Capítulo 75

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El silencio entre ambas era profundo, la pelirroja no quería apresurarla a pesar de que estaba curiosa. Necesitaba respuestas, pero presionando a Arabella no llegaría a nada y lo sabía, así que actuó con la mayor paciencia posible.

Arabella sorbió por la nariz, de inmediato volvió a utilizar el pañuelo para limpiarse, no podía dejar de mirar el suelo. Tuvo que tomar aire para poder dirigir su mirada hacía Fiama una vez más.

- Tengo recuerdos de una vida que hasta ahora no he vivido... al menos eso creo o tal vez si... - comentó en tono bajo, casi como esperando que la pelirroja la mirase como una loca, algo que no ocurrió, pues la niña frente a ella solo se veía curiosa - Yo... me he visto haciendo tantas cosas que no han pasado, se que suena raro, podría decir que son recuerdos... la sensación de nostalgia, las emociones mientras pienso en aquellas imágenes, son tan reales... es como lo que estoy viviendo ahora mismo... así de real - su mano se estiró a la nada mientras la observaba un tanto fascinada.

- ¿Y qué es lo que ves en estos recuerdos?

- Mi vida... bueno, para ser más precisa, me vi a mi llegando al palacio siendo una niña... - le dió un vistazo fugaz a Fiama y continuó - ... Pa... quiero decir, su majestad... lo vi a él criandome, cuidando de mi... a Evan... él... - necesitaba respirar al recordar su muerte, ella lo amaba mucho, pero no era del amor romántico como el que sentía Evan por ella, no, era ese amor de hermanos, algo que en su corazón no podía cambiar, ni siquiera cuando lo tuvo en brazos y terminó por desangrarse - Luego yo me casé y pensé que tendría mi final feliz pero... - le fue imposible continuar, pues no solo las palabras quedaron atoradas en su garganta, sino que también gruesas lágrimas no demoraron en aparecer. De inmediato se acurrucó contra el respaldo del sillón, subió las piernas y se abrazo a sí misma con fuerza.

- Esta bien, no tienes que contarlo todo de golpe - Fiama le acarició la espalda con suavidad, el movimiento logró relajar a la niña que sonrió muy suave - Si es difícil, no tienes que dar muchos detalles.

Necesitaba volver a empezar, de hecho, así fue. Volvió a contarle todo desde el inicio, al menos lo que recordaba de su niñez. Primero sobre un palacio cubierto de sangre, sangre que le perteneció a su familia del reino caído Asmuratte, lo horrible que fue perder a todos y quedarse junto a una mujer a la que jamás le importó. Luego lo difícil que fue adaptarse al imperio, aunque pronto pudo ganarse el corazón de la gente, incluyendo el de Kay. Los enfrentamientos, el aprendizaje, las personas, Fiama reconoció todo lo que describía Arabella, al menos hasta su feliz matrimonio para luego convertirse en la emperatriz. Eso es lo último que se escribió en el libro.

A su parecer, Arabella parecía bastante traumatizada al saber que esa era la vida que debió tener. De alguna forma, le fue imposible no sentirse algo culpable, pues le gustará o no, ella lo cambió todo tratando de que su futuro fuera diferente. Por un instante, se le cruzó la idea de decirle quién era ella en realidad, contarle sobre que era una extraña en ese mundo y todo lo que sabía. Como fue que terminó en donde estaba ahora, aunque muy probablemente, la rubia no lo tomaría muy bien y eso fue lo que la detuvo. Se preguntó ¿no odiarías a quién te arrebató tu destino? Y más cuando ese destino, prometía una vida gloriosa. Debía meditarlo bien, aún no lo descartaba por completo, pero lo mejor era pensarlo con calma.

Por supuesto que en ese momento no podía centrarse en sí misma. Ya que Arabella había confiado en ella y le había contado lo que sucedió con ella, la razón de porque había alejado a todos. Si había alguna manera de ayudarla, era su deber hacerlo. ¿Quién mejor para comprender esa situación? No era exactamente lo mismo, ya que cada una tenía que pasar por cosas diferentes, eso era obvio, pero estaba bastante cerca de serlo, ahora ambas sabían lo que debió de suceder.

El destino de una princesaWhere stories live. Discover now