34 El Efecto Hudson

379 35 13
                                    

34 El efecto Hudson

ADAM

Tomo la taza y le doy un sorbo sin dejar de leer los clasificados del diario y sin dejar de subrayar con rotulador amarillo todo aquello en lo que veo un potencial empleo para un abogado recién egresado, con experiencia casi nula y que el año que lleva ejerciendo la profesión lo hizo bajo la sombra del gran Robert Wittmore.

Yo hacia el trabajo duro y él se quedaba con el crédito, así es la vida.

Miro el reloj colgado en la pared y compruebo que han pasado quince minutos más convirtiendo mi tiempo de espera en una hora y cuarenta y cinco minutos, más de lo que esperé alguna vez a alguien en mi vida, pero según ella lo bueno se hace esperar.

Así que aquí sigo y seguiré esperando por su majestad.

— ¿Algo más que quieras pedir, príncipe? — La pelirroja tras la barra se acerca con la jarra y llena mi taza de nuevo. — ¿Una Gabrielle a la milanesa, tal vez?

— Así estoy bien, Cass, gracias. — Encierro otro clasificado pero esta vez no de empleos sino de apartamentos en alquiler. — Te está matando la curiosidad ¿no?

— ¿La verdad? Sí. — Salta la barra y se sienta a mi lado. — Para serte sincera me estoy muriendo de curiosidad por saber qué sucedió ese día en el club y por qué golpeaste a Kasch. — Entrecierro los ojos. — Gabrielle no me ha dicho nada, ni siquiera hemos podido hablar porque ha estado muy ocupada con todo lo que está pasando en su casa. — Frunzo el ceño. — Ah, no, no te diré nada.

Ariaelle me dijo que lleva dos días sin ir a la escuela, pero jamás entró en detalles y evadió el tema todo el tiempo. ¿De qué demonios me estoy perdiendo y por qué nadie me lo quiere decir?

«Veámonos en el bar a las 3.»

Ese fue el último mensaje que recibí de ella hace dos horas, hemos intercambiado mensajes durante toda la semana, pero no nos hemos visto y no atiende mis llamadas, lo cual ahora me hace cuestionarme lo idiota que fui por no ver que todo lo que me dijo fueron solo excusas para distraerme y no dejarme ver que algo andaba muy mal.

— Te cuento lo que quieras pero a cambio tú me dices lo que está pasando con Gabrielle. — La bar tender se levanta y regresa a su puesto de trabajo. — Cassielle, por favor, es un trato justo.

— Justo para ti. — Retoma el secado de las copas. — Pero para mí es una sentencia de muerte, y aun soy demasiado joven para morir, lo siento. — La guitarra de Drew suena y da inicio al ensayo de la banda. — ¡LOGAN, LLEVALE DOS CERVEZAS A LOS CHICOS! — Trago con fuerza al ver a la nueva contratación de Zev salir del depósito. — Supongo que se conocen así que me evitaré los formalismos.

— Sí, nos conocemos. — La novia de TJ toma la charola con el par de botellas. — Se supone que somos compañeros de piso pero el humano aquí presente lleva casi una semana sin aparecerse por allí. — Su mirada está fija en mí. — Un día amaneció y ya no estaba ni él, ni sus perros.

—Me perdí. — Cass interviene y rompe nuestro contacto visual. — ¿Cómo que su compañera de piso? ¿No se supone que vives con el par de idiotas? — Asiento. — ¿Y tú?

— TJ es mi novio, vivimos juntos hace un tiempo. — La pelirroja no oculta el asombro. — Me voy, Theo odia tener que esperar.

Hui como un cobarde, desde que pasó eso entre nosotros decidí irme y enclaustrarme en la casa de Zev para interponer distancia entre Logan Jane y yo, lo cual es estúpido porque esa madrugada crucé todos los límites y la distancia que hasta entonces había existido entre nosotros.

El Hermano de mi ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora