Capítulo 49

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"– Me place informar a su majestad que dentro de una semana estaré pisando la capital listo para cumplir con su petición.

Hemos logrado detener la sobrepoblación de Siets así que el viaje será rápido y seguro.

Puedo asegurarle que el alojamiento de Lady Lina está listo.

Hasta entonces.

Le saluda Callidel Leoni de la Croix, Duque de Evir. –"

Kay suspiró con algo de alivio, otro de sus problemas sería resuelto pronto.

Ese hermano suyo se aseguró de poner un hechizo de protección sobre la respuesta que le daría al emperador. Si algo que no fuesen las huellas digitales de Kay llegaba a tocar esa carta, se autodestruiría y de esa forma el contenido estaría a salvo.

"– Agradezco a su majestad por haber prestado atención a mi consejo, me asegurare de mantener vigilada a Lina e informar si hace cualquier cosa que sea de la más mínima sospecha. –"

Sabía que Callidel podría manejar a Lina, Kay por su parte ya no tenía tiempo como para seguirle prestando atención a las tonterías de esa mujer.

Ya la había apartado de su vida antes, hacerlo de nuevo no era difícil.

No le tenía aprecio de ningún modo, Lina en verdad era molesta, pero tampoco le guardaba rencor, al menos hasta lo que alcanzaba a imaginar de ella, no sabía que tanto había hundido las manos en el lodo. En su niñez nunca participó en el maltrato que se vió obligado a sufrir, no hizo nada para detenerlo pero lo entendía, ella terminaría por meterse en problemas muy graves si intentaba algo.

Aunque en una ocasión intentó meterse en su cama a pesar de los lazos sanguíneos que compartían, sintió asco más no odio.

Lo único que quería de ella era que estuviese lejos, así que su mejor opción fue casarla.

Estaría tranquilo ahora si Asmuratte no hubiese iniciado una guerra que estaba destinada a perder, y ninguno se atrevió a dar la cara, o más bien, no pudieron dar la cara.
Recordaba que cuando llego al palacio del ahora inexistente reino, todos recurrieron al suicidio, tan solo dos personas no siguieron aquellos pasos, Lina y Arabella.

Kay no era tonto, hubo un rastro tan mínimo de magia negra alrededor de los cuerpos, que fue imposible no sospechar de ellas dos. Aunque luego su sospecha recayó solo en Lina, pronto supo notar que la niña no tenía nada que ver, al menos no de forma consciente.

Tendrían que tomar medidas importantes con Arabella, no sabía decir si a futuro se convertiría en un peligro para el imperio, pero era mejor prevenir. Había estado pensando en mantener separadas a la madre y a la hija, pero quien sabe si esa niña terminaba guardandole rencor por haberla alejado de Lina; los niños eran las criaturas más fáciles de manipular por la ingenuidad e inocencia que provenía de ellos.

Si Lina aún conservaba a aquella pequeña a su lado significaba que era importante de una u otra manera.

Recordó entonces aquel día en que vió a cuatro infantes jugando sin pensar en nada más, divirtiéndose libres y sin preocupaciones.

Tal vez podría pedirle a Fiama que lo ayude a tratar con este tema, pero no estaba seguro, no es el tipo de carga que quería imponerle a la princesa. Ella también tenía cosas que hacer y en las cuales centrar su atención.

Frotó sus sienes sintiendo una leve molestia. Ir el mismo y llevarse a la pequeña rubia por su lado no era una opción, no era bueno con el trato hacía los niños. Fiama era una excepción porque siempre se comportaba como una adulta, hablar con ella o estar simplemente en silencio era fácil, sin embargo, hacerlo con otros chiquillos con los que no quería tener ningún tipo de relación lo hacía sentirse incómodo. Ademas, los niños siempre se asustaban cuando él estaba cerca, no podía culparlos, siempre serio y hablando con voz gélida. Quisa debería encargarle esta tarea a Herminio o Mikhe, ellos tenían el don para tratar con esas cosas.

El destino de una princesaWhere stories live. Discover now