e intento cubrir los granitos que me salieron en la frente.

Suficiente, Gabe, tampoco quieres parecer un payaso.

Me acomodo el vestido que tomé prestado del closet de Sav. Me veo sexy y me siento sexy, todo el esfuerzo de pasarme horas preparándome valió la pena, espero que a él también le guste mi versión no tan niña ni tan oscura. Practico mentalmente todo el guion que me hice para no dejar nada al azar, práctico desde el saludo perfecto hasta los gestos coquetos que aprendí de Helena observándola interactuar con chicos de todas las edades.

Tu puedes, Gabe, tu puedes.

Me armo de valor y toco el timbre, la música dentro de la casa está a un volumen alto, vuelvo a tocar y está vez si abren, dibujo mi mejor sonrisa pero desaparece casi de inmediato al notar que quien abre no es Adam sino otro chico que no conozco.

El Hermano de mi ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora