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¿Qué cosas se debían hacer en esos casos? ¿Cuando la desesperación e impaciencia rondan por el pecho de uno pero el miedo actúa como un semáforo en rojo haciendo todo de sí una bomba a punto de explotar?

Era una guerra interior, por un lado estaban los deseos de una vez declararse y la otra el raciocinio que pedía que por lo menos investigara más del comportamiento de Reaper para estar seguro. 

— Ojalá fuera tan sencillo como preguntarle si le gusta alguien... —Se dijo a sí mismo mirándose en el espejo del baño.

Pensándolo de ese modo, sí había alguna forma de lograr sacar información vital, con tal de recordar los momentos donde Reaper estaba embobado por Brid, sus sonrisas de enamorado, su distinta rutina con tal de entrar más al mundo adverso...

— Heeey, ¿puedo pasar? Quiero peinar mi cabello y llevas mucho ratooo.

Dio un brinco por la sorpresa de escucharle, se echó perfume y se apegó a la pared para dejarle espacio para que entrase, era su oportunidad de ver cómo reaccionaba estando los dos así. 

Pésima idea para su poca resistencia a la vergüenza. 

Reaper entró al ver que la puerta estaba sin pitillo, allí estaba con una remera bastante holgada y negra, era temprano pero ninguno de los dos tenía que trabajar así que no habían motivos de ponerse formales. Se notaba que el mayor no había dormido las suficientes horas, tenía ligeras ojeras y bostezó varias veces.

— Buenos días. —Saludó Reaper, sonriendo galán a pesar del sueño.

— H...Hola.

El baño no era tan grande, Geno trató de disimular sus planes tomando su cepillo de dientes para limpiarse, mientras tanto, el pelinegro agarró la peineta y se arregló el cabello.

— Greape ha dejado mucho pelo en el sillón. —Pareció esperar respuesta pero al notar que para Geno se le era imposible contestar con agua en la boca, prosiguió— Tenemos que evitar que la ropa de trabajo se ensucie.

El albino asintió, terminando de lavarse. Estaba algo decepcionado al no ver ni siquiera una reacción por estar tan cerca, de hecho, el único afectado era él mismo. Se notaba sus mejillas rojas contrastando con su blanquecina piel. 

Era hora del plan dos.

— Será lo mejor limpiar los muebles al menos cuatro veces a la semana. —Comentó Geno.

Reaper ya había terminado de peinarse, dejando la peineta donde estaba; prosiguió a mirarse de lado a lado, sonriendo mucho más despierto. De cualquier forma, para el ojigris de ambas maneras se veía guapo.

— ¿Taanto?

— Se limpia todos los días, Reaper, idiota.

— Ay... Pero da mucha pereza. —Abultó sus labios.

Se encogió de hombros y suspiró, alzó su cabeza a la par que una manó iba hasta el cabello adverso, ahí le peinó con sus dedos.

— Tienes despeinado aquí... —Dijo casi titubeando.

Su cabellera estaba ligeramente mojada debido al anterior trato para mantenerlo como estaba, lo que había dicho antes era una vil mentira para ver si siquiera el mayor sabía sonrojarse, pero él solo se quedó viendo al de bufanda alzando sus cejas.

— ¿De verdad? Yo no lo veía.

Reaper se inclinó haciendo más fácil la labor de Geno, en consecuencia estaban más cerca. El corazón del pobre albino se aceleró tratando de llevar lo más rápido posible la sangre a su cerebro, quien a su vez expulsaba adrenalina; sus pupilas trataban de quedarse dirigidas al mayor, pero apenas podía con los nervios.

Él único idiota que demostraba lo nervioso por estar tan cerca era él mismo, debía estar dando pena ajena.

— Sabes, es primera vez que estamos solos en el baño. —Comentó con una clara entonación de broma coqueta el ojiazul— Eso me hace pensar que... deberíamos besarnos para romper la tensión.

Esa fue la gota que derramó el vaso, tanta aceleración hizo que por impulso le desordenara el cabello de forma  bruta y rápidamente huyó a la cocina. 

Gimme love ¦ AfterdeathWhere stories live. Discover now