67. Keep Holding On.

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~Brandon~

Los días van pasando y el verano comienza a notarse por fin. Hará días que comenzamos la estación, pero hasta ahora, las temperaturas han estado siendo muy bajas para considerarlas como un buen pronóstico de esta estación.

– Vamos, Auseklis... —Me quejo, yo, mirándome el costado, mientras veo desaparecer las letras grabadas en tinta sobre mi piel, consiguiendo que el tatuador a mi lado me devuelva el dinero, aterrorizado— Es por Brian, ¿recuerdas? Tú estuviste en su cuerpo... Déjame tatuarme su última frase para no olvidarme de él.

Como las ocho veces anteriores, no obtengo respuesta por parte de la voz solemne que solía taladrar mi cabeza no hace mucho tiempo atrás. De hecho, desde que Auseklis desbloqueó mis recuerdos y se unió a mi alma que no escucho su voz. Según Thomas, puede ser debido a que ambos hemos convergido en un alma, convirtiendo sus pensamientos en los míos.

– Vale, este tatuador es el décimo. Ya sabes lo que dicen... A la décima va la vencida.

Entro en el estudio, siendo saludado por una atractiva chica tatuada de pies a cabeza. Como las nueve veces anteriores, le enseño la frase que quiero tatuarme, le indico el lugar y el tipo de letra que ya he decidido unas cuantos estudios atrás. Y, al igual que todas las veces anteriores, en cuanto comienza a tatuarme, la tinta desaparecía tras un reguero de luz que ilumina mi costado debido a mi capacidad sobrenatural de curación. Aunque, la única diferencia, es que esta tatuadora no grita aterrorizada, devolviéndome el dinero y llamándome aberración.

– Así que Luz, ¿eh? —Comenta, dejándome boquiabierta— Hace mucho que no veo a un dios de esta clase vagando por aquí... —Voy a preguntar sobre sus conocimientos, pero la mujer continúa hablando, respondiendo a la pregunta sin formularla— Yo soy una súcubo.

– Eres un demonio. —Digo, levantándome de la silla, colocándome en posición de defensa.

– Tranquilo, vaquero... Hace años que he dejado esa vida atrás, demasiado estresante, ¿sabes? Ahora disfruto de mi eternidad haciendo lo que más me gusta: tatuar a la gente y enrollarme con chicas mundanas. Muchas.

– V-vale... ¿Sabes cómo hacer el tatuaje? He estado ya en nueve sitios y no me gustaría descubrir que ya no puedo tatuarme.

– No te preocupes, que se puede. Aunque... Te va a doler un poco. –Dice, cogiendo un soplete y encendiéndolo.

– Oh, ya veo... —Y la tatuadora coloca la llama en mi costado, resiguiendo el diseño grabado en mi piel, haciéndome gritar del más puro dolor.

***

Cuando el tatuaje está terminado, Auseklis no tarda en hacer su aparición, curándome la herida con mi capacidad sobrenatural. La rojez y el picor del tatuaje desaparece al instante, pero el diseño con las letras se mantiene en mi costado, dejándome leer las últimas palabras de la segunda persona más importante en mi vida.

– ¡Toma ya! —Exclamo, haciendo reír a la súcubo— Esta vez me he salido con la mía, Auseklis. ¡Chúpate esa!

Queriendo dejar de hacer el ridículo delante de esa mujer, pago y salgo del estudio de tatuajes para subir a mi coche y dirigirme hacia la salida de Nueva Orleans. De camino, Harper me llama, por lo que respondo con el manos libres.

– Dime, angelito.

– ¿Pero qué tenéis todos con ese mote? —Pregunta mi prometida, haciendo un puchero que me hace reír— ¿Sabes qué? No quiero saberlo. Acaba de llamar el planificador de bodas... Dice que viene en menos de una hora, ¿serías capaz de estar aquí a tiempo?

– No, si voy en coche, cielo... Apenas estoy saliendo de la ciudad... Espera. —Veo un aparcamiento público, por lo que entro para buscar una plaza. Al encontrarla, aparco— Estoy en casa en menos de un segundo.

– Hasta ahora. Te quiero.

– Yo también te quiero. —Digo, colgando y cogiendo el teléfono antes de salir del coche.

Cerciorándome de que nadie me observa, me concentro en mis poderes, convirtiéndome en un haz de luz. Echo a correr en dirección a casa, llegando a asumir la velocidad de la luz, que viaja a unos 299.792.458 metros por segundo. Así que, tal y como le he dicho a mi prometida, llego frente a ella en menos de un segundo, besándola en los labios cuando freno.

– ¿Ya te has hecho el tatuaje? —Me pregunta, al separarnos.

– Así es... —Respondo, levantándome la camiseta— Me ha costado diez intentos, un soplete y un dolor insoportable, pero merece la pena. Ah, y no te recomiendo hacerte ninguno...

La pelirroja me mira boquiabierta mientras yo le explico mi odisea por las calles de Nueva Orleans hasta dar con el estudio cerca de las primeras calles del Barrio Francés. Debí haber ido allí de buenas a primeras, pero no pensé que Auseklis me lo pondría tan difícil.

– Bueno, me encanta... Keep Holding On. Sigue aguantando... Justo como te hizo prometer. —La muchacha acaricia mi costado mientras que yo sigo besándola, quitándole la parte de arriba de outfit de dos piezas— Brandon... Que viene el planificador...

– No te preocupes... Todavía tenemos cincuenta y cinco minutos...

– Es verdad... Se me olvida que dominas el tiempo ahora que para ti 24 horas son una eternidad...

– Muy graciosa. Eso no lo dices cuando lleguemos a la cama...

Harper cruza sus pierna por mi cintura y subo a la velocidad de la luz a la cama, cayendo sobre las suaves sábanas que son testigas de nuestro amor incondicional.

***

El planificador de bodas llega y pasamos discutiendo horas: sobre la celebración, la decoración... Básicamente, ha querido tocar todos los temas —superficialmente según él— para hacerse una idea general de lo que queremos para nuestro día especial. Cuando —por fin— nos ponemos de acuerdo en todo lo que queremos, el hombre se marcha satisfecho de nuestra reunión. Por la noche, al no tener mucha hambre, decido preparar palomitas para ver Grease en el DVD, quedándonos dormidos en el sofá, abrazados el uno al otro, al acabar la película.

A la mañana siguiente, salgo en busca de mi coche mientras que Harper visita a su abuela otro día más. El grupo quiere ir a bailar en el escenario, ya que quedan pocos días para la función veraniega anual de la fiesta mayor de Bridgewater y, al igual que cuando teníamos once años, los chicos han vuelto a presentarse un año más. Esta vez, pero, con nosotros dos incluidos en el reparto.

– Qué sí, Elena... Que ya vamos para allá. —Digo a través del móvil mientras que Harper entra a mi coche.

– ¡Venga, tortolos! —Exclama la muchacha, dejándome sordo— ¡Qué os esperamos desde hace rato!

– Que tortolos y que ocho cuartos si acabo de recoger a mi prometida de casa de su abuela que acabo de volver de Nueva Orleans...

– ¿Pero no fuiste ayer? —Pregunta, haciéndome darme cuenta de mi error.

– No... Al final he ido hoy.

– Ah... Bueno, es igual. ¡Llegad de una vez!

Una vez cuelgo, conduzco hasta la plaza donde se encuentran todos para bailar. Una vez allí, nos abrazamos entre todos a modo de saludo, aunque las cosas con Paula siguen raras desde la fiesta. Qué digo desde la fiesta... Las cosas entre Paula, Harper y yo llevan raras desde hace seis años. Y, como si accionase un botón de retroceso, mi mente viaja a través de mis recuerdos, llevándome a ese día. El día en que las cosas entre nosotros tres cambiaron para siempre.

Stay By My Side (DLMG#2) [Remastered]Where stories live. Discover now