Capítulo 18

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Gotas de lluvia comenzaron a caer, el ruido que provocaban los rayos era impresionante,  causaba escalofríos en los más grandes; a Fiama jamás le gustaron los rayos, en su vida anterior le asustaban, incluso cuando ya era mayor, pero ahora, estaba desconcentrada en todo, sus ideas eran un revoltijo, que no se dió cuenta del cambio de clima.

— ¿Hay manera de que pueda hablar con ella? — pregunto mientras observaba al duendecillo.

— Querida ama... realmente no creo que eso sea posible...

— ¿Por qué? — su voz subió unos cuantos niveles.

— La guardiana tiene un gran afecto por usted, pero el afecto que siente por ella, es nulo, querida ama — explico el pequeño duende con seriedad — Yo no puedo conectactarlas porque el sentimiento familiar no es reciproco.

Fiama soltó un suspiro, no estaba molesta, pues lo que decía el pequeño duende tenía sentido, ella realmente no tenía ningún tipo de cariño o conocimiento sobre la mujer que le dió la vida en ese mundo. Jamás pensó que necesitaría saber sobre quién fue su madre, un pinchazo de culpabilidad apareció.

— ¿Que debo hacer? — pregunto al aire, se dejó caer en el suelo mientras cubría su rostro.

Valdovino se acercó ansioso al ver qué el estado de su ama había bajado, se pregunto si hubiera sido mejor no decirle nada. Pensó un poco, y encontró un método que tal vez podría hacer que ambas se conectarán.

— Querida ama... Hay una solución que podría hacer que usted y la guardiana se conecten.

Fiama levantó el rostro esperanzada, quería saber que estaba sucediendo, por más que no la conociera, no quería quedar como una mala hija.

— ¿Cuál es? ¿Que debo hacer?

— Hay una cascada ubicada en los interiores del bosque Irmento, detrás de la cascada existe una cueva que lleva a un pequeño manantial.

Fiama lo detuvo con un movimiento de su mano, algo vino a su memoria mientras escuchaba las palabras de Valdovino.

— Lo he oído antes... — murmuró — Si tienes un gran deseo en tu corazón, el agua te hará una invitación.

Valdovino asintió con la frase dicha por su ama.

— Se dice que solo aquellos que porten buenas intenciones pueden entrar allí.

Esto fue mencionado en la novela; muy brevemente, era una leyenda tan antigüa, que hasta se había convertido en un cuento de hadas para los niños.

Un joven mago nacido en una familia de bajo  recursos quiso entrar al palacio, y convertirse en un caballero de alto rango. Entrenaba mucho y hacía lo mejor que podía para pasar cada obstáculo que se interponía en el camino. Fue en medio de las pruebas para convertirse en caballero, que se enteró de una triste realidad, la magia en su cuerpo era tan poca, que en realidad no podía calificar para la posición que buscaba, lo transferirían a la caballería de personas comunes.

Su deseo por convertirse en alguien importante se hizo tan grande que al parecer fue escuchado por las criaturas cercanas; que una noche mientras toda su familia descansaba, se oyeron murmullos fuera de su casa, al principio decidió ignorarlos, pero con el pasar del tiempo esto empezó a ser imposible, noche tras noche, esto siguió pasando, el jóven mago, decidió a qué esto se detuviera, salió a ver qué sucedía y se encontró con lo más hermoso que jamás imagino. Una ninfa bellísima revoloteaba junto a su ventana, dando pequeños saltitos y pidiendo porque alguien saliera a recibirla.

La ninfa se alegro de ver qué su objetivo fuera cumplido, se acercó al muchacho con pasos seguros, aunque desde el punto de él, parecía que trataba de seducirlo; la mujer hablo, con esa voz tierna y dulce, prometió concederle al joven mago lo que más deseará en el mundo, a cambio de que fuera a visitarla todos los días en un manantial que se formaba en la cueva tras la cascada. El joven no dudo en aceptar y la hermosa ninfa, recitando una oración en su idioma natal, le entrego la mitad de su magia, la ninfa también le pidió al muchacho que no hablará de esto con nadie.

El destino de una princesaWhere stories live. Discover now