Gimme love ¦ Afterdeath

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Reaper parecía no perdonar el "intento de homicidio" que le había hecho, por supuesto que esa connotación la puso el pelinegro. Es por eso que en los siguientes dos días le miraba con una expresión enfurruñada, era una cara infantil y aniñada.

Al tercer día ya se le hizo aburrido que en las mañanas le mirara así.

— ¿No te aburres?

— Sigo molesto.

— Solo fui a despertarte.

— Intentar matar a alguien no es la forma de despertarlo. —Se llevó la mano al pecho. 

Geno rodó los ojos, sentándose en la mesa junto a él tomando desayuno, felizmente estaban en su día libre así que no tenían ni una prisa. Se llevó una cucharada de cereal a la boca, solo cuando dejó de mirar su tazón vio que Reaper nuevamente le miró malhumorado.

— Reaper, te lanzaré el tazón si sigues así.

— Quiero tu perdón.

— No hice nada malo.

— Entonces te seguiré haciendo caras.

— Tonto. —Se quejó— Perdón por ser amable y despertarte.

— No lo acepto.

Geno apretó los labios plasmando una línea recta en sus labiales, sus manos se tensaron con deseos internos de pegarle, mas se contuvo, dejando escapar en cambio un profundo suspiro.

— Es decir que quieres una compensación. 

— Sí.

— ¿Qué cosa?

— Algo sumamente simple.

Dejando a un lado su celular, pone la palma mirando hacia al cielo, estirando el brazo para que estuviera cerca de Geno. El albino le miró extrañado, sin comprender por qué hacía eso.

— Pon tu mentón sobre mi mano. Solo te pido eso y te perdono.

Muchas más incógnitas surgieron, esperando nada que le desagrade se acercó lentamente hasta tener su mentón sobre la palma del mayor, Reaper sonrió divertido, bajando sus párpados.

— Infla tus mejillas.

— Eso no estaba en el trato.

— Por favooor.

—...Bien.

Sus mejillas se entibiaron, le estaba avergonzado. Infló las mejillas, solo un poco y en menos de un segundo los dedos del mayor apretaron sus mofletes, sin mucha fuerza y elevando un poco su piel. No tardó en ponerse rojo y cerrar los ojos rechazando eso.

— Reapeer...

— Esta foto la voy a enmarcar.

Ni se había dado cuenta del sonido de la cámara.

Le hirvió la sangre, más la que pasaba por las venas de su rostro. Se salió del agarre abochornado, ahora Reaper era quien reía.

— ¡Borra eso!

— ¡Para nada! ¡Te ves muy adorable!

— ¡Reaper!

— ¡Estás perdonado!

— ¡Pero yo no te perdonaré jamás!