ᴄᴀᴘ 39: sᴏsᴘᴇᴄʜᴀs

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—¿Es en serio? —Creo que, en caso de ser una excusa, es una muy mala.

—Sí, ahora tengo que comprarles celulares nuevos.

—Bueno, entonces llamaré a Ágata para que me pase a América.

—¡No lo hagas! —dice rápidamente.

—¿Por qué no?

—Mis tíos no están en casa... salieron a una cena o algo así.

—Bueno, pero si América está en su casa debe de contestar el teléfono, ¿no?

—Supongo...

—¿Con quién hablas? —La inesperada voz de As me sobresalta.

—¿Aisa, con quién estás?

—Tengo que colgar, Zac. —Cuelgo antes de que haga más preguntas—. ¿Qué descubriste?

—Tenemos que irnos ahora. —Me toma la muñeca y me jala tras él.

—¡Espera, dime qué pasó!

—Nada.

—¡As!

Cuando salimos de nuestro escondite y llegamos bajo la luz de las farolas, me percato de que As tiene manchas de sangre. Me quedo tiesa al instante y lo hago detenerse. Se gira y me mira sin expresión alguna.

—¿Qué fue lo que te pasó?

—No es sangre mía.

—¿De quién es?

—¿Puedes dejar de hacer preguntas? Debemos irnos antes de que la policía llegue.

—¡Dime qué fue lo que pasó! —Trato de soltarme de su agarre, pero no puedo.

—Es una trampa... no debimos venir.

—¿Dónde están América y Amanda?

—¡No lo sé!

—¡As, no me voy a ir hasta no saber nada de ellas! —Me zafo del agarre y corro en dirección contraria a él. Maldice y después escucho sus pasos detrás de mí.

Rodeo el módulo principal y llego al patio cívico. Las lámparas están encendidas. Dejo de correr poco a poco y me quedo parada en medio del patio, ante una grotesca imagen. Mis piernas comienzan a flaquear, y a punto estoy de caer, pero soy sostenida por los brazos de As. Alzo la cabeza para mirarlo; él también tiene los ojos puestos en la escena.

Mis labios tiemblan y las lágrimas se me escapan. Empiezo a pensar lo peor y rezo para que no sea eso que creo. A unos metros de donde estamos hay dos cuerpos, y por sus figuras es notorio que son dos chicas, dos chicas de la misma complexión y proporción que mis dos mejores amigas.

Con pasos muy lentos, salgo de los brazos de As. Conforme más me acerco, más rápido salen las lágrimas. Los cuerpos de las chicas están desnudos y llenos de sangre. Algunas de sus extremidades han sido cruelmente mutiladas. Suelto un sollozo al ver sus cuerpos llenos de cortes. Sus rostros están irreconocibles. Pareciera como si les hubieran pasado una lija gigante por la cara una y otra vez.

A simple vista no puedo decir que son América y Amanda, pero hay algo que me lo confirma: uno de los cuerpos trae puesta la pulsera de tela con el nombre de América. Son las pulseras que simbolizan nuestra amistad. Es la misma pulsera que encontré en la habitación de mis padres, y que después le devolví a América. La pulsera está otra vez en su muñeca, solo que ahora ella yace sin vida. Sobre el concreto hay palabras escritas con sangre: «¿Quién deseas que sea mi siguiente víctima?».

No puedo sostenerme más y caigo de rodillas para desahogar el llanto. Estoy por perder la poca cordura que me queda. Estiro mi mano para tocar los cuerpos de mis amigas, pero As me detiene antes de que pueda hacerlo.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Where stories live. Discover now