ᴄᴀᴘ 37: ᴛʀᴀɴǫᴜɪʟɪᴅᴀᴅ

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Sin pensar más, me pongo un suéter y salgo a prisa. El asesino no me dio mucha información, pero creo entender la situación: si no me apresuro, alguien cercano a mí morirá. Aún no olvido su carta y su amenaza. La sola idea hace que la sangre en mis venas se sienta como hielo. Aunque tampoco he descartado la idea de que sea solo una trampa, tal vez es As quien intenta castigarme en una extraña manera. Pero sea como sea, no me voy a arriesgar a dejar que alguien muera por mi culpa.

Corro por las calles solitarias, todo lo que puedo escuchar son los latidos de mi corazón y no dejo de repetirme la palabra peccatum. En toda la ciudad solo hay un lugar donde he visto tal palabra y quiero creer que es ahí a donde tengo que ir. Solo espero no equivocarme.

Termino sudada y con la respiración más que acelerada. Cuando llego al lugar indicado, miro el letrero de tamaño considerable y en medio la palabra «PECCATUM», que parpadea bajo una roja luz neón. Es un club nocturno; mujeres de la noche y algunos borrachos se ven en la entrada. Me miran con curiosidad, y algo asustada me muevo. ¿Tengo que entrar? No, dudo mucho que el asesino se haya montado un espectáculo dentro del lugar. Así que me pongo a caminar alrededor.

En cada segundo que pasa aumenta mi sentido de urgencia. Si me tardo más de lo debido, puede resultar algo fatal.

Doy vuelta en una solitaria callejuela, y al avanzar logro visualizar dos cuerpos en el suelo. Me apresuro y observo al primero; es un hombre ensangrentado, tiene una gran herida en el cuello y él... está muerto. Asustada, me alejo del cuerpo. Mis rodillas tiemblan y hacen que caminar se vuelva un poco difícil. Como puedo me acerco al otro cuerpo, y cuando le miro la sangre se va hasta mis pies.

El estúpido de As está tendido sobre el suelo. Hay mucha sangre. Tal parece que le han disparado. Me hinco a su lado y compruebo su pulso. Suspiro con alivio al ver que aún vive; pero está frío, su piel luce más pálida de lo normal y sus labios se ven blancos y resecos.

—¡Tengo que llamar una ambulancia! ¡Tengo que llamar una ambulancia! —repito, mientras intento de manera torpe marcar el número de emergencias en mi celular, pero este desaparece de mi mano de forma inesperada.

—N-no lo hagas. —Una ensangrentada mano roba mi celular y un par de ojos moribundos me miran.

—¡As!

—¿Q-que haces aquí, pequeña idiota?

—¿¡Qué haces tú aquí!? ¡Estás herido de gravedad!

—N-no grites. —Su respiración es demasiado pesada y su voz suena débil. Tengo que hacer algo rápido.

—Debo llamar una ambulancia, de lo contrario morirás.

—No la llamarás. Tú vas a ayudarme.

—Yo no puedo hacer nada; son heridas de bala. ¡Debes ir a un hospital!

—¡No puedo ir a un hospital! ¿No entiendes eso?

—¿Entonces qué debo hacer?

—Quítate el suéter, hazlo tiras y afirma las ataduras que hice antes.

—Mi.... suéter... —Sin más, hago lo que me dice. Aprieto con fuerza los pedazos de tela alrededor de las heridas. Le escucho sisear y mascullar varias maldiciones.

Lo admito, lo disfruto.

—Ayúdame a levantarme. Tenemos que salir de aquí antes de que alguien más venga.

—No creo que apoyarte en tu pierna sea bueno.

—Solo hazme caso.

Como puedo me pongo de pie junto con As y lo sostengo, pasándome uno de sus brazos por detrás de mis hombros, pero su cuerpo es demasiado alto y pesado para alguien tan pequeña como yo. Estamos por caer, pero él mismo se apoya y consigue darnos un poco más de estabilidad, aunque dicha acción hace que suelte un gruñido a causa del dolor.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Where stories live. Discover now