Capítulo 34: El test

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Al parecer, tras la ceremonia de Ostara debía quedarme unos días en casa descansando, cosa que nadie se había tomado la molestia de explicarme tras la propia ceremonia porque los magos ya lo saben.

Supongo que se consideraba que albergar la esencia divina era algo demasiado agotador para un cuerpo humano y necesitaba reposo para recuperarme, quisiera o no. Y Matt, obsesivamente protector, decidió que ser una sintiente significaba que necesitaría más días para reponerme, ya que mi sistema inmune no era tan bueno como el de ellos; así que me mandó a mi casa toda la semana.

Traté de resistirme a la idea, pero era cierto que estaba agotada, así que agradecí tomarme el resto del viernes libre. Prácticamente me dediqué los siguientes días solo a dormir, a excepción de esporádicas visitas al baño y la cocina.

Sin embargo, a partir del miércoles ya me sentía bastante bien. Al menos, lo suficiente como para no poder dejar de darle vueltas a la cabeza porque ya pasaba más horas despierta que dormida. Matt había insistido en venir a verme, pero yo le había dado largas con que solo quería dormir. En parte porque era cierto, pero sobre todo porque seguía sin poder enseñarle que vivía con los Clearwater. Pero ahora que estaba despierta, me preocupaba haberle ofendido o que él siguiera enfadado por haberme colado en la ceremonia.

Le había sugerido volver el viernes al trabajo, ya que habría pasado una semana de baja laboral y no veía sentido a seguir en casa. Pero el fiscal escribió un sobrio mensaje diciendo que volviera directamente el lunes. En realidad, lo que yo quería era una excusa para poder verle y plantear vernos ese fin de semana, petición que no me atreví a hacer viendo que no parecía muy por la labor.

Y no solo eso... No, ojalá esos fueran todos mis problemas.

Miré el test de embarazo con ansiedad. Estaba boca abajo, en el lavabo, esperando a que me atreviera a cogerlo. Había decidido dejarlo así para no quedarme como una tonta mirándolo diez minutos sin parpadear, pero ahora no me atrevía a girarlo.

¿Y si daba positivo? Menuda locura había hecho... La situación se me había ido de las manos, estaba claro. Me costaba recordar cuándo había sido mi último periodo ya que tras cortar con Matt había vuelto a dejar la píldora. Y luego en la ceremonia... Pues no, obviamente no habíamos usado ningún tipo de protección.

Deseé con todas mis fuerzas ser débil y huir de ese baño para ir en busca de una cajetilla de tabaco. Fumar calmaría la ansiedad, aunque no podía hacerlo porque si estaba embarazada... Ni siquiera había decidido si tendría al bebé, pero era demasiado horrible pensar en hacerle daño.

—Ay, Dios... ¿pero qué he hecho?

¿O ahora debía decir «Diosa»?

—¿Es mucho pedir que salga negativo? —pregunté al aire en tono de súplica. La última vez me había escuchado así que, ¿por qué no?—. Técnicamente... es una cuarta parte tuyo, así que no me dejes tirada ahora. Enróllate, porfa...

¿Iba a repetir la historia de mi madre? ¿Iba a quedarme en esa casa criando una hija yo sola siendo aún demasiado joven? ¡Yo no podía ser madre! ¡Si ni siquiera sabía cuidar de mí misma en condiciones!

Agarré la piedra roja en mi cuello como si fuera un amuleto, un talismán contra aquel grave error. Recé para que, de alguna forma, me conectara con ella; que sintiera mi plegaria a través de su gema. No podía dejarme tirada ahora. No podía con más problemas. Aquello ya era demasiado para mí.

Con lágrimas en los ojos, me aparté la mano de la boca de un manotazo antes de acabar comiéndome la laca de uñas y cogí el test. Fuera lo que fuese, había que saberlo ya, no era una maldita cobarde. Una inconsciente y una idiota sí, pero no una cobarde.

Palabra de Bruja FarsanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora