101. En la niebla

36 14 129
                                    

La niebla me rodea con su gris y no puedo ver absolutamente nada de nada. Me lanzo hacia delante con mayor rapidez, porque tengo miedo de perder a Xoana y a los otros dos... pero qué estoy diciendo. ¡Si ya los perdí! Además, puede que ellos estén protegidos con el escudo de Vitiza, ¡pero la menda está completa y absolutamente indefensa!

El pánico me inunda mientras vuelo para delante, con miedo de que en realidad el lugar correcto adónde tenga que ir sea para arriba o para atrás... ¡Qué no quiero ser olvidada! ¿Podrán esos bichos rosas mirarme, cogerme, meterme en sus bocas y devorarme? ¡Seguro que sí! Soy idiota... Si me fuera con ellos en vez de estar dudando...

Entre la niebla, puedo ver el escudo dorado de Vitiza y de esta vez no dudo en lanzarme a su interior. Por fortuna, lo atravieso sin ningún tipo de problemas. Durante unos momentos, temí darme un golpetazo contra su superficie, ¡cómo si yo fuera una amenaza y, por eso, el escudo me impidiera entrar!

El interior está silencioso, en parte. Vitiza respira agitado y tiene los ojos bien abiertos, mira de un lado a otro y parece estar al borde de un ataque de pánico. Pero es capaz de controlarse y, con las manos juntas en un rezo, camina hacia delante.

—¿Por qué siempre me estoy metiendo en estos líos...? ¿Por qué? —murmura el niño viejo y me da un poco de pena.

Es evidente que, de los tres, él es el que peor lo está pasando. Porque, por ejemplo, Ventura no parece estar demasiado afectado. Ni demasiado ni nada y puede que sea porque su rostro no es más que una calavera metálica de brillantes ojos rojos. Siendo así, es imposible saber su estado de ánimo...

Por otra parte, Xoana tiene la mirada fija al frente. Está pálida, está asustada, pero no llega al nivel de Vitiza. Quizás ella ya esté más acostumbrada a este tipo de situación... Pero que digo, ¿no debería estarlo también Vitiza? Él estuvo en Nebula hace 30 años y también se enfrentó a la nube de oscuridad.

—No pasa nada, todo estará bien —digo yo.

—¿Eeehhh...? ¿Dijiste algo? —pregunta Xoana mirando a Vitiza.

—Vamos a morir todos... esto es inútil... todos muertos... vamos a morir todos... esto es inútil... todos muertos... —murmura Vitiza, pero no creo que sea una contestación ni nada, simplemente es algo que se dijo a él mismo en el peor de los momentos.

—Oh... —dice Xoana y traga saliva, aprieta con fuerza el mango de Hacha, la lleva en la mano que es suya, no la que está formada por Popoki.

Es normal: ¡Popoki todavía no salió! ¿Es que todavía no le pidió perdón? Aunque, en este caso, el elemental debería comprender que la situación no está para enfurruñamientos y salir a la luz para dar ayuda a la pobre de Xoana.

—¡¿Dónde están los monstruos?! ¡¿Cuándo nos vamos a pegar contra ellos?! ¡¿Por qué solo hay niebla aquí?! No me digas que aquí dentro solo hay niebla, niebla y más niebla... —pregunta Ventura, ya se sacó su pistola del compartimento que tiene en la pierna y ya está más que preparado para liarse a tiros. Aunque no sé si los hombres rosados son la clase de criatura que mueran por unos cuantos balazos.

—Nada es eterno —refunfuña Vitiza: su cabeza brilla por todo lo que suda. Tiene tan mala pinta el pobre que hasta me temo que le pueda dar un ataque a la patata.

—De todas formas, ¿qué es exactamente esta niebla? ¿Por qué nos olvidamos de la gente que entra? ¿Qué es lo que esos hombres rosados les hacen exactamente? —pregunta Ventura, que al contrario que los otros dos él no tiene ningún problema en hablar alto.

—¡No lo sé! ¡¡Sé lo mismo que vosotros!! ¡¡¡Incluso menos!!! —grita Vitiza... Bueno, parece que el robot no es el único al que no le importa hablar en voz alta...

Las 900 vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora