ᴄᴀᴘ 40: ᴛʀᴀᴛᴏ ʜᴇᴄʜᴏ

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—No, no quiero más problemas, y necesito estar en constante contacto con Zac, América y Amanda. Además, por ahora no quiero darle más motivos a Marc para que se enoje y desconfíe de mí. Si todo sale como planeo, pronto sabremos dónde está Gretel.

—¿Cómo?

—Marc prometió llevarme a verla.

—¿Cuándo?

—No me dijo cuándo, pero espero que sea pronto. Si tienes cuidado puedes seguirnos y así saber dónde está.

—Pero ¿cómo voy a saber cuándo irán?

—Ese es el problema. No tienes celular, ¿cierto?

—No.

—¿Por qué?

—No tengo a nadie a quién llamar.

—Ahora lo tienes... ¡Yo! Así que cómprate uno para poder comunicarnos.

—No me des órdenes...

—Solo es una sugerencia; si no quieres no. —La pequeña se pone de pie y se dirige al baño—. Ahora, si no te molesta, me voy a bañar.

—Siempre te estás bañando... —observo.

—Venía corriendo y estoy toda sudada.

—Bien, haz lo que quieras.

—No tardo, que debo irme rápido —dice antes de cerrar la puerta tras de sí.

Sonrío para mí mismo: está equivocada si piensa que esta noche la dejaré ir; he estado esperando y aguantando mucho como para dejar que se vaya. Esta vez partiré en dos su maldito aparatito si vuelve a sonar cuando no debe. Retiro la toalla de mi cintura, me pongo el bóxer y me quedo acostado sobre la cama esperando a que la pequeña salga.

Pienso en los sucesos de hace una semana y la verdad no les encuentro sentido. No sé qué pretende el asesino haciendo esas cosas. Cada vez se aleja más del concepto que tiene la gente del Asesino de la Luna. Lo que hace y la forma en que comete sus asesinatos no tiene nada que ver con mi forma de asesinar. Es como si ahora quisiera que todos notaran que no soy yo, que es otro asesino... quiere que crean que me ha superado.

No debería preocuparme del todo. Quiero seguir creyendo que puedo usarlo a mi favor, pero ya no estoy tan seguro.

Fijo mi vista en la puerta del baño cuando se abre. La pequeña aparece metida en un albornoz morado, me sonríe y se da unas vueltitas para presumírmelo.

—¿No es lindo? Lo compré el otro día.

—¿Dónde estaba? No lo había visto.

—Lo guardé en la cajonera. ¿Dónde está mi ropa? Necesito cambiarme e irme.

—Lo siento —digo reclinándome y me mira sin entender.

—¿Qué cosa?

—No vas a irte.

—As, tengo que irme. —Comienza a buscar su ropa en el ropero.

—No voy a dejarte.

—¿Ahora qué quieres?

—Tenemos que entrenar.

—Es de noche y no podemos hacerlo ahora. Además, ¿no quieres recuperar a Gretel?

—Por supuesto.

—¿Entonces?

Me levanto, camino hasta ella, que en estos momentos me da la espalda, y con mis brazos rodeo su cintura para tomarla por sorpresa. Suelta lo que trae en las manos, incluso su ropa interior, lo que significa que debajo de esa bata lleva... nada.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Where stories live. Discover now