108. Rodrigo

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Pero esto no puede ser el final de verdad... Esta familia que me rodea, no es la de verdad: mamá ahora es un monstruo, papá no sé dónde está, Lucía tiene como treinta años más y Melinda... bueno, Melinda sigue siendo la de siempre. ¡Y ni de coña va ser Fufu un niño de verdad! Él era un cerdo y ahora forma parte de la Hermana.

Me levanto de la mesa, mientras aquella familia falsa continúa comiendo y hablando entre ellos. Pero no puedo entender las palabras que se dicen, lo escucho todo muy bajo, como si ellos estuvieran muy lejos.

Un pensamiento revolotea en el interior de mi cabeza: si acepto esta realidad, se convertirá en mi realidad. Será como si toda la miseria que sufrí desapareciera para siempre jamás y podría vivir una tranquila vida junto a mi familia. Aunque fuera una falsa...

Me limpio las lágrimas que me caen por las mejillas, me gustaría mucho quedarme a vivir aquí, pero no puedo hacerlo. Aquello no es nada más que una mentira y es imposible para mí quedarme a vivir en una. Prefiero vivir en el mundo real, por mucho sufrimiento que esto conlleve.

Una puerta blanca aparece en medio del salón y sé que tengo que irme por allí. Siento la tentación subiendo por mi garganta, ¿Por qué sería tan malo eso de vivir en una mentira? Si no sabía que era una mentira, ¿qué más daba? ¿No es real elección de la persona? Si decido que esto es mi realidad, qué más daría...

Pero si lo hacía, dejaría completamente tirados a Xoana, a la verdadera Melinda, a Branca, Perita, Anais, Lúa, Breogán, Rubén, Clementina, a los mineros que viven en la isla y los ciudadanos del Páramo Verde... No puedo hacerlo, tengo que seguir adelante. ¡Y no pararé nunca jamás de los jamases!

Me acerco a la puerta y apoyo la mano en la hoja, esta es la última oportunidad que tengo de quedarme allí. Pero la decisión está ya tomada: ¡¡Que me coma la mariposa esa realidad de mentira!! Yo quiero la de verdad, por muy desagradable y fea que fuera, prefiero la verdad y no aquella cómoda mentira, no quiero eso... ¡Nunca lo querría! Además, estoy segura de si Fufu y Melinda viven juntos, la cabaña iba acabar quemada tarde o temprano...

Pues eso, atravieso la puerta y de pronto una luz blanquísima se introduce en mis ojos con tanta fuerza que no puedo ver absolutamente nada. Me froto la mirada y, poco a poco, descubro que estoy en una sala circular con paredes techo y suelo blancos. Sin absolutamente nada de decoración...

Justo en el centro y un poco por encima de mi cabeza, hay una bola del tamaño de mi mano que brilla con la fuerza de un sol. Me da a mí que eso es el corazón combinado de Aah y Rodrigo, no solo por la apariencia sino por el enorme poder que surge de él, destellan rayos continuos que cruzan la sala continuamente.

—¡¿Quieres dejarme en paz?! —grita una voz y descubro que hay alguien más en la sala: dos personas desnudas que se están peleando entre ellas.

Uno tiene una musculatura envidiable y exuda una fortaleza impotente, pero no sé quién es él... Espera un momento, creo reconocer su rostro y tiene sentido que sea él. No podría ser otro la verdad, es el ascendido que persiguió a Melinda hasta la pequeña isla.

El otro es un hombre bastante delgado, de cabellos plateados y un rostro de una belleza frágil. Debe de ser Aah, esa debe de ser su apariencia normal, antes que el poder de los Dientes de Orlok lo corrompiera y lo convirtiera en un monstruo horrendo.

Por cierto, dije que estaban desnudos, pero no lo están por completo: llevan unos calzoncillos y eso me parece un poco raro. ¿Por qué llevan solo esa prenda de ropa, por qué no llevan más cosas? ¡Qué raro me parece a mí eso!

—¡Ese corazón es mío! ¿No sabes cuánto sufrí para conseguirlo? ¡Lo necesito, lo necesito, ahora puedo cumplir mi deseo! —grita el hombre fuerte, intentando quitarse de encima al otro Ah.

Las 900 vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora