102. ¡¡Piuuu, piuuu, piuuu!!

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Creo que Ventura también se da cuenta de que le será imposible llegar hasta el corazón y, antes de que el impulso del salto muera, agarra Xoana por la parte de atrás del cuello de la camisa y levanta el brazo en dirección al corazón del monstruo.

—¡Suerte! —grita Ventura y, de pronto, su brazo sale disparado hacia arriba propulsado por un fuego que le nace del antebrazo.

Veo como Ventura cae y es devorado por la oscuridad, poco después escucho el estruendo metálico que hace al estrellarse contra el suelo. Estoy a punto de ir disparada hacia abajo, pero escucho un grito de Xoana y al final decido ir para arriba. Espero que esté vivo... es decir, si fuera de carne y hueso estaría hecho papilla, pero siendo de metal quizás haya esperanza.

Vuelo en dirección a Xoana: está enganchada al corazón, pero no de buena manera... ¡Le clavó la hoja de Hacha en la carne oscura y se mantiene con una mano agarrada al mango! De la herida abierta sale una sangre negra que se le escurre por el brazo, que le llega hasta el hombro, que le mancha la camisa blanca...

Abre la boca en una serie de arcadas y apoya la cabeza contra la superficie del corazón. Después mira hacia abajo, hacia la oscuridad que se arremolina a sus pies, allí no se puede ver ni a Ventura ni a Vitiza... Xoana cierra los ojos y está temblando, la hoja de Hacha cae hacia abajo abriendo más la herida

¡La mano se le resbala a lo largo del Hacha y Xoana agita las patitas inútilmente! Zumbo a su alrededor muerta de preocupación, pero no sé qué hacer... ¡Ojalá tuviera mi cuerpo de carne y hueso!

—¡Aguanta, aguanta! —le grito, pero poco más puedo hacer...

¡La mano le resbala de nuevo y cae al vacío!

Pero Xoana se mantiene en el aire...

¿Qué está pasando...?

Al fijarme en el mango de Hacha, veo que de la madera le salen unos tentáculos que aferran a la mano y al brazo de Xoana impidiendo que caiga y se estampe contra el suelo. ¡Y en la hoja puedo ver que nacieron unos ojos, que están un poco adormilados!

—¡Hacha! ¡Estás despierta! —le digo, bastante contenta.

—¿Eeehhh...? ¿Se puede saber dónde estoy...? ¿Y qué estoy agarrando...? —pregunta Hacha.

—¡No la sueltes! ¡Es importante que no lo hagas porque...! —comienzo a decir, pero soy interrumpida por un nuevo grito de Xoana, que está al borde de las lágrimas.

—¡No sé lo que sois! ¡¿Pero podéis dejar de hablar y ayudarme?! ¡Qué me muero! ¡Que me muero!

Yo vuelo hasta ponerme en frente de su cara.

—¡¡No te rindas ahora, Xoana!! Tienes que matar a esa cosa, si no nada de lo que hiciste tú y los demás sirvió para nada —le digo, estando cerca de ella y entonces abre los ojos y mira a su alrededor. Parece que me puede escuchar, ¡pero todavía no me puede ver!

—¡¿Y cómo quieres que lo mate?!

—¡Qué le ataques de una vez con la hoja oscura que tienes! —le grito y ella levanta el brazo-muñón y lo agita con furia.

—¡¿Pero tú viste lo que tengo aquí, so burra?! —Me duele un poco que me llame burra, pero se lo perdono porque está la situación un poco tensa.

Popoki todavía no salió del interior de la Xoana y, aunque comprendo que esté enfadada, creo que no es la hora para andarse con este tipo de caprichos. ¡Hasta me cabreo un poco yo! ¡Que una cosa es ser caprichosa y otra rencorosa!

—¡Pues la obligaré a salir! —grito y me lanzo en dirección a Xoana.

Realmente no pienso, sino que actúo... y no sé demasiado bien qué sucede... Porque choco contra el cuerpo de Xoana y en vez de pegarme un coscorrón como que entro en su interior. Es una noche en una larga pradera sin fin, de hierba que baila al más mínimo golpe de viento. En medio de ese mar de verdor oscuro, y aparte de las estrellas pintarrajeadas en el cielo, solo hay un punto de luz.

Las 900 vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora