38. First Hours.

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Decido quedarme en el hospital, después de haber llorado durante un largo rato en el baño más alejado de todos, en los que poder esconderme. Por suerte, no me ha sido difícil encontrar al doctor, pues el señor Avery le había pedido ir a ver a su hija, y los tres se encontraban en la habitación donde la han ingresado.

Han pasado tres horas y, aunque en un principio se negaban a hacerlo, los padres de Harper se marchan a casa para ducharse y comer algo, ya que debido a mi llamada se habían marchado sin comer. Y, lo cierto es, que yo tampoco he comido. Aunque tampoco tengo hambre.

El aspecto de la pelirroja es catastrófico: tiene el pelo alborotado, moratones por todo el brazo —e imagino que por todo el cuerpo también— y una pequeña cicatriz en una de las piernas, debido a una pequeña laceración causada por la matrícula del coche que la ha atropellado. Además, la bata que lleva puesta palidece su ya de por sí pálida piel, dándole un aspecto más funesto y fúnebre del que en realidad es.

– ¿Se puede pasar? —Pregunta una voz que me es familiar.

Al darme la vuelta, me encuentro con la rubia cabellera y los ojos verdes de Mary, que va cogida de la mano de Jules, quien lleva su castaño cabello recién cortado y la barba afeitada hará unas pocas horas.

– Claro... —Digo yo, sin énfasis.

– ¿Cómo estás? Nos acabamos de enterar y hemos venido en cuanto hemos podido...

– Lo bien que se puede estar, supongo. Estará en coma inducido un par de días. He decidido quedarme a su lado todo el tiempo...

– Brad, tío, no debes culparte por esto... —Comenta mi amigo, abrazándome fuerte— Tú no has tenido la culpa...

– ¿Cómo que no? Podría haberla acompañado y haber tenido la oportunidad de evitar que la atropellaran...

– No puedes culparte por eso, Brandon. Harper te dijo que no hacía falta que la acompañaras... Ninguno sabía que esto iba a pasar.

Mary también me estrecha entre sus brazos, quedándose un rato conmigo hasta que, finalmente, se marchan para ir a visitar al ginecólogo, ya que tenían una cita programada para hoy. Miro el reloj. Las 8:23 de la tarde. Justo entonces, veo como Leire aparece por la puerta. No dice nada. Solamente se sienta al otro lado de la habitación, mira a su mejor amiga y le toma la otra mano.

– Ve a cenar. —Me dice, rompiendo el hielo— Yo me quedo.

– ¿Y tú? —Le pregunto, sin muchas ganas de comer.

– Vengo de casa. He cenado antes para poder venir a verla ya cenada.

– Lleva aquí desde hace horas, Leire. —Las palabras se me escapan de la boca y la muchacha se entristece.

– No era capaz de creerme lo que ha pasado. Era incapaz de creer que la hubieran atropellado... Ella es muy cuidadosa a la hora de cruzar.

– Jayden tiene parte de culpa. —Respondo, haciendo que la muchacha me mire fijamente— Él estaba ahí en el momento del accidente. Discutió con Harper sobre lo que pasó en la fiesta de Jules y bajó para cruzar. No estaba atenta y el coche...

Leire no dice nada más, por lo que me levanto y salgo de la habitación. Sé que he sido muy frío y cortante con ella pero no lo he podido evitar. Tengo un fuerte dolor en el pecho y me culpo a mí y a todos los que estamos a su lado por no haber hecho nada por evitar que esto pasara. Al llegar a la cafetería, recibiendo de una todo el olor a comida, mis tripas comienzan a rugir con fuerza, aun con las pocas ganas que tengo de llevarme algo a la boca.

Me pido un bocadillo de lomo y un refresco. Pago, me siento en una mesa y comienzo a devorar —hay que decir que delicioso— el bocadillo, antes de volver a la habitación de Harper. Al entrar, veo a Leire ser empujada por una de las enfermeras hacia la salida.

– ¿Qué está pasando? —Pregunto, sorprendiendo a la empleada, que me mira fijamente a los ojos. ¿O soy yo o sus ojos son de oro?

– Nada, Brandon.... Es solo que el horario de visitas ha terminado y esta simpática enfermera me está echando. —Tanto la susodicha como yo notamos el sarcasmo de las palabras de Leire, quien decide salir de la habitación antes de ser arrastrada hacia la salida.

– ¿Es usted un familiar? —Pregunta, con el tono más borde, seco y agrio que haya oído nunca.

– Sí. Soy su prometido. Yo me quedaré todas las noches.

La enfermera no puede evitar mirarme con los ojos abiertos como platos. Al fin y al cabo, mi aspecto físico no me hacía aparentar más edad de la que tengo. Y, al saber que Harper tiene diecisiete desde abril, es muy raro que diga que soy su prometido.

Le enseño el anillo a la enfermera, quien se lo queda mirando fijamente antes de asentir con la cabeza, felicitarme por mi boda y salir de la habitación, acompañando a mi amiga al ascensor. Por mi parte, yo me siento en la silla al lado de la cama en la que está durmiendo Harper, le agarro la mano con fuerza y apoyo la cabeza sobre la cama hasta que me quedo dormido.

~Jayden~

Salgo del hospital. Brandon tiene razón, podía haberlo evitado. Podía haber corrido más rápido y haberla salvado. Haberme tirado yo contra el coche y ser yo quien estuviera en el hospital. Pero, no. Simplemente grité su nombre y comencé a correr demasiado tarde como para alcanzarla.

Son casi las seis y media. Pienso en llamar a Leire y contarle lo que ha pasado. Lo que he dejado que pasara. Cuando voy a coger el móvil para llamarla, éste comienza a sonar, indicándome que es ella quien me está llamando.

– Hola... —Digo yo, casi sin fuerzas.

– ¡Dime que no es cierto! —Exclama, llorando. Ya lo sabe. Ya se lo han contado. Michael, su novio. Estaba con Brandon en el hospital— ¡Dime que Harper no está en el hospital y que Michael se ha confundido!

– Hermanita, yo... Yo... —Noto como unas lágrimas se disponen a precipitarse de mis ojos, como una gran pesadez me inunda por completo— Es cierto. No pude hacer nada... Ella cruzó, el coche frenó en seco, corrí para salvarla, pero... La vi volar, Leire. Joder. Tengo... Tengo que dejarte. Ve al hospital. Te necesita a su lado.

Cuelgo cuando comienzo a llorar, no queriendo que mi hermana me escuche hacerlo. Deambulo por las calles de la ciudad, hasta que el cartel luminoso de BAR consigue sacarme una sonrisa. Cuando entro, intento forzar una sonrisa y pido la primera copa.

Pasando, así, todo el resto de la tarde allí dentro.

Stay By My Side (DLMG#2) [Remastered]Where stories live. Discover now