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Salgo de la habitación y acompaño a los chicos hasta la puerta, después subo para entrar en la habitación del pequeño, me quedo apoyada en el marco de la puerta viéndole.

Se ha dormido, está tumbado en la cama y de vez en cuando suelta algún que otro pequeño ronquido, sonrío con ternura, me acerco a él y no puedo evitar darle un beso en su pequeña cabecita, le miro nuevamente y después salgo de la habitación.

Entro en la mía y enciendo mi móvil, entro a Spotify y saco los apuntes que me ha dado G-Dragon.

Me siento en la cama y comienzo a leer las primeras leyes, tal y como me ha dicho antes G-Dragon la mayoría son similares y faciles así que no tengo problema al aprenderme la primera cara del taco en poco más de media hora.


(…)

Me siento en el sofá, con Ansel a mi lado, me ha pedido que le dejara la TV en algunos dibujos animados y él parece reírse y divertirse con todo eso, miro por la ventana que hay detrás de mí, mi loba quiere salir y correr por el bosque, como hace unos días atrás, pero estoy con Ansel y aunque el bosque es hermoso no me atrevo a arriesgar su salud de esa manera, el bosque es demasiado peligroso para un omega tan pequeño como él.

—Ansel, — le llamo y él enseguida me mira. —¿Cuántos años tienes? — me decido a preguntarle y él parece divertido por ello.

—Se me había olvidado decírtelo, — deja escapar una pequeña risa y después mira hacia la ventana, como yo sigo haciendo. —Tengo cinco y medio, Noona, ¿Pasa algo en el bosque? — su pregunta me hace volver a la realidad, le miro y niego con la cabeza. —¿Quieres ir Noona?

—Me gustaría, mi loba tiene ganas, pero es porque está acostumbrada al bosque, debo acostumbrarme a esto. — mi sonrisa no es cien por cien sincera cuando se la doy, necesito libertad y estas cuatro paredes no me la dan.

—Noona, podemos ir ahora si quieres, además, nunca he ido y... ¡Y de verdad tengo ganas de ir Noona! — sonríe en mi dirección y nuevamente me enternece.

Pero debo pensármelo bien, si le pasa algo no me lo perdonaría, además, es mi sobrino, mi hermano me odiaría y Lía no lo soportaría, alguien como su loba no lo soportaría, se iría detrás de Ansel si llegase a morir, no, no. Ya no puedo ver más muertes, no puedo soportarlas más.

—El bosque es hermoso, pero también es muy peligroso, no quiero que te hagas daño. — parece un poco decepcionado con mi respuesta, pero no dice nada.

Pasan unos minutos y aunque el pequeño sigue viendo los dibujos animados, ya no se ríe si algo pasa, tiene sus orejas gachas y la cabeza apoyada sobre sus patas, suspiro porque tengo la sensación de que si no vamos va a seguir con ese estado de humor y no me gusta no ver su sonrisa o escuchar su risa.

Me levanto del sofá y camino hasta la puerta de cristal y la abro, giro y veo como Ansel me observa dubitativo, salgo al patio y tomo mi forma lobuna.

—Vamos. — le digo y el pequeño no tarda en salir corriendo desde el sofá hasta donde estoy, me da igual dejar la televisión encendida, no creo que estemos mucho tiempo en el bosque.

Tampoco me alejare mucho, por el bien de él, solo es mostrarle alguna parte, espero no descontrolarme y terminar por salir corriendo dejando al pequeño lobezno solo.

Me acerco hasta la verja de color negro y soy capaz de notar como el pequeño, aunque lo intenta, no consigue saltarla, río un poco y le cojo del pellejo de su nuca, me alzo sobre mis dos patas traseras y me apoyo en la verja, dejo caer al pequeño, con cuidado y después me alejo un poco.

DESTINADOS.  •j.jk• Where stories live. Discover now