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[Namjoon]

-Es hora de que sepas la verdad.

Me levanté del sillón en el que estaba apoyado, agarré mi camiseta por los extremos y la lancé al suelo donde, seguramente, se quedaría una larga temporada dado a mi vagancia y mi poca experiencia como amo de casa.

-Levántate. - demandé.

Giré sobre mí mismo, para que Haneul pudiera ver la cicatriz.

-Acércate.

Haneul se hallaba detrás de mí, con sus manos en mis hombros, evitando cualquier contacto con la marca.

-Haneul, - empecé - esta cicatriz, es lo que soy; es lo que me define. Y en cuanto te diga la verdad, verás algo que no te agradará mucho. 

-Joonie, esto no me gusta...

-Tranquila... a ti no te pasará nada.

-¿A ti sí?

-Sino, no me creerás.

Cerré los ojos, e inhalé el aire, que se hundía en mis pulmones, preparándome para lo que tendría que soportar. 

-Haneul, ¿estudias mitología, verdad?

-Sí.

-¿Sabes quién es Namjoon? Háblame de él. - empecé a ar vueltas alrededor de ella. 

-Es el dios de la lujuria y el deseo. Se le conoce por su actitud arrogante y rebelde. Hijo directo de Dios, y un mujeriego perspicaz.

-¿Y sus características físicas?

-Tiene el pelo morado claro y largo. Una nariz prominente y los ojos de dragón, labios carnosos y rosados. Como todos los dioses, su sangre es de un color negro intenso, excepto en el caso de Dios, que su sangre es incolora. Es alto, musculado, hombros anchos... Y...

-¿Y?

-Tiene una cicatriz a lo largo de su espalda.

-¿Sabes por qué?

-No, no está ni en los libros de historia ni está documentada la razón de esa cicatriz.

Ya había empezado, el dolor. Aparecía en todas partes, en mi piel, en mi espalda, mis articulaciones, y la voz del viejo retumbando en mi cabeza diciéndome que no lo haga. Las muecas de dolor y los espasmos ya se presentaban en mi cuerpo. Ya era un dolor casi insoportable. Pero, a pesar de todo, seguí hablando.

-El dios Namjoon, - hablaba entre jadeos, no podía articular una sola frase sin que un gemido ronco de dolor saliera de mi garganta - fue castigado...

-¿Cómo lo sabes?

-Lo sé... porque... ¡Ahh!

Caí al suelo de rodillas, con una fina capa de sudor en mi frente. Apretaba mis dedos contra las palmas de mis manos, haciendo que mis propias uñas atravesaran mi piel.

-¡Namjoon! ¿Qué te pasa?

La herida estaba abierta, sangraba. El dolor era tal y como lo recordaba, un golpe tras otro. Era horrible, como estar en el mismísimo infierno. No lo soportaría mucho más, pero tendría que hacerlo, por ella. 

Y a pesar de estar decidido a hacerlo, el dolor bloqueaba mis palabras. No podía pronunciar palabra sin sentir como si me dispararan en el pecho. Era horrible, me asfixiaba, pero el aire llegaba a mis pulmones, permitiéndome seguir experimentando el dolor.  

Lo único que podía sentir ahora era dolor, solo dolor y nada más que dolor. 

[Haneul]

Estaba histérica. 

No sabía que le pasaba a Namjoon, estaba de rodillas en el suelo, muriéndose de dolor, y yo no podía aliviarlo. 

Intenté reconfortarlo colocando mi mano en su espalda. Algo frío tocó mi mano. Tenía las manos ensangrentadas, sangre negra. Di media vuelta, la herida de Namjoon se había abierto y estaba sangrando pero su sangre era negra.

Tenía miedo, ¿qué estaba pasando?

-Namjoon... - no dejaba de mirarme las manos manchadas, con miedo. - ¿Por qué tú sangre es negra?

Esto me sonaba de algo.

Sangre negra.

Dioses. 

Namjoon.

Dios de la lujuria y el deseo.

Namjoon.

Pelo morado.

Cicatriz. 

-Es imposible... - solté entre jadeos y suspiros.

-Es cierto... - esa noche llovía. Un rayo cayó, y Namjoon gritó de dolor. Arrastrándose por el suelo, llenando todo de sangre. Haciéndome creer, cada vez más, que esto era una pesadilla. - Soy un dios.

-No...

-Haneul. El día que fuiste asaltada, yo estaba aquí, en casa, no estaba cerca ni mucho menos. También, el otro día, sabía lo que pensabas porque te leí la mente. - 

Namjoon se acercó como puedo a mí, gritando y retorciéndose de dolor. Intentó tocarme la mano, tranquilizarme, pero lo único que hice fue apartarme y encogerme en una esquina asustada.

-¡No me toques! Mantente alejado de mí. 

Me levanté y corrí a la habitación. Me metí entre las sábanas y esperé dormirme para despertar al día siguiente y ver que todo esto había sido un mal sueño.

Pero no fue así. 

No conseguí dormir nada en absoluto. Me quedé toda la noche tratando de asimilar lo que Namjoon me había dicho. 

¿Debería creerle? ¿Debería alejarme? ¿Debería preguntarle sobre ello, hablarlo?

Solo estaba segura de que necesitaba respuestas a todas las preguntas que había en mi cabeza.

LOS DIOSES TAMBIÉN AMAN » KIM NAMJOON «Where stories live. Discover now