|•27•|

11K 1.1K 140
                                    

YOOCHUN EN LA IMÁGEN DE ARRIBA.

(...)

Corro por las calles de la aldea aunque mis patas comienzan a sentirse pesadas, los calambres que me dan son horribles, pero los aguanto, necesito detener a esos dos desgraciados, no solo por la protección de mi familia y de la aldea, la razón principal es JungKook. Tiene fé en mí, en que lo conseguiré.

Y eso es algo que no puedo dejarle a todos por el suelo, decepcionar a nadie, no puedo, no puedo seguir haciéndolo.

El fuerte olor a pimienta está cada vez más presente, voy por buen camino, lo confirman los dos coches policiales que pasan a mi lado y que se dirigen en la misma dirección que yo.

Una parte de mí, la humana, se preocupa y tiene miedo, esos dos han violado, abusado y asesinado a cinco betas y omegas y han asesinado, además, a quince oficiales, no me creo tan fuerte ni especial como para ser la excepción; sin embargo la otra parte, la animal, está dispuesta a acabar con esas dos personas, no tiene miedo y desea poder usar toda su fuerza y bañarse en la sangre de esos dos desgraciados aunque esto último a mí me parezca extremo, pero supongo que es algo ya de la parte salvaje que habita en cada uno de nosotros.

Mi respiración es agitada y soy capaz de escuchar el latido acelerado de mi corazón, el temor y la adrenalina corren por mis venas y me impiden detenerme y descansar.

  —Aysel ¿me escuchas? —  escucho la voz de JungKook en mi oreja.

— Sí. — mi voz no sale como espero, no está ahogada por el cansancio o el esfuerzo, es fuerte, dominante.

—Tienes permiso para matar a esos dos cabrones. —  hay un pequeño espacio de tiempo en el que él se queda callado y no puedo evitar sonreír en mi interior antes sus palabras y el como lo ha dicho. —Tengo entendido que hace unos minutos han pasado dos patrullas junto a ti. — dice rápidamente.

—Sí, las he visto.

—Iban diez policías en total, solo quedan dos y están escondidos, han sido malheridos y no pueden hacer más que morir si vuelven a atacarles. —  mi respiración se corta de repente, de diez policías quedan dos y es muy probable que mueran. —Confío en ti, Aysel. Tu puedes.

Solo esas palabras me hacen erizar la piel, no solo él confía en mí sí me pongo importar y es que aún me mantengo racia a darle todo el crédito sobre sentirme así con él. Todo la aldea confía en mí, los Alfas, no quiero defraudar a ninguno, quiero que cuando mi familia llegue, se sientan orgullosos al escuchar que su hija, ha salvado su nueva manada. Que la ha protegido.

La voz de JungKook no vuelve a sonar en los diez minutos que tardo en llegar corriendo hasta el lugar en el que se encuentran los dos hombres, ambos tienen sus formas humanas, pero sus colmillos y garras asoman de sus bocas y manos, están completamente cubiertos de sangre y sus ropas están desgarradas en algunos sitios.

Respiro con tranquilidad, ralentizo mi pulso hasta estar como si no hubiese corrido hasta llegar a aquel lugar, no pueden olerme, no saben que estoy aquí y eso me da una pequeña ventaja, pero no sirve de mucho, ambos están mirando hacia los lados y sus espaldas son cubiertas por una pared de ladrillo que les mantiene protegidos de posibles ataques por la espalda.

Lo único que me mantiene cubierta a mí es la esquina que me esconde mientras intento pensar en qué hacer, comienzo a ponerme nerviosa, no hay ningún plan que pueda servirme.

"Déjame el control."


Escucho decir a mi loba y por un momento me lo planteo, pero la última vez que eso pasó acabó moviendo los árboles y aunque eso ahora mismo me vendría bien no hay ningún árbol cercano, tan solo algunos cubos de basura y casas con césped.

DESTINADOS.  •j.jk• Where stories live. Discover now