—Vendré a por tí en un rato. — saludo con cariño a los demás lobeznos y le doy un beso en la frente al omega, que sale corriendo hacia sus amigos en cuanto me separo, no tarda en tomar su forma animal, sonrío y me pongo en camino hacia el despacho de la Señora Yon, aún con la pesada y coqueta mirada de la chica detrás de mí.

—Mi nombre es Ah Ro, ¿El tuyo? — su coqueteo deja mucho que desear.   

—Aysel. — me encierro en mí misma y mientras camino me centro todo lo que puedo en escuchar a Ansel hablar con sus amigos, me sorprende cuando le escucho decir que le he enseñado a ser consciente de su alrededor solo con sus orejas. Es demasiado adorable.  

—No tienes el aroma de ningún alfa... bueno de hecho no tienes ningún aroma. — la voz de la castaña evita que pueda terminar de escuchar las palabras de Ansel, a veces me alegro de haber aumentado mi rango de audición, siendo capaz de escuchar casi cualquier cosa a tres o cuatro kilómetros, pero en otras ocasiones, justo como ahora, desearía estar sorda. 

—Sé directa. ¿Qué quieres? — de mi garganta escapa un gruñido y soy capaz de oler las feromonas sexuales que expulsa la beta.

—Me atraes. ¿Qué te parecería una noche las dos juntas? —  su tono de voz es demasiado sugestivo, sin embargo niego con la cabeza, dejando escapar una débil carcajada.

—Tengo pareja, de primeras. — comienzo a explicar, llegando por fin a la puerta de la Señora Yon. —Y, aunque no la tuviese, no soy un Alfa para marcarte ni nada por el estilo.—  la cara de la beta se desfigura, mostrando completa aversión.

—¿Entonces que coño eres? Tienes demasiadas características de un Alfa. — su voz a dejado de ser coqueta, ahora es repulsiva y las feromonas sexuales son cambiadas por feromonas de repulsión, que no me afectan en nada, al  igual que las sexuales.

—No te interesa descubrir lo que soy o dejo de ser. — abro la puerta del despacho y saludo a la Señora Yon, disculpándome por no haber llamado antes.

—Qué alegría verte, Aysel. — la mujer se levanta alegre de su cómodo sillón, caminando hacia mi con sus dos brazos abiertos, invitándome a un abrazo que no soy capaz de negar.

Sus brazos se sienten tan bien, tan cariñosos como los de mi madre, sin negar que estos ultimos son mis favoritos, por unos minutos soy capaz de olvidarme un poco de todo lo que me agobia y sentirme bien, ambas no separamos y sonrío a la mujer, que me peina de lado algunas hebras de cabello en mi mejilla, la sonrisa en su rostro parece rejuvenecedora y sanador pues me siento bien cada vez que la veo sonreír, siendo acompañada de esos hoyuelos.

Realmente me ha llegado a pensar si la señora Yon podría ser una hermana pérdida de mi madre, porque se parecen mucho.

—También tenía ganas de verte. — aún no soy capaz de acostumbrarme a hablarla sin honoríficos, la mujer me invita a sentarme mientras me sirve un café idéntico al suyo, sin leche ni azúcar, completamente negro y amargo. Me sorprendo un poco saber que a la omega dulce frente a mí puede tener el mismo gusto en el café que yo, pero sonrió alegre por eso.

—Bueno Aysel, ¿Qué te trae por aquí? — pregunta sentándose en su silla, mi mirada se pasea por todo el despacho, que está rodeado de estanterías y casilleros en los que tiene toda la información sobre los cachorros que están aquí.

Recuerdo cuando vine por segunda vez para poder dejar claro en aquellos documentos (en mí respecta innecesarios) que Ansel es completamente mi sobrino y todos en la familia lo corroboran.

—Necesito pedirle un favor. —  mi voz suena débil y veo cómo la sonrisa de la mujer frente a mí desaparee para ser sustituida con una mueca de preocupación. —El mes que viene tendré que salir con los Alfas y no puedo llevar a Ansel conmigo. — suspira aliviada, sus feromonas no dejan de colarse por mi olfato, me agrada su olor, me es bastante familiar. —Me preguntaba si podría venir a mi casa y cuidar de Ansel mientras yo no estoy, he intentado hablar con algunos amigos para no tener que molestarte, pero ninguno puede y necesito que alguien cuide del pequeño. Si le traigo aquí pensará que me voy sin volver y no quiero que eso pase.

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