· 38 ·

317 34 3
                                    

[Haneul]

-Y esta es la última.

Dejé la caja en el recibidor de la casa de Namjoon. Jackson, Yoonmin, Nam y yo habíamos terminado por fin la mudanza. 

Yoonmin parecía enfadada, o triste, o tal vez triste y enfadada porque, según ella la estaba dejando por un chico. Como si ella no pasara horas y horas hablando con Jackson y no me hiciera ni caso. 

Yoonmin corrió hacia mí y me dio un abrazo fuerte, demasiado fuerte, mientras soltaba lágrimas exageradas. 

-Haneul, voy a echarte mucho de menos. Ven a visitarme a menudo.

Me la quité de encima y le di un golpe en la frente.

-Idiota, todavía vamos a clase juntas. No es como si me fuera a vivir a otro país.

-Esta casa es tan grande como un país. Namjoon más que tu novio parece tu sugar daddy.

Solo me reí ante el comentario. Pues aunque Namjoon y yo aparentáramos edades próximas, el era mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho más viejo que yo. Pero eso no debían de saberlo. 

Yoonmin y Jackson se fueron un rato después. Nam y yo sacamos todo de las cajas y lo colocamos en sus respectivos lugares. Cuando entré a la habitación algo que no pensaba ver.

-Nam, cariño, ¿has cambiado la cama? - pregunté. 

Sentí su aliento en mi cuello, que me dio una descarga eléctrica por todo el cuerpo, saber que estaba ahí, haciendo que mi piel se erizara.

-Sí, necesitábamos una más grande ahora que dormirás conmigo.

Namjoon metió su mano bajo mi camiseta, acariciando mi vientre. Naturalmente, me tensé antes su piel y la mía en contacto. Su nariz rozó contra mi oído y sentí su respiración en mi cuello.

-¿Qué te parece si estrenamos la cama? - su tono seductor hacía que me derritiera. 

-Eh... - justo en este momento tenía que tartamudear.

Namjoon terminó de quitarme la camiseta por completo, quedando solo en brasier. Volvió a arrastrar su mano en dirección a mi vientre, donde se quedó jugando con la yemas de sus dedos en mi piel. 

Lamió mi cuello, desde la oreja hasta el final...

-Namjoon--ahh...

-Con solo un roce de mis dedos te excitas... Fascinante... 

-Ahora eres Christian Grey, ¿o qué?

-¿Quién es ese?

-...

-No, yo soy mucho mejor que ese tal Christian, y estoy a punto de demostrártelo. 

Tragué fuerte cuando noté a Namjoon quitarse la camiseta detrás de mí. Quedó vestido con solo esos pantalones de traje, negros y lisos que suele usar, y que marcan su pequeña cintura y acentúan todos sus músculos. 

Se pegó a mí de nuevo, haciendo que notara su creciente erección. Estaba paralizada, no sabía como reaccionar, la vergüenza me estaba perjudicando; y no debería; solo porque es Namjoon.

Avanzamos poco a poco hacia la cama, esta quedar tumbada en ella y Namjoon sobre mí. Arrastró sus manos hasta llegar al cierre de mi pantalón, que con habilidad quitó dejándome en ropa interior. Me miraba de arriba abajo como si fuese el tesoro más grande y valioso del mundo.

-Eres hermosa... Incluso más que una diosa...

Sus palabras resonaban en mi cabeza. ¿Cómo iba a ser yo más bella que una diosa? Era una idiotez. Pero al parecer, ante sus ojos, yo era preciosa, y eso hacía que mi corazón se agitara. 

A los pocos minutos ninguno de los dos tenía ropa. Me tocaba y besaba, queriendo grabarse en su mente cada centímetro de mi piel. Nos envolvía una atmósfera erótica que, aún así, no dejaba de ser dulce.

Agarró el condón y se lo colocó antes de entrar lentamente en mí, besando mi cuello hábilmente dejando marcas rojizas desde mi oreja hasta mi clavícula. 

No sé que me pasaba, no era una puberta de 16 años, pero me estaba doliendo. Puede que fuera porque llevaba tiempo sin hacerlo. 

Una pequeña lágrima bajó desde mi lagrimal hasta mi mejilla, cosa que Joonie notó al instante y dejó de moverse. 

-Haneul, cariño, lo siento mucho... ¿Te duele? 

Asentí tratando de que ninguna lágrima más hiciera lo que no debía. Limpió mis lágrimas, dejando besos en mis mejillas. 

-De verdad, no sabía que te estaba doliendo...

-Tranquilo, no pasa nada. Solo... no te muevas aún... 

-Ok... 

Intentaba calmarme besándome por todas partes, dejando sus marcas en mi cuello, mis clavículas, mi pecho e incluso en mi vientre. 

-Muévete... 

-¿Segura? Puedo-- - estaba inseguro, como si quisiera retrasar el momento. Era tierno que se preocupara de esa forma por mí. 

-Que te muevas. 

(...)

La habitación era un mar de gemidos. Namjoon mantenía un ritmo constante y profundo. Todo era perfecto. El sexo con este hombre es... dios...  

-Namjoon... ahh...

-Ha-neul...

Namjoon era incansable... Me hacía sentir emociones que yo creía inexistentes. Penetraba, con fuerza y rudeza; pero sin dejar de preocuparse de mí. Eso es lo bueno de él, siempre se preocupa... 

-No puedo más...- su voz ronca resonó en mis tímpanos.

A los pocos minutos ambos llegamos al clímax. Cayendo rendidos en la cama, sin fuerzas ni ganas de hacer nada más.


LOS DIOSES TAMBIÉN AMAN » KIM NAMJOON «Where stories live. Discover now