61. Bridgewater.

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~Harper~

El día de fin de curso ha llegado finalmente, llenando el Applewood High School de llantos, alegrías y muchas penas. De buenas y malas notas. Y eso, que para muchos de nosotros todavía nos queda un año más. Aun así, todo el mundo parece haberse olvidado una vez se llega a casa de los gemelos, donde tiene lugar una fiesta de bienvenida al tan ansiado verano.

– ¡Qué gran fiesta, Kyle! —Exclama Rachel, acercándose a nosotros, que acabamos de llegar y estamos siendo recibidos por uno de los anfitriones— Ah, por cierto. ¡Los entrenamientos de las animadoras comienzan el primer día de curso después de la presentación! ¡Recuérdalo, Harper! —Y dicho eso, se marcha a bailar con el anfitrión, ya que al parecer ahora son pareja.

Cuando el fin de semana llega, yo me encuentro en casa, empaquetando ropa en un par de maletas para irme a la casa del lago que la familia Lee tiene en Bridgewater. «Hace tanto que no voy... ¿Me pregunto si habrá cambiado mucho? Los chicos seguro que sí... ¿Seré capaz de reconocerlos?» me digo a mí misma, viendo como mi madre entra en mi habitación.

– ¿Estás lista? —Pregunta mientras yo cierro la maleta— Brandon ya está aquí.

Como si el muchacho pudiera escucharla, el claxon de su coche inunda el incómodo silencio que se despierta en mi hogar. Mi padre me abraza con fuerza. Se nota que no quiere dejarme marchar y parece que está a punto de llorar, pero se esfuerza en no hacerlo. Irónico, teniendo en cuenta que hace seis años me dejaron ahí tirada para pasar todo el verano con una abuela que, por aquel entonces, me odiaba.

– Oh, vamos papá... Solo son tres meses. No es la primera vez que los paso en Bridgewater y esa vez no llorasteis...

– No estoy llorando, todavía... Y esa vez tu madre y yo lloramos todo el camino a casa, para que lo sepas. Pensar que ahora tienes diecisiete años y estás prometida...

– Solo son detalles, papá. Detalles muy chiquititos.

– Bueno, hija... Pásatelo bien y visita a la abuela de vez en cuando...

– Sííí... —Digo yo, mientras salgo de casa.

Una vez fuera, corro hasta el coche de Brandon, abriendo el maletero para guardar mis maletas junto a las suyas, las cuales están puestas tan perfectamente ordenadas que puedo incluso visualizar el espacio en el que van las mías, como si estuviera jugando al Tetris. Al cerrar el maletero, camino hasta la puerta del asiento del copiloto y entro en el coche, dándole un beso en los labios a mi prometido.

– ¿Estás preparada? —Pregunta, bajándose las gafas de sol a los ojos, las cuales estaban posadas sobre su cabeza.

– Estoy preparada. —Respondo, dejando escapar una gran sonrisa.

El camino se nos hace plácido y tranquilo. Brandon me mira de vez en cuando mientras yo miro a través de la ventanilla, sacando la mano para sentir el viento o haciendo vídeos y fotos para los chicos del Applewood High School que ya preguntan si hemos llegado o cómo estamos a pesar de habernos visto hace unas pocas horas. La radio suena de fondo mientras que todo parece ir, por primera vez en mi vida, como la seda.

Además, Azazel y Nyx no han aparecido desde el baile de graduación y no sabemos muy bien si eso es algo bueno o algo malo. En cualquier caso, eso significa que queremos y podemos disfrutar de unas —merecidas— vacaciones de verano los dos solos. Tranquilos, y relajados.

– ¡Ya estamos en Crazy Frogs Lake! —Exclamo ante la cámara frontal, enfocando tanto mi cara como la de Brandon— Por cierto, ¿por qué le pusieron el nombre del lago de las Ranas Locas?

– Se dice que es porque en la antigüedad vivían muchas ranas por esta zona y montaban fiestas hasta altas horas de la madrugada.

– ¿En serio? —Pregunto yo, mirándolo fijamente mientras él sigue mirando a la carretera— Es una broma, ¿verdad?

– Es lo que se dice... La luna llena enloquecía a las ranas, quienes se reunían para croar sin parar hasta el amanecer.

– Qué raro... Ahora ya no hay, ¿verdad?

– Bueno, creo que hay unas pocas pero parece que ya no están en edad de montar fiestas... —En el momento en el que el rubio me saca la lengua y comienza a reír, me doy cuenta de que, tal y como he sospechado, el muchacho se está cachondeando de mí— Tendrías que verte la cara ahora mismo, angelito. Bueno, sigues grabándola, así que luego la miras más tranquilamente...

– Eres un idiota. —Refunfuño yo, dejando de grabarlo para volverme a sentar recta en mi asiento.

– Lo sé. —Responde él, acercándose a mí para besarme en la mejilla— Por eso mismo estoy orgulloso de decir que te casas con un idiota...

– Madre mía...

Decido parar el vídeo, enviándoselo a Mary y a mis padres, quiénes han preguntado con más insistencia sobre nuestro paradero. Finalmente, llegamos hasta la casa del lago, la cual es realmente bonita. Se trata de una cabaña de madera de grandes cristales y un amplio balcón en el piso superior construida sobre una de las orillas del lago por encima del agua. La verdad es que es espectacular y no me creo que, por un período de tres meses, podamos considerarla nuestra.

Estupefacta de la belleza de la imagen frente a mis ojos, Brandon se abalanza sobre mí y me coge entre sus brazos, cargándome como si fuera su mujer entrando en el lugar donde pasaremos la noche de bodas. Entramos al interior de la cabaña mientras yo río a carcajadas para ser posada con delicadeza sobre el sofá, dándole la libertad a Brandon de coger unos leños y encenderlos en la chimenea, haciéndonos entrar en calor.

– Pues ya estamos aquí. Tú descansa y revisa las fotos y vídeos que has hecho por el camino, yo recojo las maletas del coche. Así puedes seguir disfrutando de la cabaña que he visto que te ha gustado.

– Oh, que mono... —Digo yo, mientras me dejo mecer sobre los brazos de Morfeo.

– Nada de dormirte en el sofá, que nos conocemos...

– Está bien... —Me quejo yo, abriendo los ojos y sentándome con las piernas cruzadas para poder observar la sala en la que estoy mientras miro mi teléfono móvil.

Brandon da un par de viajes de la cabaña al coche, dejando las maletas en el piso de arriba, en la habitación principal. Cuando termina, se sienta a mi lado y yo me apoyo sobre su torso, revisando juntos las fotografías y vídeos que he hecho hasta llegar aquí. Lo cierto es que echo mucho de menos situaciones como estas: Brandon, yo, y nadie más. Nada más. Ni carreras callejeras, ni embarazos prematuros, ni magia oculta, ni fantasmas rondadores. Aunque, el simple hecho de pensar que el fantasma que me ha estado rondando últimamente pueda estar ahí, rompe toda la magia que hemos creado en este momento.

– Harper... Ya sé cuándo celebrar la boda.

– ¿Ya? ¿Cuándo hemos hablado de eso?

– Ahora lo estamos haciendo, ¿no? ¿Qué te parece celebrarlo aquí, en Bridgewater? A finales de verano.

– A finales de verano... Dios. Parece tan irreal... Y pensar que hace casi un año me choqué contigo cuando Leire descubrió mi secreto... Ahora, soy tu prometida...

– Y yo quiero que seas mi esposa, Harper. Casémonos en agosto.

– Está bien. —Respondo, besándole en los labios— Nos casamos en agosto.

– ¿De verdad? —Asiento con la cabeza, haciendo que vuelva a besarme una vez más. Y otra. Y otra— ¡Quiero que llegue ya!

Nuestro beso se intensifica por momentos. No sé si por el calor de la chimenea o por la excitación de nuestra boda, pero subo las escaleras de la casa del lago colgando del torso de Brandon con mis piernas entrelazadas en sus caderas. Miro de reojo a la puerta y veo al fantasma apoyado sobre el marco, mirándome con lo que intuyo es una sonrisa de felicidad. Abrazo a Brandon para que no pueda verme y, moviendo mis labios, le indico al espíritu que se marche. Sorprendentemente, me hace caso, por lo que yo intento recuperar la magia del momento con el que, en un par de meses, va a ser mi marido.

– Te amo, Harper Avery.

– Te amo, Brandon Lee.

Y dicho esto, vuelvo a dejarme caer sobre la cama.

Stay By My Side (DLMG#2) [Remastered]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ