Capítulo 52

490 67 4
                                    

Desde la fría y dolorosa noche en que la vida de Nadia fue apagada, la antigua familia real se quebró. Los mayores que vivían en la capital se presentaron solo para el funeral, no parecían sorprendidos, aunque si un tanto dolidos, pero no lo suficiente como para buscar venganza contra el asesino de su hermana, sabían que no sacarían nada bueno de eso.

Ninel, la menor, empezó a tener pesadillas constantes en las que veía como su hermana era golpeada y torturada hasta dejar de respirar, la escuchaba pedir ayuda a gritos. El cambio fue notorio pues a penas dormía y solo lo hacía por las mañanas ya que con la luz del día los sueños no la atormentaban tanto. Lo poco que hablaba con los demás se convirtió en nada, ya no quería dirigirle la palabra a nadie, exceptuando a su hermano Ethani, de quien estaba segura, sufría de una forma similar a la suya.

Ethani quien hacía tiempo había dejado de vivir con quienes le dieron la vida regresó una vez más, no estaba planeando quedarse de forma permanente, pero era su deber estar cerca de Ninel, no podía permitir que algo llegara a sucederle a ella también. Se había confiado con respecto a Cerder, él era un hombre adulto mientras que Ethani era tan solo un niño. Fue demasiado ingenuo, pero no más, tal atrocidad no volvería a suceder mientras en su cuerpo hubiese vida.

Antes de que iniciará su retorno a la casa de sus padres llegó Ignis.

Bella e inigualable como solo ella podía. Sus ojos de ese color que solo podía describirse como único le produjeron cierta calma. No esperaba verla en ese momento, segun supo de su última visita de hace dos años estaba ayudando a resolver un problema en otro planeta donde las matanzas entre seres vivos eran demasiado constantes como para ser ignoradas.

Su rostro sereno permanecía magnífico, tal como una reina, aunque al tenerlo dentro de su campo de visión una bella sonrisa floreció en sus labios dándole un toque suave a su presencia.

- Has crecido de nuevo - dijo nada más tenerlo cerca - Ya estás casi de mi tamaño - parecía bastante feliz de verlo una vez más.

- No me he vuelto tan alto - replicó con una leve risa.

Cuando encontró esos ojos plateados con su luz un tanto apagada entendió que algo había sucedido y fue grave. No dijo nada, no pregunto, pues aunque no sabía que estaba pasando quería mostrarle su apoyo a aquel jovencito que hasta hace poco era solo un pequeñín; lo atrapo entre sus brazos y lo apretó con firmeza contra su pecho evitando que se alejara.

- ¿Que haces?

- Todo estará bien, Ethani - murmuró contra su oído, calmada y cálida.

No había llorado, pensaba que algo estaba mal al no hacerlo, estaba muy triste y su interior estaba deshecho, pero ni una sola lágrima había asomado de sus ojos, hasta se sintió culpable por no llorar. Se preguntó si es que sufrimiento era menor o si había algo mal con el, pero al sentir el abrazo de Ignis esa represa creada de forma inconsciente se rompió.

No tenía fuerzas para responder, tan solo se aferro a ella, sus manos se volvieron temblorosas mientras apretaban la espalda de la diosa. Los lloriqueos eran bajos, solo Ignis los escuchaba, y al hacerlo, su corazón se rompió a pedazos. No sabía que removió esos sentimientos, no los entendía y hasta donde sabía, los propios humanos no los entendían. Demasiado complicado, pero de alguna manera era acogedor. Se sentía más cercana a Ethani.

- Gracias - susurró escondiendo su cara entre el cabello de Ignis, era delicado como la seda y su aroma un tanto hipnotizante, nada le había transmitido tanta calma como el olor de ella.

Luego de unos instantes en que su corazón por fin encontró algo de paz, se separó de ella.

- No voy a estar en este lugar por un tiempo - avisó mirando el bosque, las ramas de los árboles se movían con el soplar del viento y la luz penetraba con cuidado por los más pequeños espacios, el escenario que les rodeaba era bastante más alegre de como lo había estado viendo hasta ahora; podría deberse a la pérdida de seguro, antes de la presencia de Ignis, todo le parecía oscuro y triste, dejó salir una leve sonrisa, aunque no sabía si contenía algún tipo de emoción positiva tras ese gesto - No estoy seguro de cuando voy a volver.

El destino de una princesaOn viuen les histories. Descobreix ara