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Era un día más en el que despertaba en aquella cama matrimonial, las almohadas eran cómoda solo deseaba quedarse allí. Soltó una suave respiración mientras se daba vuelta sin abrir sus ojos, era una grata tranquilidad donde apenas la luz de la ventana caía en su espalda. De pronto una suave caricia cayó en su cabello, eran dedos que se movían lentamente por su cabellera hasta caer en su mejilla, allí decidió abrir sus párpados.

Reaper estaba enfrente él, acostado de lado y mirando como un enamorado al joven de ojos celestes. Se notaba que estaba recién despertando. Geno por un momento recordó los momentos donde todavía no se atrevía a confesarse, donde no creía que el pelinegro podía mirarlo con aquellos ojos de enamorado, aquella sonrisa que solo a él le haría actualmente.

— Buenos días. —Susurró Reaper.

— Hola... —Respondió de vuelta Geno, moviendo un poco su cabeza como si fuese un minino por los cariños que recibía en su cabeza. 

El mayor se acercó más a él, su mano bajó por su hombro hasta su cintura y ahí se quedó, usando sus dedos para delinear las pequeñas curvas que tenía el albino. Geno suspiró y solamente se dejó.

En ese momento recibió un beso en sus labios, fue solo uno simple pero lleno de amor. Tras eso Reaper dejó de curiosear por su cuerpo para sentarse y estirarse. 

Era verdad, tenían que ir a trabajar.

Geno se levantó y notó algo raro debajo. Bajó la mirada notando que los pantalones de pijama estaban algo bajados, era por eso que por un momento no sentía la mano de Reaper en su cintura.

— Reaper... ¿¡Por qué me bajaste el pantalón!?

— No oigo, tengo orejas de pescado.

— ¡L-Los pescados no tienen orejas!

— ¡Por eso!

Reaper corrió hasta el baño. Geno se arregló totalmente rojo. Llevaban varios días desde que tenían aquella nueva cama donde compartían sueños. Pero era desde ese instante que Reaper estaba haciendo demasiadas insinuaciones. 

Gimme love ¦ AfterdeathWhere stories live. Discover now