Kay casi explotó de la ira con ese desafío. No le gustaba que la gente lo desobedeciera. Ni siquiera las familias nobles de otros países le trataban de ese modo. ¿Entonces por qué una niña que no le llega ni a la cintura es tan terca?.

Después de varios segundos con esa mirada desafiante desvío los ojos  — Bien, haz lo que quieras, pequeña bestia del infierno.

“(ノಠ益ಠ)ノ ¡¿A quien llamas pequeña bestia del infierno?! ¡¡Loco emperador Bastardo!!” grito en su mente.

«Oh... parece que su valentía se activa de forma inconsciente» concluyó Deen al final de la escena «Discute con él y no se da cuenta»

“Vaya, la princesa es muy pequeña, y aún así, es demasiado orgullosa...” pensó Mikhe un poco divertido “De alguna manera, me recuerda a Kay cuando era un niño” se dijo mientras recordaba a un pequeño Kay parado frente a él y gritando que algún día sería el emperador de Intravella. Por unos momentos, el corazón de Mikhe estuvo algo cálido.

— Mikhe, llévatela — hablo Kay.

Decidió que seguir discutiendo con una mocosa que no podía pensar correctamente todavía no era algo necesario. Mantuvo sus manos sobre los informes que había dejado antes de ir a atender la repentina visita del arzobispo. Su mente volvió a centrarse en los asuntos importantes, por lo que olvidó por completo la existencia de la niña frente a él.

— Como ordene — Mikhe hizo una breve reverencia e hizo que la niña lo siguiera.

Fiama no era grosera como tal, así que dejó una despedida al aire y salió junto al caballero.

“De todos modos... ¿Para que me hizo quedarme? ¿No era más fácil que el tío Ryu me llevará de regreso?... Sí que es extraño ese emperador”.

***

La luz comenzaba a colarse por las minúsculas aberturas de las gruesas cortinas de color marrón, una leve línea brillante le daba justo en los ojos, lo que hizo que la pequeña se sintiera incómoda y se removiera en su propio sitio. Por alguna razón, el ruido fuera del palacio comenzó a ser mayor, los pasos y las voces incrementaron de la nada. Además de que a su lado una tierna respiración le hacía cosquillas en la mejilla. Fue por todas estas razones que finalmente tuvo que abrir los ojos.

El nuevo día estaba siendo demasiado ruidoso. “Que molesto” fue lo primero que pensó después de lanzar un suave bostezo al aire.

Fiama miro a su lado y encontró al pequeño duende que dormía a su lado, la ternura que demostraba estaba fuera de este mundo. Sus mejillas sonrojadas y regordetas eran muy atrayentes, las largas pestañas con toques rojizos casi parecían hipnotizantes y la postura en la que dormía era casi como la de un gato.

— Debes estar muy cansado — dijo con su dedo acariciando su tierna mejilla — Te has esforzado mucho — le agradecía por haberse mantenido cerca de Camille en su tratamiento. Las heridas internas aún no sanaban, por lo que Camille aún no podía volver a sus deberes oficiales, por las propias órdenes de Fiama. El pequeño duende utilizaba su magia durante el tratamiento de Camille para que tuviera más oportunidades de mejorarse, por lo que en estos días el proceso ya estaba casi completo.

— Querida ama, hay mucho ruido fuera... Valdovino no puede dormir — dijo el duendecillo con un ojo medio abierto, se notaba la incomodidad.

El destino de una princesaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu