La mujer se despide y entonces Jimin fija su mirada en mí, me sonríe y me saluda, pero por mi parte me quedo mirando a la anciana que se despide, desprende un brillo natural, no sé si soy la única en verlo, pero es atrayente, ella me sonríe con una amplitud sorprendente y siento que su sonrisa y mirada tiene una promesa detrás, desprende seguridad y me sorprende el brillo en sus ojos, hay reconocimiento en sus ojos al verme, siento el sentimiento de amor, protección, cuidado que ella transmite para mí, pero yo no la conozco, no recuerdo haberla visto antes y me resulta confuso, ella se despide de mí con un asentamiento de su cabeza, su cabello es canoso, gris y cuando está fuera de la tienda veo su cabello brillar con la luz del sol y es algo cegador, por lo que me hace entrecerrar los ojos.

Segundos después Ansel levanta la mirada de la flor y viene corriendo hacia mí con el propósito de darme un abrazo, quedando su cabeza apoyada en mi pecho cuando le cargo para poder abrazarlo mejor, es él quien me saca de mi embelesamiento por la anciana que ahora que la busco de nuevo, no la veo por los alrededores ni en las calles, se ha ido demasiado rápido y me ha dejado con una sensación extraña, quiero buscarla, preguntarle quién es, porque siento que me conoce.

Sin embargo lo dejo para después, es algo que no comprendo y decido prestarle atención al pequeño que restrega su cabeza de lado a lado en mi pecho, subiendo, hasta llegar a mi cuello auto-acariciandose y como si quisiera que mi olor estuviera sobre, el cual no tengo, pero él igual lo hace, si bien el pequeño en una dosis de ternura a muerte, no se pueden imaginar su estatura, es algo que me encanta y quisiera que nunca crezca.

—Te he echado de menos Noona. — sus palabras me conmueven de una manera casi imposible.

—Yo también pequeño, pero necesito hablar con Jimin-Ssi un momento, a solas. —  despeino su cabello con cariño y el pequeño asiente, corriendo nuevamente hacia la flor, miro a Jimin, quien me devuelve la mirada, confuso.

—Vamos atrás, ahí hablaremos mejor. —  asiento y le sigo por detrás del mostrador hasta una puerta que abre, dejando a la vista un pequeño invernadero lleno de flores. —¿Qué querías decirme?

—He hablado con los Alfas, me han explicado lo del trato con la manada. —  Jimin parece atar cabos y asiente, incitándome a que prosiga.—El problema es que no tengo con quien dejar a Ansel.

Es obvio que Jimin va a ir con nosotros, pero me puede ayudar a encontrar una solución.

—¿Por qué no le llevas con la Señora Yon hasta que volvamos?— pregunta y a pesar de que le conoce, entiendo que no sea consciente de lo que eso podría significar para el pequeño.

—No puedo hacer eso, Ansel seguramente crea que no quiero estar con él, el pequeño se ha encariñado mucho conmigo. Sin comentar que sus padres casi nunca están, se siente aún más solo y cada vez que nadie está a su lado piensa que ha sido abandonado, para ese tiempo, sus padres no estarán y sus abuelos se quedarán a cargo de la aldea en ausencia de ustedes siete. —  Jimin comprende en seguida a dónde quiero llegar a parar y asiente, seguro sabiendo los planes de mi familia fuera de la aldea. —Le he preguntado a Lisa si podría hacerme el favor, pero le es imposible, Rosé trabaja por las tardes y aunque podría cuidar de él los sábados y domingos... ¿Quién cuidaría de él entre semana? —  comienzo a desesperarme a pesar de que aún quedan dos meses para dejarle solo.

—Podríamos hacer una cosa. —  Jimin parece pensativo durante unos minutos que se me hacen eternos. —Ninguno de los Alfas podemos interferir en los trabajos de las personas pero... tal vez podría hablar con la Señora Yon. —  levanto una de mis cejas, la opción de llevarle al orfanato no es viable de ninguna manera. —En vez de llevar a Ansel al orfanato, la Señora Yon podría ir a tu casa y cuidar de él mientras no está. —  pienso en la posibilidad, pero hay varios inconvenientes con su idea.

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